Afuera llueve, pero igual Jenny viene de entrenar, como lo hace de lunes a viernes en el CeNARD (Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo). Ahí se prepara para clasificar en lanzamiento de martillo en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, en lo que quizá sea –además de su quinta participación olímpica– su retiro del deporte competitivo. Cuando llega al lugar de la entrevista, muestra su sonrisa perfecta, que le achina los ojos, y así nos demuestra que está feliz de poder compartir un mensaje. "Ojalá sea la tapa, pensé cuando me llamaron, y se me dio porque se lo pedí al universo", nos cuenta. Porque lo que Jenny trae es muy poderoso, mucho más poderoso que sus músculos torneados. Además de su carrera como deportista, es embajadora de Huella Weber, con lo que despliega su costado social amadrinando un proyecto solidario, y también escribe libros de cuentos infantiles con temáticas antibullying –el primero se llama El martillo volador y otros cuentos–, un tema que se transformó en una de sus banderas más importantes.
¿Cómo fue tu adolescencia?
Fue difícil. Porque yo soy nacida acá, pero cuando tenía dos años, con mi familia nos fuimos a Brasil. Y a los cinco, a Estados Unidos, donde viví hasta los 13 años. Ahí todos los nenes hacían deporte y yo era grandota pero no tanto. No era tanta la diferencia. Pero cuando volvimos a la Argentina, a los 13 o 14 años, entré en un colegio en el que todos los chicos se conocían y era "la nueva", "la grandota", "la rara" porque me gustaba jugar al fútbol, la que no hablaba casi español. Y a esa edad yo ya tenía mis inseguridades. Porque yo creo que si alguien te jode por algo que nada que ver, no te vas a hacer tanto cargo. Pero era un tema con el que yo me sentía identificada y me dolía porque era mi peor inseguridad.
Claro, lo peor es lo que uno mismo piensa sobre eso que le están diciendo, ¿no? Porque si no te lo creés, chau.
Claro, yo digo que nos hacemos autobullying con la autocrítica: somos más duros con nosotros mismos que cualquiera. Todo el tiempo estamos mirando hacia afuera y comparándonos con modelos en la tele, con gente de Instagram, estamos creando una estética irreal con la cual todos se comparan. Entonces, siempre te vas a sentir menos ahí. Encima, para mí era muy difícil el tema de que yo no encontraba ropa, de que me jodían en el colegio. Es muy difícil tener una autoestima sana cuando todo el tiempo la sociedad te está marcando que vos no encajás.
Top deportivo (Nike, $929) - Créditos: Inés Auquer. Producción de Virginia Gándola
Más como te tocó a vos, con tanto cambio de lugar, de ambiente, de gente... Es muy difícil empezar de cero...
Sí, cuando nos mudábamos, lo primero que teníamos era el deporte. Mis viejos, así como nos inscribían en el colegio, nos anotaban en un club. Y el deporte tiene idioma universal.
Es como la música...
Claro. Podés empezar a desarrollar y a compartir, a hacer amigos. Siempre fue mi mejor herramienta para adaptarme a los lugares. Pero también fue muy raro cuando llegué acá. Porque, más allá del físico, acá también me decían "machona" porque jugaba al fútbol. Que para mí había sido siempre parte de mi vida, súper normal. Y acá era algo muy poco normal. Poco visto y poco aceptado.
¿Y en algún momento te cuestionaste dejar de hacerlo?
No, nunca se me cruzó por la mente. Me atacaban por tantas cosas que no podía dejar todo eso de lado. El deporte siempre era mi base y algo que me encantaba hacer. Y la época en que me hacían bullying en el colegio fue la misma en la que encontré el lanzamiento de martillo. Y en el CeNARD me encontré con un grupo de chicos que eran altos, fuertes, rápidos, bajos..., todos los físicos distintos, y me aceptaron desde un primer momento. Ahí el comentario era "mirá la condición física que tiene Jenny". Mi amor por el deporte era algo a ser halagado, no criticado.
