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Acantilado de cristal: el lado oculto del liderazgo femenino

Romper el techo de cristal es un logro, pero a veces, del otro lado, nos espera un precipicio.


¿Cómo potenciar tu liderazgo? ¿Qué características básicas deberías tener?

Mujeres líderes: ¿qué nos diferencia de los varones? - Créditos: Getty



Alcanzar el tan ansiado techo de cristal se siente liberador. Histórico. Como si, por fin, hubieras llegado. Pero, después del golpe seco del ascenso, cuando baja el polvo..., a veces no hay una alfombra roja ni una sala de reuniones con vista al río esperándote. Lo que hay, muchas veces, es un precipicio. Una empresa en crisis. Un proyecto al borde del colapso. Una misión imposible disfrazada de oportunidad. Y, aunque la sonrisa de quienes te ofrecieron el cargo parecía genuina, ahora entendés que escondía algo de nerviosismo. 

Este fenómeno se llama acantilado de cristal, y explica por qué tantas mujeres llegan a puestos de liderazgo justo cuando todo está a punto de explotar. Y también por qué, si las cosas no salen bien, la culpa suele recaer sobre ellas. 

La teoría fue planteada en 2005 por las psicólogas británicas Michelle Ryan y Alex Haslam, después de estudiar a las empresas más grandes del Reino Unido. ¿El hallazgo? Cuando todo va mal, cuando nadie quiere hacerse cargo..., ahí sí buscan una mujer. Cuando el margen de maniobra se achica, cuando hay que “ponerle el cuerpo” a un incendio institucional, aparece el llamado al cambio. Un cambio que tiene cara de mujer. No es reconocimiento al liderazgo femenino, sino una forma elegante de pasarle la bomba a alguien más. Lo que parece un sueño cumplido, muchas veces es, en realidad, una trampa disfrazada de premio. 

EJEMPLOS QUE CONFIRMAN LA TEORÍA  

1. Marissa Mayer llegó a Yahoo! en 2012, cuando la empresa ya estaba perdiendo terreno frente a Google y Facebook. La nombraron como la salvadora, pero con recursos limitados y un modelo de empresa antiguo para los avances del momento, no pudo dar vuelta la situación. En 2017, tras la venta de Yahoo! a Verizon por US$4,5 mil millones, Mayer renunció a su puesto.  

2. Mary Barra asumió como CEO de General Motors en 2014, en pleno escándalo por defectos de seguridad que habían causado muertes y de los que GM estaba al tanto desde 2001. A pesar de la presión y el difícil contexto, Barra tomó el control, asumió la responsabilidad y transformó la cultura interna de la empresa. Hoy, se la reconoce como una de las líderes más respetadas de la industria automotriz. En medio de la crisis, pudo dar vuelta la historia. 

3. Isela Costantini llegó a Aerolíneas Argentinas en 2015 con el desafío de mejorar la eficiencia y reducir el déficit de la empresa. Con su estilo renovador, logró importantes cambios, pero la situación de la aerolínea acompañada por el clima político y económico hicieron que su etapa al frente fuera corta. En 2016, renunció por “motivos personales”. 

EL ACANTILADO DE CRISTAL EN NÚMEROS  

Las cifras no mienten y, como confirma un metaanálisis publicado en la American Psychological Association en 2020, las mujeres son más propensas a ser elegidas para posiciones de liderazgo en empresas en momentos de crisis. 

  • 50%  más probabilidades de que una mujer sea elegida como CEO en una empresa en crisis (London School of Economics, 2016).  
     
  • 42% de las mujeres ejecutivas son nombradas en situaciones críticas. En hombres, solo el 22% (ScienceDirect, 2024).  
  • 4 veces más propensas que los hombres a dejar el cargo de CEO antes del año, por la presión de ser elegidas en un momento con múltiples, a veces imposibles, obstáculos (Financial Times, 2023).  
     
  • 5,2 años es la duración promedio del mandato de una CEO mujer, frente a 8,1 años en los hombres (The Guardian, 2023). 
     
  • 38% de las CEO mujeres fueron forzadas a dejar su cargo en la última década, frente al 27% de los hombres (Strategy&, 2023). 

Está claro: para nosotras, un cargo de liderazgo no siempre es un premio. A veces es una trampa. Y aunque huela a incendio, cuesta decir que no. Lo vivimos como una victoria, y en parte lo es. Pero también es injusto tener que demostrar nuestro valor en desventaja. 

DE LA OFICINA A LA CAMA: EL ACANTILADO TAMBIÉN ES EMOCIONAL 

Como comentó la escritora, politóloga y comunicadora Florencia Freijo en un episodio de OHLALAND!, lo estructural del acantilado de cristal no se queda en la oficina. Sino que se cuela en la cama, en la cocina..., en la vida cotidiana, pero sobre todo en los vínculos afectivos. “Estoy cansada de ser el sostén de mi pareja”, decimos muchas. Y ahí es donde, como dice Flor, entra la pregunta incómoda: ¿quién lidera el conflicto emocional, esa situación problemática que se genera dentro del ámbito de lo vincular? ¿Quién lo pone en palabras? ¿Quién manifiesta? ¿Quién lo dice? 

De la misma forma en que nos nombran para liderar empresas en llamas, también nos convocan (o nos autoconvocamos) para sostener relaciones que vienen tambaleando. En ambos ámbitos, en el profesional y en el personal, demasiadas veces somos las encargadas de resolver lo que se rompe.  

Queda claro: el acantilado de cristal también es emocional. Y estar siempre al frente del incendio, sea en el trabajo o en el amor, no es empoderamiento. Es sobrecarga. 

¿QUÉ PODEMOS HACER? 

  • Primero, ponerle nombre. Porque muchas veces el acantilado no se ve... hasta que ya estás cayendo.  
     
  • Segundo, en la pareja, recordar que las relaciones se construyen con el otro y pedir su apoyo, compromiso y esfuerzo es válido. En el trabajo, exigir condiciones reales para liderar. Si te ofrecen un puesto clave, preguntá: ¿hay presupuesto? ¿Hay margen de decisión? ¿Hay apoyo o estoy sola?  
     
  • Y, sobre todo, cambiar el relato. En la oficina, en el vínculo y en la vida. Dejar de contar estas historias como fracasos individuales y empezar a verlas como lo que son: síntomas de un sistema que nos delega la crisis.  

Ser mujer no nos hace ni peores ni mejores líderes. Romper el techo de cristal sigue siendo revolucionario. Pero si del otro lado nos espera un abismo, es hora de construir un puente, no una trampa. 

 

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