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Ho´oponopono: ¿cómo puede ayudarnos a resolver problemas?

La escritora Mabel Katz, predicadora de esta ancestral práctica hawaiana para la resolución de problemas, presentó su libro 100 preguntas para el Ho´oponopono. La entrevistamos y esto nos contó.


Cómo iniciar un camino más espiritual

Cómo iniciar un camino más espiritual - Créditos: Getty



La escritora Mabel Katz, predicadora del Ho´oponopono, esta ancestral práctica hawaiana para la resolución de problemas, vino a Buenos Aires a presentar su libro 100 preguntas para el Ho´oponopono. “Mi frase preferida es ‘suelto y confío’”, dice a OHLALÁ! “El Ho’oponopono deja en claro que tengo que considerar que hay algo adentro mío, que no tengo que saber qué es, ni revivirlo ni escarbar o analizar nada, solamente tengo que entregar, entender que hay algo de lo que sí soy responsable y soltarlo para que la otra parte mía (que es inconsciente) lo pueda solucionar mejor que yo. Con “gracias” y “te amo” lo que estoy haciendo es entregar y tomar responsabilidad, estoy volviendo al presente. Nunca estamos presentes, nuestro intelecto nos lleva siempre al pasado (revolviendo y martirizándonos), o preocupándonos por el futuro”.

Antes de conocer Ho’oponopono practicabas otras disciplinas holísticas: ¿por qué Ho’oponopono llamó tu atención?

Estaba buscando un camino más fácil y más corto, si bien había practicado otras técnicas como rebirthing (renacimiento) que me ayudó muchísimo, también observaba que había mucho drama para sanar y siempre la culpa era del otro. Y el rebirthing me introduce a Ho’ponopono.

¿Cuál fue el primer cambio que notaste en tu vida después de practicar a diario Ho’oponopono”?

Muchas cosas se acomodaban. Una de las más importantes fue cuando dejé de trabajar en relación de dependencia en un estudio contable y decidí abrir mi propio estudio, que fue un gran cambio para mí porque siempre había preferido la seguridad y estabilidad del trabajo en dependencia. Por otro lado, la más dramática, por así decirlo, fue cuando decidí separarme y mi exesposo me plantea que él quería quedarse en la casa con nuestros hijos. Lo primero que se me pasó por la mente fue todo lo que había hecho por él, todo lo que lo había ayudado con su profesión, lo que habíamos pasado juntos, (éramos los dos inmigrantes), y en otro segundo instante me vino otro pensamiento que fue “él me estaba ayudando” (por supuesto no lo sabía), a tomar una decisión sobre algo que yo tenía que hacer y no era fácil. Lo acepté, me mudé a quince minutos de ahí. Ho’oponopono me ayudó a tomar decisiones, a hacer cambios en mi vida, que cualquiera de afuera los podría haber visto como algo muy difícil y, sin embargo, me fue muy bien. Fue dejarme llevar y confiar. 

En tu libro hablás de soltar y la resignificás. ¿Nos contás de esa herramienta? 

Mi frase preferida es ‘suelto y confío’, es la que más utilizo. Voy a aclarar algo, porque todo el mundo piensa que Ho’oponopono son las cuatro frases (lo siento, perdóname, gracias y te amo) y ahí se terminó. No es así. Las cuatro frases son las que hicieron famoso al Ho’oponopono y atrajeron a tanta gente a esta técnica. Pero aprendí que solamente repitiendo “gracias” en tu cabeza o “te amo” puede hacer la diferencia. 

Lo que hacemos con Ho’oponopono es tomar cien por ciento responsabilidad (que no es culpa), cuál puede ser la memoria que está tocando mi subconsciente que atrae eso que no me gusta o incluso lo que me gusta. El Ho’oponopono deja en claro que tengo que considerar que eso es algo adentro mío, que no tengo que saber qué es, ni revivirlo ni escarbar o analizar nada, solamente tengo que entregar, entender que hay algo de lo que sí soy responsable, y soltarlo para que la otra parte mía (que es inconsciente) lo pueda solucionar mejor que yo. Con “gracias” y “te amo” lo que estoy haciendo es entregar y tomar responsabilidad, estoy volviendo al presente. Nunca estamos presentes, nuestro intelecto nos lleva siempre al pasado (revolviendo y martirizándonos), o preocupándonos por el futuro. 