O sea que el deporte te ayudó mucho a ser quien sos hoy.
Totalmente. Fue mi primera Curita. En esa época, dividí a la Jenny deportista de la Jenny mujer. La Jenny deportista iba con confianza, ganaba y la rompía, pero la Jenny mujer... Hasta hace muy poco tiempo, si un hombre me decía que era linda, yo pensaba que me estaba tomando el pelo. Yo decía: "No puedo ser linda, yo soy grandota".
¿Y cómo fue ese proceso en el que empezaste a juntar a la Jenny deportista y la Jenny mujer?
Fueron años. Y creo que el mayor clic fue empezar a hablar del bullying que sufrí. Pero lo empecé a hablar a los 30 años, y ahora tengo 34. Hace muy poco tiempo. Y cuando me empecé a animar a contar mi historia, empecé a notar un montón de cosas, hasta en actitudes mías, de aceptar lo que otros decían o de cómo me paraba frente a la situación. Contar mi historia me devolvió mi poder.
Créditos: Inés Auquer. Producción de Virginia Gándola
Poner en palabras sana. ¿Terapia no hiciste?
Trabajé con psicólogos deportivos, sí. También me ayudó el apoyo de muchos amigos y amigas, que me fueron ayudando a verme a mí misma distinta. Fueron tantos años los que gasté deseando tener otro cuerpo o ser más flaca, pensando que eso me brindaría mayor felicidad... Siento que ese tiempo lo perdí, y lo podría haber disfrutado de otra manera.
Pero ahora lo estás ganando.
Creo que es la confianza, cuando una tiene esa confianza, la irradia. En la adolescencia quería ser una del montón, hoy me encanta ser grandota y alta. Me pongo los tacos, me río a carcajadas, soy llamativa de otra forma. Me adueñé de eso. Antes lo reprimía, porque no quería llamar la atención de ninguna manera a mi persona, más allá de lo deportivo. Ahora, de grande, si bien me cuido de otra forma en cuanto a la nutrición y hay cosas de mi cuerpo que quiero mejorar, hay unos kilitos que tengo de más, lo hago desde un lugar de amor propio. No por otro.
El cuerpo, en tu caso, es también tu herramienta de trabajo.
El otro día estaba hablando justo de este tema con un amigo y me dijo: "No sé cómo decírtelo, pero hoy, todo lo que vos sos es gracias a tu cuerpo". Y me dejó muda, porque tiene razón. Todo lo que soy hoy es por todo lo que viví.
¿Te olvidaste del dolor que sentiste? ¿O en algún lado te queda?
Algunos dolores me quedan. Ahora doy charlas a chicos en los colegios y lo primordial es que les soy súper sincera en las cosas que me dijeron, cómo las sentí, lo que me costó superarlas... Les cuento todo de una forma muy sincera. Lo que es increíble es que los chicos siempre me devuelven preguntas con mucha perspectiva. Una me dijo: "Si te enfrentaras con la Jenny de 15 años, ¿qué le dirías?". Me quedé muda. Y le contesté: "Creo que si hoy me sentara conmigo a los 15 años, le daría el mismo mensaje que les estoy dando a ustedes, pero ella no lo podría entender o recibir. Porque hay ciertas cosas que las tenés que vivir para pasarlas".
Abrigo de lana buclé (Portsaid, $3980), jean chupín (de Jenny) - Créditos: Inés Auquer. Producción de Virginia Gándola
El otro día que viniste a la redacción hablamos del calificativo "grandota", que te chocaba. ¿Te sigue molestando o no te importa?
