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Educación emocional: ¿qué necesitás desarrollar en cada etapa de la vida?

La infancia, la adolescencia y la juventud son oportunidades para que las personas mayores acompañemos un desarrollo emocional que potencie a nuestros hijos. La educación emocional puede desarrollarse durante toda la vida.


Cómo acompañar en la educación emocional de nuestras infancias

Cómo acompañar en la educación emocional de nuestras infancias - Créditos: Getty



Hace tiempo se asume que el coeficiente emocional es más importante que el coeficiente intelectual para el éxito en la vida. Es decir, se comprende la importancia de las competencias emocionales, no solo para el desarrollo armonioso del ser humano, sino también para establecer y sostener vínculos, potenciar el aprendizaje o en el logro de nuestras metas.

¿Qué son las competencias emocionales? Son aquellas cualidades que determinan la inteligencia emocional y deben entenderse como competencias básicas para la vida, esenciales para el desarrollo integral de la personalidad. La educación emocional es el proceso continuo y permanente, que atravesamos a lo largo de la vida, que nos conduce al desarrollo y potenciación de las habilidades o competencias emocionales.

En la infancia, las bases del universo emocional

En la infancia se sientan las bases de lo que será el universo emocional de cada ser humano. Las neuronas espejo están muy activas, el niño percibe la emocionalidad de quienes lo rodean como si fuera la suya propia. Por eso, la forma en que vivencien sus emociones los adultos determinará su universo emocional.

En esta etapa lo importante es ejercitar en los peques la conciencia emocional, el reconocimiento de las emociones propias y de los demás. La clave es permitir la libre expresión del universo emocional de las infancias, no reprimir sus emociones, pero brindando un entorno de seguridad y estableciendo límites, por ejemplo, frente a un berrinche. El canto, el baile, el juego libre, los libros, el arte son algunas formas de ejercitar la conciencia emocional.

Cuando se amplían los entornos

En la segunda infancia se comienza a sociabilizar e interactuar en diversos entornos, como la familia, la escuela o el club. En esta etapa van aprendiendo la regulación emocional, haciéndose más conscientes del abanico de emociones y aprendiendo a responder adecuadamente al momento que se presentan.

La clave en esta etapa es promover el consenso, respetar pautas de convivencia y que se expresen, actuando desde el respeto y la escucha activa.

El deporte, las competencias, convivencias y campamentos permiten a los niños este aprendizaje. También, actividades como el frasco de la calma, juegos de mesa, historias inspiradoras, leyendas y películas de héroes que superan desafíos y obstáculos.

La adolescencia y sus desafíos emocionales

Luego viene la adolescencia, una etapa donde ya la juventud establece vínculos fuertes y profundos, emerge la sexualidad, se comparten ideales o principios, el universo emocional también se transforma y revoluciona.

Empiezan a encaminarse hacia el logro de metas y surge la necesidad de diferenciarse de sus padres e ir encontrando su propia identidad. En este momento deben desarrollar la autonomía emocional, la habilidad para hacer escuchar su voz pacíficamente, equilibrando su sensibilidad frente a la influencia externa con el carácter y la propia seguridad.

La clave en este tiempo es permitir que se sientan seres únicos y especiales con infinitas posibilidades, con su propia autonomía e identidad, sintiendo lo mismo hacia el otro. Para esto es necesario dejarles cierto espacio de libertad, que se animen a tomar decisiones propias, equivocarse y volver a intentar, ya sea con amigos, una novia, en sus estudios, salidas o proyectos.

Es necesario estar presentes incluso desde el silencio, generando un espacio de diálogo en el momento necesario, abriéndoles interrogantes para que ellos encuentren su propia respuesta, mostrándoles el camino con nuestro ejemplo de vida.

La inserción en el trabajo

En la juventud, con la inserción en el mundo laboral y el desafío de consolidar vínculos o formar una familia, surge la importancia de las competencias sociales, de manera de poder desenvolverse satisfactoriamente y ser facilitadores de las relaciones interpersonales en todos los contextos.

La clave en este momento es que se permitan y permitirles abrir espacios de liderazgo personal y grupal, que ejerciten la posibilidad de influir en los demás, liderar e ir tomando las riendas de su vida definitivamente. Escuchar sus ideas, anhelos y proyectos de igual a igual, alentándolos a emprender e ir por sus sueños, ya sea a la hora de formalizar una relación, organizar un viaje, iniciar un negocio o encaminar su carrera profesional.

Si bien sabemos que estas competencias se aprenden desde la infancia, hoy se sabe que todas las competencias emocionales se pueden desarrollar y potenciar en cualquier etapa de la vida.

A lo largo de su desarrollo emocional, nuestros hijos necesitan la contención y acompañamiento necesarios para hacer ese aprendizaje. Como padres, la regla de oro es hablarles y acompañarlos desde el respeto y la libertad, pero sobre todo desde el ejemplo. Y comprender que nuestros hijos son nuestro espejo, de manera que en ellos se refleja nuestro propio universo emocional.

Experta consultada: Roxana Anahi Timo, médica, Health Coach

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