Tarot 2023: ¿es verdad que puede adivinar nuestro futuro?

A veces, somos como El Loco: queremos crear lo nuevo, a puro instinto. Estamos “encendidos” y vamos danzando con eso que nos pide el cuerpo..

Otras veces, cuando nos sentimos perdidos o paralizados, somos El Colgado. La vida nos ata a un arbolito como diciéndonos: “Cuando descubras el para qué de esta crisis vas a bailar como un niño”.

Nos subimos a El Carro y allá vamos con la intención de concretar nuestros anhelos más profundos, o somos El Eremita que se mete para adentro para conectarse con la sorpresa de lo inédito. Encendemos la música. Escribimos, pintamos o vemos una peli que nos conmueve hasta la médula.

Otras veces, estamos enjaulados en La Torre. Sentimos miedo y, a medida que la bruma se disipa, encontramos un nuevo sendero que nos equilibra.

Somos como La Emperatriz o El Emperador, cuando amamos de manera correspondida a otro que, sencillamente, nos gusta mucho, así tal cual es. Ese gran espejo que es el amor profundo.

También, somos La Fuerza cuando nos envalentonamos de coraje y decidimos usar el dolor para crear lo nuevo.

En otras ocasiones, somos El Mundo: bridamos y celebramos con una serena alegría. Lo espontáneo y lo auténtico habla por sí mismo. Estamos en paz. Sentimos que llegamos a una especie de paraíso en el que todo fluye y se siente lindo. Miramos al cielo y decimos: “La pucha, que vale la pena estar vivo”.