Hoy acepto la "grandota", no me molesta, pero ahora pienso en mi autoestima como un filtro constante. Todos somos permeables, hay cosas que nos llegan. Hace poco estaba en una situación y un señor me presentó a la señora y le dijo: "Esta es la ropero que te dije que conocí el otro día". Y le dije: "¿Cómo ropero?". Me quedé. Había como diez personas. Y me dijo: "No, bueno, perdoname...". ¿Cómo no me va a llegar eso? Ahora encontré mi voz. Estuve muda 15 años, pero hoy, si alguien se pasa de esa forma, voy a tratar de buscar la mejor manera de hacérselo notar.
Es una batalla cuesta arriba. Yo siempre trato, desde mi lugar, de hablar, dar el ejemplo, transmitir los valores y el bienestar general. Hay un movimiento muy grande en Estados Unidos que es el body positive: el cuerpo que tenemos es el que tenemos, nos toca, se puede mejorar, pero desde un lugar de amor propio y para estar bien con uno mismo. Yo trato de vivir esa verdad, ser auténtica con eso.
¿Cómo fue el momento en que elegiste el lanzamiento de martillo?
Nunca fue una decisión consciente. Un día, la acompañé a mi hermana al CeNARD, porque ella entrenaba atletismo. Y el entrenador había sido lanzador de martillo. Él me vio las condiciones, me dio el martillo y la verdad es que me encantó desde un primer momento. Siempre tuve mucha fuerza. Y cuando me dieron el martillo, para mí era un desquite. Era "tomá esto, usá toda tu fuerza y tiralo lo más lejos que puedas".
¿Y tus papás también son deportistas?
Mi mamá fue atleta olímpica. Fue a los Juegos del 72, en Múnich, en los 100 metros, representando a Argentina. O sea que yo soy segunda generación olímpica. Y mi mamá, por ser olímpica, se lleva todos los laureles, pero mi papá siempre fue súper deportista también: jugaba mucho al fútbol, al tenis, al golf.
El deporte te debe enseñar mucho en los momentos de grandes victorias y también en los de grandes derrotas.
Totalmente. Te marca. Te quita un poco tu límite, especialmente el alto rendimiento, porque todos los días estás buscando mejorar lo que hiciste ayer. Es empujar tu cuerpo.
Competís con vos misma.
Exacto. Sobre cansancio o sobre frustración, cuando no te salen las cosas, ¿cómo sos?, ¿a quién le echás la culpa? O sos muy autocrítica o a veces te descargás en otro. Cuando ganás, ¿sos humilde? Cuando perdés, ¿sos capaz de la autocrítica y de perdonarte los errores para seguir avanzando? El deporte te enseña muchísimas cosas: el trabajo en equipo, el trabajo individual... La constancia, el esfuerzo.
El sacrificio también. Hay que dejar muchas cosas de lado a veces...
El que tiene un sueño fuerte, sí: llegar a primera o clasificar para un Juego Olímpico. Objetivos fuertes. Tiene que ser algo que realmente te apasiona. Nunca lo podés hacer por otro, porque no vas a llegar. Obviamente hay cosas que uno deja de lado, pero no me gusta llamarlo sacrificio, porque el sacrificio es algo que te duele dejar de lado y para mí siempre fue una decisión consciente. Nunca me voy a arrepentir de haber intentado llegar a cumplir mis sueños. Sí me hubiese arrepentido de quedarme con la duda. Creo que eso te marca mucho más que decir "intenté y hasta acá llegué, pero yo sé que lo di todo". Ahora, si te quedaste con la duda, no te animaste o no pudiste, eso te va a marcar mucho más.
Camperita deportiva (Nike, $1699), tapado de paño (Mamy Blue, $9690) - Créditos: Inés Auquer. Producción de Virginia Gándola
¿Cómo sos cuando perdés?
Uf, soy muy autocrítica, de ponerme mal, de hacer un pequeño duelo por los objetivos. ¿Viste que siempre dicen que el deporte da revancha? Para mí es mentira, porque yo entrené y me preparé y soñé por cuatro años con un torneo, con un Juego Olímpico y este objetivo, y si yo no lo supe aprovechar en ese momento, ese momento se fue para siempre. ¿A dónde van los sueños cuando se rompen? Yo creo que renacen. Podés replantearte objetivos tratando de aprender de los errores que tuviste en el pasado. Pero ese momento ya se fue para siempre.
