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Juntos es más fácil: ¿cómo armar un buen equipo con las personas que amamos?

Existen distintas maneras de armar un buen equipo. En el mes en que celebramos todas las formas del amor, sabemos que sentirnos acompañadas es la que va.


Ilustraciones de María Eugenia Hernández



Como casi todos los febreros –quizá por una cuestión de calendario, quizá como una excusa caprichosa–, nos interpela hablar y pensar acerca del amor. Ese que sentimos, que vivimos, que intentamos deconstruir juntos. Es ese que nos une alrededor de una pareja, sí, pero también esos otros amores que nos unen como familias, como amigos, como equipos de trabajo e incluso como sociedades. Tenemos la certeza de que el amor colectivo vuelve todos los desafíos más poderosos. Y más sencillos, al mismo tiempo. Y la convicción de que es posible construir algo nuevo desde esa emoción. 

De la Torre de Babel a nuestros propios amores: claves para entendernos

¿Conocés la historia de la Torre de Babel? Cuenta la leyenda que, al principio de los tiempos, había un solo idioma y las personas se entendían entre sí. Compartían un propósito común: construir una edificación tan alta que llegaría al cielo. La ambición fue tal que el proyecto tomó una dimensión incontrolable para los constructores de aquel pueblo, que se vieron obligados a convocar a personas de zonas aledañas que pudieran trabajar junto con ellos. La leyenda dice que, a los ojos de Dios, esto le pareció una arrogancia y entonces decidió crear distintas lenguas, para castigarlos. De esta manera, las personas no podían entenderse para lograr su fin común y les costaba continuar con la construcción. ¿Qué pasó finalmente? Las peleas aumentaban. El clima hostil también. Llegó una guerra y, con ella, la destrucción de la torre...

Quizá te estés preguntando: ¿qué tiene que ver esta historia de la torre con el amor? Quizá pienses que nada. Pero como en la torre de Babel, estar y permanecer juntos con un propósito en común, naturalmente, viene con desafíos varios. Casi siempre, cada persona trae consigo una historia distinta. De repente, nos encontramos con otro, o con otra, nos enamoramos y nos proponemos armar un futuro juntos formado de los deseos que ambas personas tenemos. Pero saquémoslo ahora del terreno de la pareja: también armamos sociedades, amistades y grupos de pertenencia hablando el mismo idioma, pero a veces sorprendiéndonos de nuestra incapacidad de realmente entendernos.

Si bien con pruebas irrefutables, como lo fue nuestra propia Selección en el Mundial, venimos corroborando que “juntos” es la que va: ¿cómo hacemos para ponernos de acuerdo, entonces? ¿Qué pasa cuando, en pos de estar bien con los otros, nos perdemos un poco a nosotras mismas en el camino? ¿Cómo cuidamos un vínculo a largo plazo?
A estar juntos se aprende a razón de varias derrotas en el camino. Para lograr propósitos juntos, la clave es autopercibirnos como un equipo. Antes de cualquier título que podamos ponerle al vínculo (ya sea de pareja, socios, amigos, familia), apuntar a la idea de ser equipo. Uno al lado del otro en una relación de complementariedad. Aportar cada uno lo suyo para un objetivo en común. Esta es la propuesta teórica. Veamos qué nos pasa en la práctica.

¿Juntos es más fácil?

No, muchas veces no lo es. Pero, al parecer, no nos queda otra opción. Somos, por definición, seres gregarios. Es decir que solo podemos sobrevivir si contamos con un otro que nos ayude, nos asista, nos haga compañía, nos dé amor humano. La contracara de hacerlo juntos es hacerlo solos. “Estar solos es una ilusión o una desgracia”, nos dice nuestra psico Inés Dates. Porque desde el ego, desde nuestro cerebro vanidoso, quizá pensamos que estamos haciéndolo solos para sentir fuerza y desarrollar empuje, pero, en realidad, siempre hay alguien cerca que está siendo parte de los resultados. Y resulta una desgracia cuando perdemos la dicha de vivir y hacer proyectos en conjunto.

Y a pesar de que el título de nuestra nota dice la palabra “fácil”, quizá no sería la mejor forma de describir un camino juntos. Sino más bien el mayor aprendizaje que iremos construyendo a partir de las experiencias que vayamos encarando a lo largo de la vida. Que sea fácil el “juntos” es también todo un desafío. “El estar juntos te hace sentir tan bien que disuelve el ego”, dice Inés. Pensá con quiénes estás cuando sentís eso, cuando se diluyen los problemas y los conflictos. Cuando lográs un equilibrio perfecto entre tu propio valor y el recibir lo que valen los otros. Pero también hay que saber que a veces no es fácil, sino más bien imperfecto, pero 100% real.

Cambiar los acuerdos

Cuando elegimos a alguien –o a varias personas– para encarar un proyecto, seguramente existirán renuncias personales. Duelos de ideales que sosteníamos hasta que llegamos al encuentro con el otro. Tomar decisiones en conjunto siempre implica ceder y negociar. Incluso aceptar como prioridad algún valor que no compartimos. Pero hay una muy buena noticia para la era en que nos toca vivir: todo cambia. Y muy rápido. Hace algún tiempo, los formatos del “estar juntos” estaban establecidos en algunos casos hasta institucionalmente. Los matrimonios, los organigramas en las empresas, los equipos en los deportes, las amistades. Estaba socialmente aceptado que había una forma de hacer las cosas que estaba “bien” y otra que estaba “mal”. Afortunadamente, este 2023 se viene revolucionario: los vínculos se definen en pos de un propósito en común, teniendo en cuenta que lo que funciona en un momento puede dejar de funcionar en otro. Y estamos dispuestos a ir cambiando los acuerdos para garantizar el bienestar del propósito. Es más, el propósito también puede cambiar.

