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Shakira, la arquitecta emocional de una generación: una mirada sobre lo que nos dejó en su histórico paso por Argentina

Después de cinco conciertos en la Argentina, Shakira cerró su gira de "Las mujeres ya no lloran Tour" por Latinoamérica. Una mirada sobre lo que nos dejó, más allá de las canciones.


Shakira

Shakira en Argentina: lo que nos dejó el cierre de "Las Mujeres ya no lloran Tour".



En los noventa, Latinoamérica estaba aprendiendo a hablar en un idioma que todavía no dominaba del todo: globalización, apertura, MTV, feminismo, industria cultural. Había internet, pero no sabíamos usarla. Había democracia, pero no sabíamos cuidarla. Había futuro, pero venía con deuda.

En ese entonces apareció el álbum de una joven colombiana de 18 años que se metió, sin pedir permiso, en la historia emocional de un continente. Fue un fenómeno casi tímido, como quien entra a una fiesta sin saber si está invitado.

Pero pronto se convirtió en algo más grande que un disco: en un objeto cultural. En un punto de inflexión. En un espejo para una generación que no sabía muy bien qué hacer con todo lo que sentía. Las adolescentes de la época encontraban en ella una más que figura aspiracional, encontraban una figura posible.

Shakira

Shakira en Argentina: lo que nos dejó el cierre de "Las Mujeres ya no lloran Tour".

Shakira no venía de Buenos Aires, ni de Ciudad de México, ni de Madrid, ni de Miami. No era hija de disqueras ni de linajes pop. Venía de Barranquilla. De la periferia del mapa cultural. Cantaba con una voz grave, sin aderezos vocales, con letras que parecían escritas por alguien que leía a Benedetti y a Simone de Beauvoir al mismo tiempo. Y aun así, o tal vez por eso mismo, el disco conectó.

Pies Descalzos traía algo distinto: una mujer que pensaba que se narraba a sí misma desde la complejidad, desde la contradicción, desde una melancolía de la edad y una lucidez precoz.

Pies Descalzos fue, también, una disidencia visual. En la portada: sin maquillaje, con el cabello suelto, la mirada frontal, sin sonreír, ni seducir. En medio del artificio latino noventero, con glamour importado, brillo y playback, esa imagen decía otra cosa: acá hay una voz.

Shakira elevó su voz y apareció hablando de almas, de Dios, de instituciones. Se quiere, se mata, hablaba del aborto. Pies descalzos, sueños blancos del absurdo moral. Estoy aquí era una canción pop, sí, pero tenía giros narrativos que no eran comunes en la radio. Antología era una carta de amor que no buscaba redención sino memoria.

Portada de "Pies descalzos"

"Pies descalzos" fue el tercer álbum de estudio de Shakira, lanzado en 1995, y que la convirtió en un ícono del pop latinoamericano global.

Ese álbum viajó por la región como una conversación clandestina. Se escuchaba en radios de provincia, en discmans compartidos, en cuartos donde todavía no había internet, pero sí diarios donde escribir con marcador los versos que más se sentían. No importaba la ciudad. No importaba el país. Lo que Pies Descalzos proponía era un pacto emocional entre chicas que estaban aprendiendo a pensarse a sí mismas. Que querían amar, pero no desaparecer. Que empezaban a sospechar que el mundo estaba mal diseñado, y que tal vez podrían diseñarlo desde otro lugar.

Shakira, sin quererlo, se volvió una arquitecta emocional de una generación. Y eso no se olvida.

Treinta años después de aquel manifiesto precoz, Shakira regresa al continente convertida en un fenómeno de escala histórica global. Su Las Mujeres Ya No Lloran World Tour reconocida como la gira más exitosa de una artista hispana en la historia, rompió récords de asistencia, de velocidad de ventas y forzando la incorporación de nuevas fechas, a gestionar una segunda vuelta por Latinoamérica en el mismo año algo inusual en la industria, pero inevitable ante la magnitud de la demanda del continente latinoamericano.

Shakira en su gira "Las mujeres ya no lloran" tour

Shakira en Argentina: lo que nos dejó el cierre de "Las Mujeres ya no lloran Tour".

En cada país que se presentó dejó un impacto económico sin precedentes y, en cada ciudad, se repitió el mismo ritual: madres con sus hijas, adolescentes y jóvenes cantando versos de hace tres décadas, generaciones enteras encontrándose en una voz común. La gira reveló algo profundo: que aquella joven que un día dijo estoy aquí antes de tener todo resuelto se transformó en la memoria afectiva de millones.

En ese mapa emocional, Argentina ocupa un lugar central. Fue uno de los primeros países donde Shakira se volvió fenómeno, uno de los primeros que la abrazó sin condiciones, uno de los que convirtió sus canciones en parte del ADN de una generación. 

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Hoy, 30 años después, un regreso al sur que reúne siete shows y más de 300 mil personas y una despedida multitudinaria que tiene algo de círculo completo, de origen y de celebración.

En Buenos Aires, Shakira rindió homenaje a su amigo Gustavo Cerati y se permitió un lujo íntimo de invitar a sus hijos al escenario, cantar en familia, mostrar que detrás del mito también hay una madre que comparte con ellos su arte. Tal vez por eso, con la misma lógica poética que atraviesa su historia, Argentina se convierte ahora en el cierre de su gira por Latinoamérica. 

Shakira

Shakira en Argentina: lo que nos dejó el cierre de "Las Mujeres ya no lloran Tour". - Créditos: Gentileza Prensa

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