En nuestra nota de tapa, hablamos de las dos fuerzas: la física y la interior. La física la tenés, ¿te costó encontrar la otra?
Sí, siempre fui fuerte físicamente y tuve que ir encontrando mi fuerza interior. Antes no me consideraba fuerte emocionalmente. Y si bien sigo siendo una persona súper sensible, hoy creo que tengo otra fuerza. Miro para atrás y superé esto, eso, aquello y lo otro. Eso es la fuerza de carácter, de persistir y de tratar de superarte, reconocer cuando tenés falencias y tratar de trabajar sobre tus puntos débiles.
¿Y dónde reside tu vulnerabilidad?
Sigue pasando por el cuerpo. Creo y espero ser una buena persona, abierta y sincera, pero todavía mi vulnerabilidad es mi cuerpo. Esas inseguridades que vengo arrastrando de toda la vida todavía no las pude dejar atrás. Lo trabajo y siento que estoy mejorándolo, pero sigo siendo muy vulnerable en cuanto al físico.
La autoestima, igual, se construye todos los días.
Sí, hay una frase que dijo Jack Nicklaus, el golfista: "Tenés que hacer mil golpes buenos para ganar confianza, pero con uno solo malo podés destruirla". Porque yo vengo trabajando la confianza y por ahí me llegan estos comentarios como el de "ropero" que me sacuden de vuelta.
¿Estás en pareja?
No, no estoy en pareja.
Créditos: Inés Auquer. Producción de Virginia Gándola
¿Te pesa tu inseguridad corporal a la hora de relacionarte con un hombre?
Es difícil, porque además el hombre argentino no es tan alto ni tan grandote. He tenido un novio que era un poquito más bajo que yo y súper flaquito, pero él nunca me hizo sentir nada menos que hermosa. Me tuve que enfrentar a mis propios prejuicios de que la mujer no puede ser más alta que el hombre, que la mujer no puede ser más fuerte que el hombre... Él me ayudó mucho. Era una pareja visualmente fuera de lo común, pero a mí me hizo muy bien. ¿Por qué no me puedo poner tacos? Si ya soy más alta que los hombres, me voy a poner tacos igual. Y tardé muchos años en darme cuenta de que no me tenía que bajar de los tacos para que otros se sintieran a la altura. Esa fue la clave para mí.
¿Al hombre le cuesta estar delante de una mina que se ve fuerte?
¿Si se intimidan? Yo creo que por un lado se intimidan y por otro lado les encanta. Hay algo que les da como intriga, tienen algo ahí que los atrae...
Bueno, pero hay una contradicción ahí...
Bueno, ¡eso será problema de ellos, no mío!
¿Tenés ganas de enamorarte?
Re. Ya cumplí con mi sueño de ser olímpica cuatro veces, ahora estoy camino a la quinta, pero el segundo gran sueño de mi vida es ser madre, formar familia, le re apuesto al amor. Todavía no me llegó, pero tengo fe de que el adecuado me va a llegar y ese proyecto lo vamos a poder encarar juntos, pero todavía estoy esperando.
¿Y te sentís abierta para conectarte con alguien?
Sí, estoy abierta a conocer y no tengo una lista de requisitos que necesito de un hombre. Por ahí lo que me limita, que me dicen todos, es "pero vos no salís mucho". Y claro, por ahí cuando salgo, lo hago en el rubro del deporte... Pero me dicen: "No salís nunca a bailar", y yo respondo: "¿Dónde está escrito que al amor de mi vida lo voy a encontrar en un boliche?".
Bueno, OK, pero también hay algo de realidad: tampoco te va a venir a tocar la puerta de tu casa.
