Stephanie Demner y su historia de amor con Guido Pella, que nació en las redes sociales: "Le pedí a un amigo que me lo presentara"
Considerada una de las influencers más importantes de Argentina, Stephie Demner abrió su corazón y nos habló sobre su historia de amor con Guido Pella, sobre cómo vive la maternidad y cómo maneja su rol de empresaria, con su negocio de cosmética.
13 de diciembre de 2024
Stephanie Demner y Guido Pella: así fue su historia de amor. - Créditos: Mica Bianchi
El 2024 de Stephie Demner termina de un modo increíble: con una boda soñada con Guido Pella, el amor al que conoció a través de las redes sociales y con quien tuvo a Ari, su primera hija. Además, durante este año la siguió rompiendo con su marca de cosméticos, mientras consolida su comunidad súper fiel que no deja de crecer, y estrena cada espacio de su nueva casa, a la que se mudó recientemente con su familia.
Por eso, en esta charla exclusiva con OHLALÁ!, nos juntamos con Stephie para que nos contara cómo se siente ser tu propia marca (y que sea megaexitosa) mientras desmenuzamos la difícil tarea de ser “real” en redes 24/7 sin perder conexión con lo que verdaderamente importa.
¿Cómo empezó el imperio Demner?
Mi marca empezó con un labial. Es un labial de un tono muy particular que yo siempre usaba de una marca de afuera, cero conocida, que me costaba un dólar, pero que era muy difícil de conseguir. Lo usaba todos los días y la gente me preguntaba todo el tiempo, no importaba de qué estuviese hablando: ¿cuál es tu labial? Yo contestaba y cuando lo conseguía en algún viaje, pasaba la dirección de dónde estaba.
Estabas haciéndole un marketing impresionante a la marca.
Total. Una vez, estaba en Nueva York, en el torneo de Guido, mi novio,
y justo encontré el labial y puse en IG: “Si quieren mi labial, está en Nueva York, en tal calle y tal calle”. Me sentía una tonta, pero realmente mucha gente me preguntaba. Vuelvo al año a un nuevo torneo y voy directo ahí a comprarlo. Cuando llego, le pregunto: “¿Tenés este labial?”. Me responde: “¿Vos sos argentina?”. “Sí”. Y me pregunta: “¿Sos Stephanie, por casualidad?”. Le respondo que sí, y me dice: “Me agotaste el labial”. Ahí me di cuenta de lo que estaba pasando.
¿Te mandaste a una nueva industria sin pensarlo?
Junto con mi socia, Agus Casal, que ya venía trabajando conmigo en mi cuenta, nos asociamos con un laboratorio que hacía cosmética. Dijimos: “Queremos hacer este labial, pero de industria nacional”. Fuimos con el color exacto. Hicimos el lanzamiento de los labiales en agosto de 2020, ¡plena pandemia! Imaginate, todos con barbijos y nosotras lanzando un labial. Un timing horrible. Pero sí nos ayudó a la venta digital que se eliminaran los tésters de todos los lugares. Entonces nadie podía probar cómo le quedaba un labial. Si vos comprabas en las mejores marcas, lo tenías que comprar online y suplicarle al universo que el color te quedara bien. Yo ya tenía una comunidad que confiaba en mis recomendaciones y les aseguraba que este labial no iba a fallarles. Agotamos 3000 labiales en menos de 24 horas.
¿Y cómo fue tu asociación con Disney?
Nunca me había animado ni a soñarlo. Y de repente fue como “¿qué?”. Fue tal la locura en el lanzamiento que se rompió la tienda. Me llamaron de Disney para felicitarme. Yo era como “¿qué es esto?”. O sea, ¿cuándo me despierto de esto que está pasando? Y la verdad, por ahora no me estoy despertando del sueño, pero también hay mucho trabajo.
Stefi Demner empezó su negocio de cosmética con un labial nude que amaba. - Créditos: Mica Bianchi.
¿Cómo arrancó tu vida de influencer?
Después de trabajar muchos años como modelo, me empezó a pasar que ya había sido cara de muchas marcas y estas querían caras nuevas. Casi no tenía trabajo. Arrancaban las redes y yo hacía algunas cosas por canje, pero quería mudarme sola o tener un poco de independencia y no la tenía. No tenía plata. Me di cuenta de que tenía que hacer algo más. Empecé a mostrar más de mi vida, el detrás de escena de los eventos, de las producciones, lo que nadie te mostraba y nadie estaba dispuesto a contar porque "nosotras las modelos somos impecables". Y la gente se re copó. Se armó una comunidad muy chiquita, pero muy fiel. Y así fui creciendo de a poco, pero al millón de seguidores recién llegué en pandemia.
Es muy tuyo esto de mostrarte tal cual sos, de decir cosas políticamente incorrectas o mostrar emociones que otros no mostrarían.