Parejas abiertas, organigramas horizontales, diversidad en los equipos, todo vale a la hora de encontrarle la vuelta a estar bien y llegar al objetivo. Siendo el respeto y el reconocimiento por el otro los grandes pilares de esta forma de conciencia. Sin ir más lejos, podríamos llevarlo un instante al terreno futbolístico y reflexionemos sobre el equipo de la Selección de Scaloni. No hay grandes individualidades. Si bien hay figuras como Messi, incluso Messi muchas veces no busca él mismo hacer el gol, sino que busca quién está cerca del arco para hacerlo. No importa quién se destaca, a veces tenemos que hacer un “pase” perfecto para que se destaque el otro. No es tarea sencilla saber jugar con Messis, saber recibir y reconocer lo bueno de quienes nos rodean. Y pensémoslo como una gran metáfora de los sistemas a los cuales pertenecemos. En todos los sistemas hay roles y funciones a base de los talentos que cada uno de nosotros tenemos. Asumir un talento propio y reconocer el talento de los otros es un acto de humildad y valentía. Y es clave a la hora de construir un “juntos” fuerte.

¿Cómo cuidar el "juntos"?

  • Sintiendo su fuerza. “Solo en los encuentros somos”, dice Inés Dates. Y es real: estar con otros nos genera más dopamina, nos hace conscientes de nuestros propios recursos, nos abre al diálogo con lo diferente. 

  • Hackeando nuestro cerebro. Ya lo sabemos bien: nuestro cerebro tiende a resaltar lo malo por una cuestión de supervivencia. Como cuando nos vamos de vacaciones y todo estuvo espectacular, pero perdimos las valijas a la vuelta y lo que más nos queda es esa discusión que tuvimos en el aeropuerto. O cuando pasamos diez años en una relación y, a partir de un conflicto puntual, no podemos pensar en otra cosa que no sea ese hecho. Lo hacemos para preservarnos. Para garantizar que saldremos vivos de cualquier interacción con los demás. Pero ¿qué pasaría si le dijeras a tu cerebro: “Dale, no veas solo lo malo”?

  • Identificando y agradeciendo lo que sí hay. En línea con lo que decíamos recién, nuestro cerebro, en consecuencia, naturaliza lo bueno, lo da por sentado. No pone ahí el foco de atención, porque ahí no hay peligro. Sabiendo cómo funcionamos, es importante hacer el ejercicio de identificar lo que sí funciona de nuestros vínculos. Agradecerlo, disfrutarlo, nombrarlo. Y también es clave desarrollar la capacidad de ser ágiles con lo que haya por resolver. Identificarlo, poder charlarlo y seguir adelante.

  • Negociando y tirando al tacho de basura mental. Todos podemos detectar en cualquiera de nuestros lazos afectivos –o incluso laborales– algo que no nos gusta del otro, pero hacemos el esfuerzo de “tirarlo a la basura”. Ese espacio mental donde ponemos las cosas que no queremos que contaminen el resto. Como esa amiga que sabés que siempre llega tarde o ese colega al que le encanta hablar de lo que hizo. O esa otra amiga que no te cuenta cuando se ve con el ex porque ya sabe lo que le vas a decir. Son negociaciones que hacemos para aceptar que el otro viene con su propia mochila..., y está ok.

  • Volviendo a nuestro norte en común. Sí, aunque dijimos que era algo fácil, sabemos que no es nada sencillo perseguir un propósito en conjunto con otras personas diferentes a una. Pero es hermoso. Cuando la derrota nos duele, o cuando el cansancio nos domina... el amor es ese refugio que nos vuelve más fuertes. Eso que nos amalgama, ese motivo que nos unió desde un principio, es el camino más rápido de vuelta a levantarnos y seguir intentando. Cuando el dolor nos deje tirados, cuando las injusticias nos enojen, cuando el camino se vuelva empinado o insoportable o el miedo nos paralice, tomemos un momento para reconectarnos en equipo y acordarnos de lo que realmente importa: nuestro norte en común. Y así complementarnos para que vivirla sea más fácil, más liviano.

Un ejercicio para hacer de a dos

Este es un ejercicio que podés hacer primero sola. Vas a pensar y escribir apuntes para estas preguntas y, si te animás, después convocá a esa persona con la que en 2023 te interesa hacer proyectos juntos, y respondan cada uno en una hoja diferente. Después, pongan en común sus respuestas.

¿Cuál es el rol que estoy ocupando en este vínculo?
• ¿Qué suelo hacer para cuidarlo? 
• ¿Qué suelo hacer que me aleja? ¿Qué podría hacer distinto? 

Ahora cada uno va a responder, desde su propia mirada, cómo ve al otro:

Describí al otro como si fuera un personaje de película (edad, nombre, características)
• ¿Cuáles son sus talentos?
• Si tuviera un superpoder, ¿cuál sería?

Luego, léanse lo que pusieron mutuamente. ¿Cómo se sienten conociendo cómo es la mirada de los demás hacia ustedes? Esta info puede servir para fortalecer el "juntos" de ustedes. 

Expertas Consultadas

Lic. Inés Dates. Nuestra psicóloga. 
@ines.dates.viviendo.
Lic. Patricia Faur. Psicóloga especialista en vínculos. Autora de "El amor real huele a tostadas".
@patofaur.

Nuestra autora

Den Muchnik es Master Coach en Liderazgo Valiente. Autora de TOOLBOX® y Capitana de MILpuntoCERO, Formación en Coaching Ontológico. @denmuchnik.

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