
Murió José “Pepe” Mujica, expresidente de Uruguay, a los 89 años
Murió José “Pepe” Mujica, expresidente de Uruguay, a los 89 años. Uno de los líderes emblemáticos del izquierdista Frente Amplio (FA), murió como consecuencia de un cáncer de esófago.
13 de mayo de 2025 • 16:27

Murió José “Pepe” Mujica, expresidente de Uruguay, a los 89 años. - Créditos: Getty
Murió José “Pepe” Mujica, expresidente de Uruguay, a los 89 años. Uno de los líderes emblemáticos del izquierdista Frente Amplio (FA), murió como consecuencia de un cáncer de esófago.
Se trató de un referente latinoamericano y símbolo de una forma distinta de hacer política: con los pies en la tierra, el corazón en la gente y la mirada puesta en un mundo más justo.

Pepe Mujica murió en su chacra de las afueras de Montevideo. - Créditos: Getty
Mujica murió en su chacra de las afueras de Montevideo, acompañado por su compañera de vida, Lucía Topolansky, y fiel a su estilo: sin estridencias, con serenidad y coherencia. Había decidido no continuar con los tratamientos contra el cáncer de esófago que tenía desde hacía tiempo. El 12 de mayo pasado, LA NACION había contado que Mujica, en estado terminal, permanecía en su chacra con cuidados paliativos para transitar el final "lo mejor posible.
En enero último, Mujica había hecho público que el tumor se había extendido a otros órganos, y que, debido a su avanzada edad y otras enfermedades crónicas que padece, no era posible continuar con tratamientos agresivos. “No me cabe ni un tratamiento bioquímico ni la cirugía porque mi cuerpo no lo aguanta”, explicó entonces en una entrevista con el semanario Búsqueda. “Sinceramente, me estoy muriendo. Y el guerrero tiene derecho a su descanso”.
Durante su presidencia (2010-2015), Uruguay se convirtió en un faro progresista en la región. Legalizó el matrimonio igualitario, reguló el cannabis y promovió una política social centrada en la equidad. Pero más allá de las leyes, Mujica conmovió por su forma de vivir: austera, auténtica, profundamente humana. Vivía en una casa modesta, conducía su viejo Fusca y donaba gran parte de su salario como presidente.
En un mundo en el que el poder suele alejarse del pueblo, Mujica se mantuvo cerca. De la tierra, de los animales, de la gente. Su discurso no era solo político, sino filosófico. Hablaba del consumo responsable, del valor del tiempo, del amor como motor de cambio.
Hoy el mundo lo despide con gratitud porque mostró que se puede liderar sin gritar, gobernar sin corromperse, y que se puede ser grande sin dejar de ser simple.
Pepe Mujica, un militante de toda la vida
Hasta el final de sus días, “Pepe” Mujica se mantuvo fiel a su compromiso político. Desde su chacra, participó en entrevistas y campañas, lo que demostró que su militancia no conocía de pausas.
Su historia política comenzó mucho antes de su presidencia: en los años 70, como militante del Movimiento de Liberación Nacional - Tupamaros, lo que lo llevó a pasar más de una década preso durante la dictadura. De esa experiencia, dijo haber aprendido a no dejarse dominar por el odio. Esa filosofía marcó su vida pública: fue diputado, senador, ministro y presidente, siempre con una mirada crítica pero conciliadora.
Su legado es el de un hombre que eligió vivir con sencillez, pensar con profundidad y actuar con coherencia, incluso cuando eso implicaba incomodar.
Con información de LA NACION
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