A ver, yo siempre me muestro natural. Aprendí a quererme como soy y a que me guste cómo me veo sin estar en pose. Como que dejé un poco la modelo atrás para decir “bueno, esto es lo que soy, al que le guste bien y al que no, también”. En pandemia yo usaba muchos filtros de esos que te deformaban la cara y ya me parecía re natural mi cara con el filtro. Y claro, cuando abría la cámara sin el filtro me veía horrible y corría a ponerme un filtro. Hubo un momento clave que me cambió todo. Una chica me respondió una story con “qué fea que sos sin filtro”. Y yo, bien peleadora, le dije: “Sí, soy horrible sin filtro, y a partir de ahora voy a hacer todo sin filtro para que les moleste más”.
Chau filtros...
Es que si la gente se asustaba cuando me veía sin filtro, es que se había acostumbrado a algo que no era. No estaba bueno. Transformé el hate en algo constructivo. No usé nunca más un filtro, quizás uno blanco y negro para algo particular. Pero me muestro con los granitos, con las manchas, me muestro como me levanté. Porque está bueno que después, cuando te vean en la calle, vean a la misma persona. Y un poco hice lo mismo con mis sentimientos. Trato de que mis redes sean un lugar para que la gente se escape un poco, se entretenga un rato, quizás aprenda algo. Puedo regular un poco la intensidad de algunas emociones, pero en general cuento lo que me va pasando.
Stephanie Demner tiene más de 1 millón de seguidores en Instagram. - Créditos: Mica Bianchi.
¿Qué te pasa cuando ves un video o una story tuya llorando contando algo que te pasó?
Obviamente yo veo un video mío llorando en cámara y digo: “Ay, podría haber llorado fuera de cámara”. Pero si estaba contando algo y de repente me salió llorar, bueno, soy así. Igual que cuando conté que no disfruté el embarazo. Obviamente no es que estuve con la panza diciendo “odio esto, odio lo otro”. Además, yo estaba muy contenta con que iba a tener una hija. Pero después de que la tuve, compartí lo que me pasó. Yo había visto en redes que todas se sentían increíbles, que estaban en su mejor momento, que nunca les había brillado tanto la piel, el pelo. A mí eso no me pasó.
¿Cómo lo viviste vos?
A mí me pasó que me quería comer un paquete de galletitas por día, estar sentada en el sillón, me molestaba cuando dormía. También me pasaba que a todos los chequeos médicos iba con pánico de que pasara algo. Entonces no disfruté el embarazo. No disfruté en ningún momento. Obviamente el final era tener una hija y era lo que yo más quería en el mundo. Pero todo el proceso de estar embarazada yo lo tenía muy idealizado y para mí no fue así.
¿Y el posparto?
Otro tema, ahí lo único que me querían preguntar era si había tenido cesárea o parto vaginal. Como que hay mucho debate en algo que tiene que ser íntimo, privado y a elección de cada una. No sos más ni menos madre, lo mismo pasa con la lactancia. Como que hay mucho de “me van a juzgar o me van a decir... Entonces yo voy a mostrar la madraza que soy porque le doy la teta, porque tuve un parto así”. Pero no. Por eso también quise mostrar mi verdad. Hay un montón de gente que elige la cesárea y también está bien. Es una elección de la madre. Obviamente con todas las cosas médicas en el medio, ¿no? Pero me parece que cada una puede elegir en ese sentido y está bueno que se elija y está bueno que no se idealice.
¿Qué trajo la maternidad a tu vida?
Literalmente me pasó de sentir que no me puede entrar tanto amor en este músculo del corazón. También sentí mucha responsabilidad, muchísima, por ella y también por mí. Como que aprendí a cuidarme mucho más ahora. Quiero vivir toda la vida para verla crecer y que ella me tenga siempre y que nunca me tenga que perder. Otra cosa que me pasó al principio es obsesionarme por tener todo bajo control, me sobreinformé y medio que enloquecí. No soy controladora, pero sí soy perfeccionista. Y las cosas que hago quiero que sean perfectas.
La maternidad es imperfecta.
Sí, y me frustra un montón, pero bueno, ahí estoy, con terapia.
Steph Demner es una de las influencers más famosas de Argentina. - Créditos: Mica Bianchi.
¿Cómo fue tu historia de amor con Guido?
Lo conocí a través de las redes. Yo en ese momento estaba soltera, estaba viendo stories y de repente me aparece él en el IG de un amigo en común. Le mandé un mensaje a mi amigo para que me lo presentara, pero no me tomó muy en serio. Insistí, fui con otro tenista amigo que es más frontal. Y al ratito me manda un mensaje Guido. Ahí empezamos a chatear y chateamos como un mes. Él estaba de viaje. Y cuando nos vimos, confirmé que todo ese mes que habíamos chateado y nos habíamos como enamorado por chat era real. Y vino directo a casa porque en ese momento me inventaban romances y yo no quería que nos vieran en un lugar público.
¿Hacía mucho que te habías separado (de Grego Rosello)?
Seis meses, más o menos, poquito.
