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“El de gorra te mira todo el tiempo”: una joven alertó a otra con un papelito en un micro

Así una chica trató de cuidar a otra de un posible abuso en medio de un viaje de larga distancia; el mensaje se viralizó en redes tras el posteo de una de ellas


Sororidad en un micro

Sororidad en un micro - Créditos: Twitter



“Fijate que el de gorra roja te mira todo el tiempo. Yo me bajo en Trenque. Entre nosotras nos cuidamos”, decía un papelito arrugado escrito a mano por Elina Minghetti, quien, asustada por la conducta de un varón, encontró la forma de alertar a otra pasajera con la que compartía un micro de larga distancia.
Pilar Patek era la joven alertada. Ella fue quien decidió dar a conocer este episodio de sororidad en redes sociales y subió una foto de ese papelito a Twitter. En poco tiempo se viralizó. “Siento mucha impotencia, ni siquiera se puede viajar cómoda y tranquila”, comenzó escribiendo esta joven de América, provincia de Buenos Aires. “Iba mirando una peli en el micro cuando una chica que estaba sentada atrás mío me pasa un papelito”. Y agrega: “Gracias, Elina Minghetti, por avisarme y poder estar atenta. Entre nosotras nos cuidamos”. Cierra con un corazón violeta, ícono feminista.
El papel que menciona es el que le pasó Elina, quien observó una situación de peligro mientras viajaba en el colectivo a Trenque Lauquen y alertó a la joven. “Fijate que el de gorra roja te mira todo el tiempo. Yo me bajo en Trenque. Entre nosotras nos cuidamos”, le decía.
Entre un centenar de comentarios de otras mujeres que se identifican con esta actitud solidaria, de cuidado se encuentra la respuesta de Elina. Mientras que Pilar le agradece haber estado atenta, la otra joven le responde que no hay nada que agradecer. “Como te dije antes, nada que agradecer. Y me alegra que pudieras seguir tu viaje tranquila”, fue el mensaje, también coronado por un corazón violeta.

El mensaje de Pilar

La respuesta de Elina

Lo vivido por las mujeres en el colectivo

Elina relató lo sucedido en una entrevista con el canal TN. “Me subí al micro a las 22.50, ya había gente porque comienza el recorrido en General Pico (La Pampa), y subí en América. Yo me dirigía hasta Trenque Lauquen, que es donde actualmente vivo y trabajo. Adelante mío subió Pilar”, empezó a relatar.
Contó que Pilar se sentó delante suyo y que el resto de los asientos estaban casi todos ocupados. Estaban en América, recién subían cuando empezó a notar que un hombre, con gorra roja y barbijo oscuro, se daba vuelta para mirarla a Pilar.
“Al principio imaginé que la conocía o la quería saludar. Después me di cuenta de que no. Pilar no tenía acompañante y se acostó en las dos butacas. Pensé que estaba dormida, por eso decidí escribirle en un papel, para no despertarla”, sumó Elina. Cuando tiró la nota vio que Pilar no dormía, sino que estaba viendo un video en su celular con los auriculares puestos. “Se dio vuelta tras leer la hoja y le dije que no tenía problema en acompañarla, pero me contestó que no, que su bajada era en Pehuajó”.
Según relató, se quedaron charlando en el micro. “Este hombre no paraba de mirarla. Era constante e incómodo. En Trenque Lauquen vimos que se bajó. Nos quedamos unos segundos observando adónde iba, pero en la terminal se perdió”, dijo. “Se dio cuenta de que ya lo habíamos detectado y se bajó muy apurado”.
Entonces, las mujeres respiraron tranquilas. “Una vez que se bajó acá le choqué el puño, le dije que no tenía nada que agradecerme. El tema es que somos de pueblos chicos y cuando viajamos a ciudades más grandes nos intranquilizan estas cosas. Yo a Pilar la conocía porque ella es de América y yo vivía ahí. Después me escribió para agradecerme”, contó Elina.
Luego vinieron, también, los miles de agradecimiento y reflexiones por redes sociales.

“Las mujeres están más atentas al autocuidado y al cuidado colectivo”

El licenciado en Psicología Alejandro Viedma (@aleviedmapsi), especializado en género y diversidad sexual, suma una lectura ante este caso de sororidad entre dos jóvenes. Empieza su reflexión recordando la violación grupal en Palermo, para referirse al “antes de”, a la importancia de cuidarnos entre las mujeres y las disidencias.
“Cuando ocurrió la violación grupal en Palermo, tomé nota de algunas reflexiones personales: se debe continuar denunciando estos sucesos violentos para seguir sensibilizando acerca de los temas que se relacionan con el machismo y el patriarcado que aún resisten en nuestras sociedades. Las mujeres (solas, especialmente) y disidencias todavía están vulnerables frente a un tipo de varones que las tratan como su objeto y están expuestas porque no hay ni zona ni horario protectores ante esos ataques. Y hay que seguir luchando contra estas cuestiones que insisten en operar de manera profunda y persistente: la supremacía del poder del “macho” y la sumisión total de la mujer/disidencia ultrajada, tomada como una cosa -por ende, desvalorizada- y no como un ser humano”, señala.
“No existe rasgo alguno de amorosidad ante un otro porque no se lo considera como tal, como un semejante, como un par, como una persona con derechos. Esa violación grupal conmocionó socialmente porque tiene casi todos los posibles componentes nefastos. Así como vamos aprendiendo que del cuerpo del otro no se opina, debemos remarcar que el cuerpo del otro no puede ser abordado sin consentimiento de esa persona”.
El “antes” de
“Pero hay otros episodios que, al parecer, resultan más sutiles, aunque no sabemos cómo podrían terminar si no se los frenara o previniera”, dice. “Las mujeres y disidencias, sobre todo, hoy están más atentas al autocuidado y al cuidado colectivo. Y esta situación (de la “notita”), justamente, sucedió en un colectivo, en un micro de larga distancia, donde hubo tiempo para accionar desde ese aspecto que no siempre puede hacerse presente: la prevención de un abuso, la prevención de probables violencias varias. Lo novedoso aquí es que se viene construyendo una empatía por identificación, un entramado sororo sin conocer, en muchos casos, a la persona afectada, pero hay un sentimiento de pertenencia, porque “somos del mismo grupo” vulnerado: feminidades y diversidades”.
El después
“La otra cara de la moneda: Los comunicadores sociales (cualquiera sea su sexo/género) y personas que ocupan cargos públicos (legisladores, por ejemplo) también son responsables en coincidir con, avalar y reproducir discursos misóginos y LGBT-odiantes. Estar desinformados y hablar masivamente desde el prejuicio es ser, como mínimo, irresponsables”, reclama.
“Por otra parte, hay una responsabilidad colectiva, dentro de las mujeres y las disidencias, en no dejar el hecho violento allí. Se busca justicia para la víctima y sus familiares/seres cercanos. Conciencia y reclamos colectivos desde una red de mujeres, organizaciones y activistas independientes LGBTIQ + atentas aún post sucesos violentos, en el seguimiento de los casos, y observando de cerca y grupalmente para que haya una condena eficaz. Que eso esté sucediendo hace un tiempo es un cambio positivo, un gran avance. Que la cosa no quede en la nada, y que haya memoria y verdad es, además, sentar precedente. Como ocurrió, por ejemplo y hace unos años, con el travesticidio de Diana Sacayán o, como transcurre en estos días, con el pedido de absolución total para Higui (atacada hace unos años por una patota y quien se defendió de ese hecho aberrante y ‘correctivo’)”.

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