Las dos plantas de Natalia Oreiro que vas a querer tener antes de primavera en tu jardín

Ideal para principiantes: La Salvia Leucantha es una planta muy resistente y fácil de cuidar, lo que la convierte en una excelente opción tanto para jardineros principiantes como para expertos.

Luz: Necesita de exposición plena al sol.

Suelo: Es resistente a la sequía y no requiere mucho riego, pero hay una clave: que sea regular y moderados dejando que el sustrato solo se seque entremedias. Y el suelo, siempre que esté bien drenado para evitar encharcamientos en sus raíces.

Clima: Es una planta perenne en climas cálidos, lo que significa que puede volver a florecer año tras año. En invierno necesita ser protegida de las heladas, pero si no lo lograste y se hiela conviene cortar las ramas al ras, pero dejarlas acolchando las plantas.

Temperatura: La salvia prefiere un entorno de crecimiento autóctono con rangos de temperatura moderados de 10 a 35 ℃. Sin embargo, puede tolerar temperaturas más frescas en otoño e invierno que varían entre los 5 y 10 ℃.

Poda: Al finalizar el invierno, se recomienda eliminar toda la parte aérea a unos 10 cm del suelo para que rebrote con fuerza y aportar abono orgánico.

Suelo: Necesitamos que el mismo sea de PH ácido y para lograrlo podemos incorporar componentes orgánicos como turba o pinocha.  Es muy importante que nuestros suelos no compacten y esto se logra mezclando diversos componentes que agregan no solo su estructura, sino también sus beneficios a nivel nutricional. Es importante recalcar que la planta asimila mejor los nutrientes cuando el ph es levemente ácido.

Luz: Se recomienda ubicar la Magnolia a media sombra durante la época de mayor insolación e ir adaptándolo a pleno sol una vez pasado el verano (si es la ubicación que más te interesa). En caso que fuera cultivado a plano sol en los viveros, se sugiere plantar simplemente con la misma intensidad de sol.

Riego: Siempre cambia la forma de regar cuando el ejemplar se ubica en maceta o simplemente en el terreno. Las macetas a pleno sol concentran el calor en el interior y esto evapora el agua de riego necesitando así riegos más frecuentes. El riego debe ser abundante en suelo que drene bien y repetir las veces que sea necesario dependiendo de la época del año. Como ecuación base podemos recomendar 1 riego cada 5 días en verano y 1 riego cada 10 días en otoño hasta que caigan todas las hojas. 

Temperatura: Tolera las temperaturas altas y prefiere ser protegida de las heladas los primeros años de implantado.

Flores: Es importante no cortar las flores y si lo hacemos, debemos saber que de ese lugar no volverán a salir. 

Poda: No necesita recibir podas, solo en caso de contener material en mal estado.