Coldplay: 3 hitos de sus shows en Buenos Aires, que hicieron historia

Mucho antes de que los ingleses aterrizaran en Ezeiza, se sentaron a analizar cuál sería el impacto ambiental que su gira mundial podía tener. Para eso se reunieron con expertos en cambio climático del Graham Institute y del Imperial College London. Mientras estamos acostumbrados a ver músicos en las alfombras rojas, celebrando sus logros y twitteando sobre ellos mismos, Coldplay se sentó en una mesa grande a debatir de qué forma podían disminuir la huella de carbono que un recorrido de estas características podía tener. En 2019, la banda se comprometió a hacer que sus futuras giras sean lo más beneficiosas para el medio ambiente y a utilizar su plataforma global para marcar una diferencia positiva. En aquel entonces, Chris declaró “Somos muy conscientes de que el Planeta se enfrenta a una crisis climática. Por lo tanto, hemos pasado los últimos dos años consultando con expertos ambientales para hacer que este recorrido sea lo más sostenible posible y, lo que es más importante, para aprovechar el potencial de la gira para impulsar las cosas”.

Eso se tradujo en acciones concretas:

En una época donde ser inclusivo se volvió una meta, suele ser natural que se trate de palabras y no de acciones; pero este no fue el caso de Coldplay. Más allá del mensaje empático que transmite la banda desde los inicios de su carrera, lo que vivieron un centenar de personas sordas en estos últimos días no tiene registro previo. La banda viaja con un sistema de chalecos vibratorios que permiten que personas sordas vivan la experiencia de su concierto a través de estos dispositivos y con traductores que en simultáneo llevaban a lenguaje de señas todo lo que sucedía en el escenario, canciones y pequeños discursos que la banda emite entre tema y tema. De hecho, Coldplay se asoció con organizaciones como la Fundación CIE, el Instituto Pedagógico para Problemas del Lenguaje y otros colectivos enfocados en personas sordas para lograr que esta iniciativa de inclusión fuera posible durante el tour Music of the Spheres y, en Argentina, trabajaron en conjunto con Trueno Producciones, una productora local que ayudó a preparar un equipo de dos intérpretes oyentes y dos intérpretes y asesoras sordas.

Por otro lado, la producción de la banda entrega un kit llamado mochila sensorial, diseñado para personas que tienen una sensibilidad diferente, para evitar que los fuegos artificiales, la cantidad de gente, el volumen, las luces, puedan desencadenar una crisis. 

Cada uno de estos kits contiene:

Durante días vimos videos virales de uno de los encargados de recolectar al final del show las pulseras que transforman el estadio en un espacio lumínico. Cantando, feliz, cambiándole las letras a los hits de la banda para que el público se prestara al juego e hiciera lo que tenía que hacer: devolver los dispositivos que están realizados con un plástico compostable. Esa alegría y buena onda es la premisa que la banda baja a todos los niveles. La persona que vendía merchandising estaba contenta, quien te indicaba por dónde acceder al baño, lo hacía amablemente. En los pasillos de los camarines, donde convivieron durante dos semanas músicos locales, internacionales y un sin fin de crews, reinó un ambiente de armonía en el que se trató a todos por igual.

En el comedor ubicado en el Estadio, llamaron la atención dos cosas: cada uno levanta su plato, como si fuera la casa de la abuela en la que todos colaboran, y hasta el agua estaba enlatada, sin plástico implica sin plástico. Zoe Gotusso, quien abrió 9 de los 10 conciertos que la banda hizo en Buenos Aires, contó que desde el minuto cero, la sensación que tuvieron ella y su equipo fue la de ser incluídos en la “familia Coldplay”. Con los ojos puestos en los detalles, una de las cosas que los impresionó fue que el primer día les preguntaron sus nombres y después no fue necesario consultarlos ya que recordaban -a la perfección- quién era quién.