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Sexo: ¿por qué me duele durante la penetración?

La sexóloga Analía Pereyra nos recuerda que el sexo es sin dolor, de lo contrario no hay disfrute. Te contamos por qué puede dolerte y qué hacer para conectar con el deseo.


¿Sentís dolor en la penetración? Los motivos y cómo resolverlo.

¿Sentís dolor en la penetración? Los motivos y cómo resolverlo. - Créditos: Getty



Si nos duele durante la penetración no está bueno. El sexo se disfruta si no hay dolor. Por eso nos detenemos en este tema: la dispareunia o coitalgia, que es el dolor recurrente o persistente al intentar penetrar o durante la penetración. Es decir, se siente un dolor genital en las relaciones sexuales, tanto en hombres como en mujeres.

La sexóloga Analía Pereyra nos cuenta que los casos de dolores en mujeres que la consultan son muy variados.

- En algunas, el dolor puede sentirse a nivel vulvar.

- En otros casos, hay molestias a lo largo del canal vaginal o puede ser profunda, cuando se manifiesta con los empujes vaginales al distenderse los fondos de saco.

- También hay quienes sienten dolor al inicio de la penetración, pero, en esos casos, la lubricación y la relajación pasado el momento inicial suele hacer desaparecer el dolor y el coito resulta agradable, como debe ser.

- En otras situaciones suele haber dolor a lo largo de todo el coito.

- En otros, existe un dolor posterior que persiste como sensación dolorosa luego de finalizar la relación sexual.

¿Por qué duele durante la penetración?

La experta nos cuenta que el dolor puede deberse a infecciones vaginales, infecciones inflamatorias pelvianas, menopausia, endometriosis o trastornos del ciclo menstrual. También luego de una episiotomía (incisión quirúrgica para apresurar la salida del feto) el 67% de las mujeres tiene dolor hasta los 3 meses posteriores; esto disminuye al 30% a los 6 meses y aún al año un 15% de las mujeres sigue manifestando dolor.

Las causas son muy variadas, nos cuenta Analía. Y enumera factores no orgánicos traumáticos, como culpa al disfrute, o no haber aprendido a disfrutar, no poder conectar con la propia excitación y de esa manera poder decir cuándo es el momento en el que quiere y desea ser penetrada. También, puede haber factores que tienen que ver con la relación, como estar enojada con la pareja, hacerlo porque la otra persona la presiona, que no le guste la pareja, entre otros.

 

Algo diferente de lo anterior es cuando existe vaginismo, que es la contracción involuntaria de los músculos que rodean a la vagina y que impiden la penetración en la relación sexual o, incluso la introducción de un dedo, tampón o hasta el mismo espéculo que se usa en la consulta ginecológica. 

La mayoría de las personas con vaginismo (mujeres o varones trans) dicen que cada vez que intentan introducir algo en su vagina, así sea su propio dedo, los músculos que rodean la vagina -llamado suelo de su pelvis- responden con una contracción de las paredes vestibulares en forma refleja. Al impedir su apertura le hacen creer que su vagina es un espacio cerrado, inaccesible en el que no hay lugar para nada en su interior. Esa contracción involuntaria de las paredes vaginales les provoca una sensación de dolor que realimenta la presión refleja que ella efectúa nuevamente con sus músculos perivaginales, lo que crea así un círculo vicioso de contracción- dolor-contracción. “Aquí lo clave es el miedo, porque es una anticipación al dolor”, enfatiza la sexóloga.

Lo emocional, un papel clave

Las mujeres con dolor, en cualquiera de sus manifestaciones, suelen sentir ansiedad a la exposición del cuerpo durante las relaciones sexuales. Esto está asociado a una baja autoestima y un desajuste emocional.

Y, como no podía ser de otra manera, esto impacta en las relaciones de pareja, ya que suelen provocar distancia emocional, conflictos y, muchas veces, rupturas. Asociado al dolor, siempre hay una baja del deseo, porque si duele no queremos repetir esa experiencia. Por eso es que suelen aparecer las excusas para evitar encuentros sexuales y, cuando se cede pese a no tener ganas por miedo a que la pareja se enoje o quiera ir a tener sexo con otra persona, el dolor aparece con más razón.

A veces, es sólo cuestión de tiempo

Como dijimos, hay casos en los que duele al inicio y luego si se da el tiempo para lograr la excitación se puede hasta conseguir una sensación orgásmica. Pero es imprescindible que la pareja lo sepa y pueda dar ese tiempo.

Uno de los problemas que marca Analía es que no se dialoga mucho sobre esto. Ese cambio, haría que la pareja pueda disfrutar de una sexualidad plena juntos.

Está bueno saber que la excitación sexual tiene un componente subjetivo, que es la percepción en nuestra mente de estar excitadas, y una manifestación objetiva, que es la respuesta genital mediada por la vasocongestión que produce erección o lubricación vaginal. Hay que dar tiempo a que ambas cosas ocurran para que el sexo sea placentero.

La sexualidad es tan rica como compleja y por eso a veces es necesario realizar una consulta ginecológica para poder descartar cuestiones orgánicas y, luego, se puede realizar terapia sexológica, en la que se trabaja primeramente el contacto con la zona vulvo-vaginal, ir de a poco conectando con la zona, aplicando lubricantes y cremas vulvares y acariciando suavemente. La intención es ir conectando para relajar la zona.

 

También hay ejercicios de contracción-relajación del suelo pélvico, que son los músculos que rodean la zona genital, y, además, en lo emocional revisar cuál es la significación de esa situación en su vida, si tiene pareja, si disfruta de otro modo, si puede autoexplorarse y autoestimularse.

Las terapias sexuales se van trazando según las características de las personas, por lo que a algunas puede llevarles 6 sesiones, a otras 10 o algunas más. Lo importante es tener información precisa sobre nuestro cuerpo y trabajar sobre mitos y prejuicios que pudieran estar incidiendo en no poder relajarnos para que el encuentro sexual sea placentero.

Experta consultada: Lic. Analía Lilian Pereyra. Sexóloga Clínica y Educativa. IG: @licenciadaanaliapereyra

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Cuatro notas para entrar en el mundo de las relaciones.

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