¿Y te costó volver a creer en el amor o rápidamente te enamoraste?
Sí, yo soy una enamorada del amor, como que siempre estaba buscando el amor. A ver, yo dejo que las cosas me pasen. No es que digo “no, no es momento ahora para enamorarme”. Si a mí me gusta y empiezo a hablar y me encanta su personalidad y después lo veo y todo fluye, no voy a decir “no, me separé hace muy poquito”. La realidad es que sí, fue un poco rápido y sí me pasó que quizá yo hubiese esperado un poco más para blanquear, pero no tuve opción. Porque claro, hicimos una primera salida y ya estaba Ángel de Brito tuiteando: “Stephanie Demner y Guido Pella a los besos”.
Algo en común entre los dos es que son fanáticos de Disney. ¿Qué emociones te genera Disney?
A ver, yo obviamente era fanática de Disney, pero Guido realmente es muy fan. Él, por su trabajo no tuvo una infancia normal. Desde los seis años estuvo con una raqueta, desde los 11 estuvo viajando por el mundo totalmente solo. Entonces, él cada vez que podía, iba a el Disney que tenía cerca, no importaba en qué lugar del mundo.
Se conecta ahí con algo de la niñez.
Es que cuando estás en Disney, te conectás con tu presente y solo estás ahí, siendo un niño, volviendo a tu infancia y siendo feliz. Como que es un mundo de fantasía en la vida real.
Ahora Guido, jubilado de tenista, debería ser agente Disney, ¿no? Sí, re (risas). Si él no está viviendo en Orlando todavía, es por mí.
¿Y qué onda esto de acompañar ese proceso? Porque debe haber sido difícil, el retiro.
Obviamente, fue muy difícil porque es algo que hizo realmente toda su vida y también porque él no sabe hacer otra cosa. La gente que es tenista y llega a ser 20 del mundo tiene que dejar todo. Es más, tenés hasta que pedir plata prestada, endeudarte y trabajar toda tu vida para devolver esa plata. No tenés tiempo de hacer algo en paralelo por si no funciona el tenis. A él, por suerte, le fue realmente muy bien, pero cuando dejó el tenis fue como “bueno, ¿qué hago?”. Él ahora se va a tomar un par de años sabáticos para pensar con qué sigue. Está disfrutando de la vida y yo estoy feliz con que él disfrute de esa vida porque padeció tanto todos estos años...
¿Vos lo viste pasarla mal?
Él entraba a la cancha muy angustiado y salía de los partidos, no importaba el resultado, con mucha angustia. Que haya tenido la valentía de dejarlo es re admirable. Porque él físicamente podría haber seguido, pero estaba padeciendo tanto anímicamente que tuvo que frenar. Venía mal y la llegada de Ari, nuestra hija, fue un antes y un después.
Algo que observó en vos, también, de esto de ser disfrutadora de lo que vas haciendo y eligiendo...
Yo creo que eso tuvo mucho que ver. A él le pasaba que la gente que tenía al lado no disfrutaba de su trabajo y creía que nadie podía disfrutar de su trabajo. Me conoció a mí y ahí se dio cuenta de que hay gente que sí disfruta de su trabajo. Y ahí fue cuando cambió y dijo: “Listo”.
¿Vos te considerás workaholic?
Sí, obvio. Si hay un término más arriba que workaholic, también lo soy.
Y después de que nació Ari, ¿te cambió de alguna manera tu vínculo con el trabajo?
No, al principio no entendía cómo la gente volvía a trabajar. Yo quería trabajar de tener a mi hija a upa todo el día. Pero después empecé a balancear tiempo para mí y tiempo de calidad con ella. El 24/7 de dedicación full mamá a mí me dejaba muy agotada. Necesitaba salir, despejarme un poco, trabajar un poco, sentirme productiva. Y volver más feliz a darle toda mi atención y toda mi plenitud a mi hija. Yo prefiero darle tiempo de calidad a estar todo el día pero que la mitad del tiempo esté mirando el celular mientras ella juega sola.
También empezaste a hacer contenido de maternidad...
Sí me empezó a pasar que encontré una nueva faceta, que es la maternidad, que a la gente le encanta ver. Muestro mis días normales y la muestro mucho a Ari porque la gente la ama y ella recibe mucho amor. Al principio me daba duda que le llegara toda esa energía, yo soy muy de las energías. Pero recibió tanto amor todo el tiempo, y recibe tanto amor en mis redes sociales, que no me arrepiento de mostrarla.
“Si puedes soñarlo, puedes hacerlo”, decía Walt Disney, ¿qué sueño estás construyendo ahora?
Por un lado, se viene el casamiento a fin de año, y en lo laboral, me imagino un Serendipity que escale al mundo, y estamos en ese proceso.
Agustina Vissani Secretaria de Redacción de @somosohlala, content manager de SOMOSOHLALA.COM y co-conductora del podcast Neurohacks. Especialista en moda y análisis de tendencias.
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