Obvio. Yo soy feliz un viernes a la noche escribiendo cuentos o leyendo un libro, y me dicen: "Jenny, es viernes a la noche". Yo soy muy casera.
¿Serías mamá sola?
Lo he pensado. Mi sueño es formar familia. Me gustaría tener un compañero para compartir mi vida, pero también pienso en cuanto a la edad que tengo, estando soltera... Creo que si llegara a una cierta edad en la que todavía no hubiera encontrado al adecuado y sintiera que se me pasa el momento, por ahí lo pensaría.
Suéter (Ver, $1690) - Créditos: Inés Auquer. Producción de Virginia Gándola
Hablaste del equilibrio, ¿el lanzamiento de martillo es una metáfora de eso, de mantener el equilibrio, de mantener el eje?
Sí, totalmente. Antes, por ahí entrenaba nueve veces por semana. Toda mi vida era la nutrición, el descanso, el psicólogo, la kinesiología. Era todo en torno al martillo y a lanzar lejos. Cuando volcás tanta energía en una sola cosa, después pasa, por ejemplo, que un día que lanzás mal o te va mal te sacude la tierra. Pero teniendo un panorama más abierto de intereses y de cosas que te hacen bien, un mal día no es tan fuerte.
Tenés muchos intereses, además. Estudiaste Literatura, ¿cómo nace la escritura del libro? Contanos ese proceso.
Cuando empecé la universidad, en Estados Unidos, empecé estudiando Business, y a los tres meses dije: "¿Qué hago yo estudiando esto si no me gusta? Me gusta la literatura, voy a estudiar esto", siempre pensando en la docencia más que en ser escritora. Y hace cuatro años dije: "Voy a escribir un libro para chicos", para que sea un puente para que los padres puedan hablar el tema del bullying con sus hijos, para abrir el diálogo.
Cuando a vos te pasaba, ¿no lo hablabas?
No. En el colegio llegaron a prenderme fuego un zapato mientras lo tenía puesto. Nunca se lo conté a nadie. Hace pocos años, mi viejo me dijo: "Leí esta nota tuya y la verdad es que me siento muy mal como padre, no sabía que estaba pasando esto en el colegio". Y yo le dije: "No es tu culpa, es así como funciona el bullying". Yo no soy la solución, pero sí creo que podemos contribuir. Y eso que cuando yo fui al colegio, no existían las redes sociales. Hoy, el ciberbullying es peor. Ahora es las 24 horas.
Hablando de las redes, también es un canal para expresar cosas lindas y que la gente te devuelva mucho...
Sí, en las redes yo comparto todo, y al poder compartirlo se genera una comunidad, porque todos pasamos por ese mismo momento, todas somos mujeres que pasamos por las mismas inseguridades o falencias. Contarle al otro le permite entrar en tu espacio y decís: "No estoy sola". Algunos mensajes que me llegan son increíbles. Me dan una fuerza...
¿Qué es lo que más te gusta de tu cuerpo ahora?
Nunca me encantaron tanto mis piernas. Pero hoy las miro y... Antes no hubiese mirado ninguna parte de mi cuerpo diciendo "uy, mirá esto", pero mis piernas y mi espalda son todas musculosas, marcadas. Y me encanta. Volvemos a este paradigma: "La mujer no puede ser fuerte, musculosa", pero yo creo que mi feminidad la defino yo.
¿Tuviste algún momento en el que hiciste clic sobre tu feminidad?
Fue algo que fui descubriendo, evolucionando. De adolescente me vestía muy de nene: jean suelto, remera suelta, como queriendo ocultar mi cuerpo. Después, cuando fui ganando confianza, fui encontrando este punto de disfrutar de ser mujer, de cuidarme. De cuidarme en cuanto a la comida, con la apariencia, con todo. Pero es algo de hace pocos años.
El deporte te da mucha disciplina, ¿sos descontrolada en algo?
