Cómo abrigar la cama en invierno: ideas para sumar calidez y estilo

Así como nos vestimos en capas cuando llega el frío, aplicar la misma lógica a la cama es una fórmula ganadora. ¿El secreto? Superponer textiles que sumen abrigo, volumen y estilo.

• Paso 1: Empezá por sábanas gruesas, como las de franela o algodón térmico, que retienen el calor y son súper suaves.
   
• Paso 2: Sumá una colcha liviana o un cubrecama intermedio que funcione como transición visual y térmica.
   
• Paso 3: Cerrá con una manta de lana, paño o microfibra gruesa. Podés plegarla al pie de la cama para lograr un efecto deco instantáneo.

¿La clave? Que puedas ajustar las capas según cómo varíe la temperatura, sin perder el look.

Elegir las telas correctas marca la diferencia en cuanto a confort y sensación térmica. Estos son los aliados ideales del invierno:

• Lana: térmica y transpirable, perfecta para mantas y cubrecamas.
   
• Franela: infaltable para sábanas; su textura afelpada es abrigo puro.
   
• Microfibra: liviana y versátil, ideal para mantas fáciles de lavar.
   
• Terciopelo o pana: perfectos para sumar textura en almohadones o pie de cama.
   
• Además, prestá atención a la calidad de las terminaciones y costuras: una buena confección asegura más durabilidad y resistencia al uso diario.

Pequeños gestos deco pueden transformar por completo el dormitorio en una verdadera cápsula de invierno:

• Sumá almohadas y almohadones: jugá con tamaños, formas y fundas con texturas suaves para decorar y apoyar la espalda si leés o mirás series.
   
• No subestimes el pie de cama: una manta tejida, una bufanda XL o una piel sintética aportan calidez visual y funcional.
   
• Colores que abrigan: tonos tierra, burdeos, gris cálido o verde oliva crean una atmósfera envolvente.
   
• Iluminación tenue: las luces cálidas, lámparas de noche o guirnaldas deco suman intimidad.
   
• Un aroma, mil sensaciones: canela, vainilla, madera o jengibre en velas o difusores ayudan a completar la experiencia sensorial.