A mí me resulta “suelto y confío”. Ho’oponopono es “lo siento, perdóname por aquello que está en mí que ha creado esto”, pero es algo que está en mí, de vuelta, ni culpables, ni pecadores, sino oportunidades para corregir errores. Si hay algo que te molesta es algo que hay adentro tuyo, sino no te molestaría.

Creemos estar en control, pero en cuanto piensas o te preocupas estás fuera de control. Lo que necesitamos es relajarnos, soltar, respirar profundamente y dejarnos guiar, eso es lo principal, pero soltar tampoco hay que confundirlo con resignarse o no hacer nada, sino que es hacer desde la inspiración, dejar de repetir memorias. 

En tu libro decís que “la relación ideal es la que te permite corregir errores”.  Contame más sobre esta frase

Si pensamos en la pareja, simpre estamos buscando la pareja perfecta, ¿no? Y yo siempre les digo, ¿sabes cuál es? La que te va a mostrar lo que tenés que trabajar.

Si estamos juntos es porque ya hemos estado juntos en otra vida y nos estamos dando otra oportunidad, entonces van a surgir cosas y lo principal es no tomártelo personal y saber que no tiene nada que ver con lo que está pasando ahora, sino que son realmente memorias de otra vida. Todo el mundo, un jefe, alguien que te atiende mal en un bar, o un taxista, todo el mundo que aparece en tu vida tiene algo, una memoria o algo que trabajar, algunos son más fáciles que otros, algunos se van más rápido de tu vida que otros, otros se siguen quedando porque hay más por trabajar, pero para eso vinimos.

Que difícil en las relaciones tóxicas diferenciar cuándo terminar porque no hay más nada que hacer…

Sí y es muy importante, me gusta aclararlo. Suponte que una mujer está en una relación violenta o una situación de abuso, no es “ah, como soy responsable me tengo que dejar abusar”; no. O “como es lo que me tocó y porque tenemos memoria y tengo que trabajarlo…”, tampoco. Lo que puede llegar a pasar es que una haya elegido eso inconscientemente para poder despertar, para aprender a poner límites, para empezar a querernos y decir “eso no está ok conmigo” o “hasta aquí llegué”, “yo ahora me voy a respetar, y no lo voy a permitir”. Ho’oponopono lo puedes practicar a la distancia, no tienes que quedarte ahí siendo abusada para poder hacer la limpieza de esa memoria y corregirla. No. Pero acá está la clave: me tengo que ir de ahí tomando responsabilidad: “yo lo atraje”. En cambio, si me voy porque “es el otro”, “me maltrata”, “es celoso”, “no quiere cambiar” así no cambio yo, no sano y lo voy a volver a repetir, lo voy a atraer en alguien más, en un jefe o en otra pareja.

¿Cuál fue tu percepción de Latinoamérica sobre la vida espiritual de las personas y su evolución? 

Noto que la población latina en el mundo en general está mucho más abierta que, por ejemplo, la anglosajona. Tal vez porque son más creyentes. Yo no era creyente, yo no creía en nada si no lo podía ver o tocar; me volví creyente cuando empiezo a practicar esto de creer en mí y me di cuenta que todos tenemos una parte nuestra (yo decidí llamarla Dios), que está dentro de cada uno y que es la parte que más nos conoce, que tiene todas las soluciones a los problemas que se nos presentan.  Cuando somos creyentes es más fácil hablar sobre espiritualidad, aunque también me encanta hablarlo con alguien no creyente. Me encanta hablarles a personas intelectuales porque yo estuve ahí, pero recuerdo también el cambio que fue en mi propia vida, el empezar a creer, el empezar a confiar, soltar y confiar.

¿Cómo sería un mundo donde todos practicaran Ho’oponopono? 

Una vez me preguntaron cómo definiría un mundo feliz y sería uno en donde todos hiciéramos lo que amamos, donde utilizáramos nuestros talentos únicos e innatos, amáramos. Así todos tendríamos dinero y recursos, estaríamos todos en propósitos. Y la interacción entre la gente sería desde el amor, porque la gente feliz no mata, no se aprovecha, no abusa, es simplemente feliz. Para mí es eso y, en este momento en particular, volvernos padres y madres felices para mostrarles a nuestros hijos que ellos también pueden ser felices.

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