Hannah Waddingham contó la secuela que le dejó filmar una escena de Game of Thrones

 

La actriz, reciente ganadora del Emmy por Ted Lasso, dijo que tiene claustrofobia crónica desde que filmó esa terrible escena de tortura. “La serie me dio algo que no esperaba que fue una claustrofobia crónica. Fue horrible. Diez horas de haber sido sometida a un submarino. Estuve atada a una mesa con todas estas correas de cuero y no podía levantar la cabeza”, describió, para rememorar la trastienda de lo que se vio en la serie.

No es la primera vez que habla de esto públicamente. En 2021 había contado en el canal de YouTube Collider Ladies Night que grabar esa escena fue “el peor día” de su vida, después del parto. “Fue el peor día de mi vida. Lena se sintió incómoda tirándome el líquido en la cara durante tanto tiempo, y yo estaba fuera de mí. Pero en esos momentos, decís, ‘¿sirve la escena y sigo?’ o te acobardás y pensás, ‘esto no es para lo que firmé contrato’”.

Hannah Waddingham encarnó a la septa Unella, una de las fanáticas religiosas que aparece entre las temporadas 5 y 6 y que se enfrenta con Cersei. La escena que la traumatizó es la del cierre de su participación en la serie, cuando la heredera de la casa Lannister se cobra venganza y la tortura..

¿Cómo se venga de ella? El método de tortura fue waterboarding, que consiste en inmovilizar a una persona sobre una tabla y tirarle agua en la boca y nariz para generar la sensación de ahogamiento. Pese a ser una ficción, la actriz que lo protagonizó lo calificó de traumático. Fueron 10 horas las que duró el rodaje de esa escena.

La actriz recordó que, cuando volvió del set, estaba con todo el liquido en su cabeza. No podía hablar, ya que el actor que hacía de su torturador le había puesto la mano en su boca durante horas. “Parecía que había sido atacada en serio”, relató sobre esta experiencia que la marcó en lo más profundo.

El psicólogo Sebastián Ibarzábal define a la claustrofobia como "un trastorno de ansiedad caracterizado por un miedo intenso e irracional a lugares cerrados o situaciones en las que la persona percibe que no puede escapar o encontrar una salida".  Se la diagnostica como tal cuando los síntomas se sostienen por más de 6 meses.

"Este miedo persistente puede generar síntomas físicos y psicológicos significativos, lo que afecta la calidad de vida y el funcionamiento diario del individuo", alerta el experto.

Señala que, si bien las causas exactas pueden variar de una persona a otra, uno de los aspectos que pueden ayudarnos en la comprensión de la claustrofobia es el condicionamiento clásico. "Este proceso se refiere a la asociación de un estímulo neutral con una experiencia negativa, lo que resulta en una respuesta de ansiedad condicionada. Es decir, una persona puede desarrollar claustrofobia después de experimentar un episodio traumático, ya sea en un espacio cerrado o, como en el caso de la actriz Hanna Waddingham, en un set de filmación tras ser expuesta repetidamente a una situación de extrema vulnerabilidad en la cual se sentía impotente y con la sensación de no poder escapar de ella".

 

Además del condicionamiento, factores genéticos y biológicos también pueden influir en la susceptibilidad de una persona a desarrollar claustrofobia. "Se ha demostrado que ciertos rasgos de personalidad, como la tendencia a experimentar altos niveles de ansiedad o la sensibilidad a las sensaciones físicas, pueden aumentar el riesgo de desarrollar este trastorno", suma el psicólogo.

¿Cómo puede tratarse? "En cuanto al tratamiento de la claustrofobia crónica, la terapia cognitivo-conductual (TCC) ha demostrado ser altamente efectiva", responde Ibarzábal. "Este enfoque terapéutico se centra en identificar y desafiar los pensamientos irracionales y las creencias catastróficas asociadas con la claustrofobia, así como en aprender técnicas de relajación y estrategias de afrontamiento para manejar la ansiedad. También se utiliza la terapia de exposición, técnicas de relajación y visualización y tratamientos farmacológicos".