Tras 16 años, Los Piojos volvieron a River para el último ritual piojoso que hace historia

Uno de los momentos más emotivos fue cuando sonó Vine hasta aquí. Ciro bajó del escenario y cantó entre la gente, saludando, tocando manos, recibiendo lágrimas y sonrisas, mientras cantaba a viva voz “Es lo mejor que me pudo pasar en el viaje...” y eso fue más que una frase de una canción: fue una declaración de amor a su público.

En Pistolas, el escenario se llenó del talento de las nuevas generaciones: Alejandro Martínez Simonetti, el hijo de Ciro, tocó la armónica y cantó junto a su papá con una soltura que emocionó; lo acompañaron también los hijos del guitarrista Piti Fernández y del baterista Daniel Buira. Más que un guiño familiar, fue un gesto de continuidad, una forma de mostrar que el legado piojoso ya está sembrado en las raíces de los que siguen.

Para seguir con las emociones a flor de piel, luego llegó otro momento bisagra de la noche: el merecido homenaje a Tavo Kupinski, el guitarrista de la banda fallecido en 2011 en un accidente automovilístico. Sus dos hermanos subieron al escenario: uno de ellos a tocar una versión minimalista de Ruleta que puso la piel de gallina, seguida por una conmovedora Sudestada, que dejó claro que la música trasciende a la muerte.

Tampoco faltó el virtuosismo: para Vals inicial, una pequeña orquesta de cuerdas del Ensamble de Buenos Aires se sumó en vivo. Y en Yira Yira, el tango de Enrique Santos Discépolo inmortalizado por Gardel, se transformó en rock crudo, demostrando que Los Piojos también son parte del ADN cultural argentino.

El tramo final del show fue un combo de euforia y memoria. Con Ay ay ay, Quemado —que incluyó un guiño a Sumo con un pasaje de Don’t Turn Blue— y Tan solo, el estadio entero cantó a capella. La comunión era total. Para Verano del 92, subieron al escenario "Las Liendres", integrada por las hijas e hijos de los integrantes de la banda, que batieron los parches mientras sus padres miraban desde un costado con los ojos llenos. Fue otro gesto de que el futuro también les pertenece.

En Como Ali, la banda apareció con batas de boxeador, y el estadio saltó con la furia y el amor de quien se despide, pero no olvida. Le siguieron Bicho de ciudad, y el estreno de Paciencia -una canción nueva con la que la banda decidió sorprender al público-, Unbekannt, Genius, Farolito, para terminar con Y qué más y hasta una versión de armónica del himno nacional. Un cierre a toda orquesta, que incluyó pogos, abrazos, celulares en alto y hasta algunas lágrimas discretas.

En total fueron 28 temas, más de dos horas y media de música y una declaración de principios: el rock popular, emocional y comprometido sigue teniendo voz. Y Los Piojos, aun en su despedida, siguen siendo una bandera. Porque si algo dejaron claro Los Piojos en esta vuelta a River, es que las despedidas también pueden ser una fiesta. Y que cuando la música se hace con verdad, el tiempo no pasa: se transforma en memoria colectiva.

La segunda y última función será hoy, 22 de junio, en el Estadio Mas Monumental y promete ser otra noche histórica. ¿La buena noticia? Aún quedan entradas disponibles a través de All Access, a partir de $95.000 + service charge.

Para quienes decidan mirarlo desde casa, el show será transmitido en Argentina, Uruguay y Paraguay por Flow. Los clientes de la plataforma podrán disfrutar del show el 22 de junio a través de los canales: 605 en Argentina, canal 119 en Uruguay y canal 25 en Paraguay, con una transmisión que comenzará a las 20:30 horas y luego estará disponible desde la plataforma On Demand.