El orgullo como sentimiento: reflexiones de un psicólogo en la semana del orgullo LGBTIQ+

Hablando del sentir, recuerdo una carta (redactada hace 90 años) de Sigmund Freud a una madre de un joven. Allí, el padre del psicoanálisis decía que no hay por qué sentir vergüenza por ser homosexual. Además, desestimaba patologizar y criminalizar cruelmente:
 
“Carta a una madre americana” 9 de abril de 1935

“ (…) la homosexualidad no es algo de lo cual avergonzarse; no es un vicio ni una degradación; tampoco se puede clasificar como una enfermedad. Nosotros la consideramos una variación de la función sexual. Muchos individuos altamente respetables del pasado y el presente han sido homosexuales, entre ellos muchos grandes hombres (Platón, Miguel Ángel, Leonardo da Vinci, etc.). Es una gran injusticia perseguir la homosexualidad como si se tratase de un crimen, incluso es una crueldad”. 
Sigmund Freud

 

Unos años después de esa carta, Jaques Lacan en 1953 lanzaba una advertencia para los psicoanalistas:“Mejor que renuncie a la práctica analítica quien no pueda unir a su horizonte la subjetividad de la época”. Esta frase apunta a la relevancia que tiene que los y las analistas entiendan y estén conectados con las subjetividades del tiempo actual para ser idóneos en su tarea; hay una “ética del deseo” implicada allí.

Considero que muchas personas LGBTIQ+ son como el ave fénix y esa resiliencia hay que valorarla y reivindicarla. Tendríamos que tomar como enseñanza sus luchas, su experiencia y sabiduría para haber podido resistir a tantos embates y desvalorizaciones respondiendo con compromiso, amor y empatía por el propio colectivo y también hacia otros grupos vulnerados. 

En referencia a las diversidades o disidencias dentro de la diversidad y de variantes de la sexualidad, cada vez más personas se autoperciben dentro del espectro asexual, aquellxs que quizá no tienen deseo sexual pero sí una atracción romántica o sentimental por otrxs. Muchos sujetos asexuados o asexuales en los últimos años vienen marchando con orgullo y sus carteles/banderas y eso es disruptivo: hablar sin retraimiento de asexualidad dentro de las diversidades sexuales. 

Como todo sentimiento el orgullo es algo emocionalmente profundo, y tal vez por eso es que mis compañeres activistas entonan con la frente en alto: “Al closet y a las cárceles no volvemos nunca más”. A las “terapias de conversión” menos aún, agrego yo. 
 
Por Alejandro Viedma, gentileza para OHLALÁ! Lic. en Psicología (UBA), psicoanalista, coordinador de grupos LGBTQ+, supervisor de terapeutas y escritor. Profesional y activista independiente. Instagram: @aleviedmapsi