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10 consejos para tomar buenas decisiones financieras

¿Hay diferencias entre las decisiones financieras que tomamos según el género?


Finanzas personales: consejos para tomar buenas decisiones

Finanzas personales: consejos para tomar buenas decisiones



A pesar del avance de las neurociencias y de los estudios orientados a las brechas de género en distintas áreas, poco se conoce de las formas en que tomamos decisiones los varones y las mujeres.

Sabemos que conviven en cada persona dos sistemas de pensamiento: un sistema más intuitivo y automático, y otro más racional y lógico. Al utilizar el primer sistema, el de la inmediatez, no logramos analizar el impacto de los sesgos cognitivos y emocionales en nuestras decisiones.

Los sesgos son interpretaciones erróneas de la información disponible, pequeñas trampas de la mente que nos pueden llevar a conclusiones equivocadas. Los de tipo “cognitivo” están relacionados con el procesamiento de la información, mientras que los de tipo “emocional” aparecen vinculados a sentimientos, creencias o esquemas mentales. Por ejemplo, dentro de los cognitivos se encuentra el “sesgo de confirmación”, que consiste en buscar información que concuerde con nuestros preconceptos; y el “sesgo de familiaridad”, que nos lleva a priorizar lo conocido sin analizar suficientes variantes. 

Dentro de los sesgos emocionales aparece el “exceso de confianza”. En finanzas, esto se traduciría por ejemplo en que los inversores sobreestiman su intuición o habilidad analítica.

Pero lo que no se dice es que este sesgo también está sesgado. Probablemente la mayor parte de los estudios hayan sido realizados en varones (“sesgo de disponibilidad”, al igual que se da en los testeos de choques de autos y de infartos), por lo que no está bien abordado para el 50% de la población que son mujeres.

Aquí viene lo interesante: la mayoría de las investigaciones de alfabetización financiera hacen hincapié en la brecha de género existente en lo que respecta a conocimientos financieros, pero la economista italiana Annamaria Lusardi, referente en educación financiera, indagó más profundo y halló algo diferente.

Los resultados del estudio de Lusardi mostraron que, si bien la brecha en conocimientos existe, las mujeres no sufren de “exceso de confianza”, sino todo lo contrario, tienen menos confianza en sí mismas que sus pares varones. Esto se vio cuando las mujeres respondían de manera desproporcionada a las preguntas de finanzas tildando “No sé”, incluso cuando creían saber la respuesta. Pero cuando los investigadores quitaban la opción “No sé” de las opciones del multiple choice… ¡las mujeres respondían correctamente!

 

De esta manera pudieron corroborar que la brecha de género se reducía… ¡a la mitad! Y que la falta de confianza en su verdadero conocimiento podría funcionar como predictor del comportamiento financiero, por caso, en la baja participación de mujeres en los mercados de capitales.

Imaginemos que tenemos que tomar una decisión financiera y subestimamos nuestras capacidades, es decir, creemos saber menos acerca de un aspecto técnico involucrado en la decisión. Es probable que nuestra opinión e incluso la decisión misma se vea influenciada por ese sesgo de “falta de confianza” que es puramente emocional y en gran parte no responde a las capacidades cognitivas reales. Por lo tanto, es evidente que la educación financiera por sí sola no es suficiente para cerrar las brechas de género y que habría que complementar con iniciativas en el campo de la educación emocional.

Consejos para disminuir los sesgos en la toma de decisiones

Se dice que los sesgos no llegan a desaparecer por completo, pero, al identificarlos, podemos disparar mecanismos para tratar de disminuirlos. Aquí van algunos:

1-Para evaluar una decisión, apoyarse en metodologías racionales y fundamentalmente en datos, en lo posible con números.

2-Pedir opiniones a profesionales y a personas que piensen diferente entre sí y de mí misma.

3-Buscar argumentos que contradigan lo que pienso.

4-No tomar decisiones en apuros.

5-Identificar mandatos o creencias internalizadas sobre mis propias capacidades o habilidades.

6-Dejar de ver a la vulnerabilidad o ignorancia como un estado negativo.

7-No paralizarse por el miedo a fallar ni tampoco por el miedo a triunfar.

8-Asignarle el mismo valor a las pérdidas que a las ganancias.

9-Evitar los adjetivos calificativos al autoevaluarse, ser precisas y específicas en los datos.

10-Pensar una gran decisión como la suma de pequeñas decisiones para diversificar el riesgo y testear la hipótesis utilizando el método de transiciones graduales.

Y recordá, no tomar una decisión también es una decisión... así que, a veces, es mejor arrepentirse por algo que hicimos, que no hacerlo. ¡Nadie se arrepiente de ser valiente!

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