Ah, soy re desordenada. Soy súper puntual y súper prolija en un montón de cosas, pero si ves mi auto o venís a mi casa sin avisar, vas a decir: "Uh, está todo desordenado". También soy re desordenada con las cuentas. Siempre pago tarde, porque me cuelgo.
¿Con la plata cómo sos? ¿Estás armando algo para tu retiro?
Estoy con un proyecto. Hace dos meses me compré una casita y estoy haciendo la refacción. Ese es mi plan de futuro: irme ahí. Es un proyecto súper lindo, todos los fondos van ahí.
Después de Tokio, ¿te ves relacionada con el mundo del martillo?
Me gustaría meterme en la Federación, me gustaría ayudar a que el deporte esté mejor de como yo lo encontré. Para eso hay que meterse y trabajar. Y me veo, honestamente, muy ligada a la educación. Creo que si queremos provocar un cambio cultural para que más chicos hagan deporte en nuestro país, es mediante la educación.
Qué loco eso de "retirarte" tan joven.
La vida del deportista es así. Es efímera. Hay que aprovecharlo porque a veces, por lesiones, por circunstancias de la vida o por decisiones que tomamos, se termina y nunca más vamos a volver a vivir esa etapa. Yo por suerte lo he podido vivir durante más de 20 años ya.
¿Qué deportistas mujeres admirás o tomás como referentes?
Mi ídola en el deporte siempre fue Yipsi Moreno, una cubana, campeona olímpica, dos veces subcampeona del mundo, campeona panamericana, todo...; la rompió. Salía de la pista y era la persona más humilde. Yipsi fue una de las primeras estrellas, y cuando se estaba retirando le pregunté: "¿Te das cuenta de que todo lo que había para hacer vos lo hiciste, lo viviste, lo ganaste?". Y ella me contestó: "Y lo que no, era porque no me tocaba a mí". Siempre me fascinaba eso de su gran ejemplo. En el torneo era una guerrera que te podía ganar el último lanzamiento y le gritaba sacada al martillo. Pero afuera siempre era súper humilde, un ejemplo.
¿No tuviste algún momento en la vida en que dijiste, ante alguna cosa que no te salió como esperabas, "abandono"?
No. Mirá que he tenido momentos en que estaba menos diez, que no quería ni salir de mi casa, pero nunca solté mi sueño de seguir lanzando. Porque en el deporte, si una nunca se desafía, no crece. En la vida pasa lo mismo. En ese espacio donde estás superando tus límites, crecés. Y hay dolor. Es parte del proceso cuando no te va bien, porque es así el deporte. No todo el mundo va a salir campeón olímpico. Como decía Yipsi, a no todo el mundo le va a tocar esto. Más allá de eso, yo creo que siempre en el atletismo vos tenés microobjetivos, entonces, por ejemplo, mi objetivo es salir entre las mejores 15. Y te vas poniendo esas pequeñas metas que te van llevando hacia la gran meta. Entonces, así vos vas logrando estos pequeños objetivos y el día de mañana, si no llegaste a cumplir el gran objetivo, no te vas a arrepentir, porque lo dejaste todo y mirás para atrás y decís: "Mirá todo esto que logré, por ahí no pude concretar aquello, pero logré muchas cosas más". Decís: "Esto está firme, no llegué a aquello, pero no fue por falta de ganas".
Maquilló Belén Sanz para Vardo Management. Peinó Walter Pampin para Vardo Management. Agradecemos a Woodmarket por su colaboración en esta nota.
CAMPEONA
Ayer, nuestra chica de tapa sumó una nueva medalla de oro en el lanzamiento de martillo en los Juegos Odesur de Cochabamba 2018. En este video se ve cómo Jenny sale de la jaula pensando que había quedado segunda, pero después se entera de que su lanzamiento de 70.98m se convertía en ¡su mejor marca personal y mejor marca sudamericana del año!