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María Abadi, entre el éxito de "El Encargado 2" y su faceta como astróloga: "El psicoanálisis y la astrología se complementan"

Viviendo el éxito de "El encargado 2", hablamos con la actriz sobre su nueva faceta como astróloga, sus descubrimientos, sus dificultades y sus deseos para este nuevo año.


Producción deVirginia Gandola

Top y falda (Valentina Karnoubi, $104.000 Y $184.800).

Top y falda (Valentina Karnoubi, $104.000 Y $184.800). - Créditos: Mica Bianchi



Un martes de mucho calor, en plena vorágine de diciembre, nos encontramos con María Abadi en la estación de Tigre para tomarnos una lanchita rumbo a las profundidades del delta. Queríamos que la primera edición del 2024 fuera un recordatorio del poder del agua y la importancia de su cuidado, y el agua terminó siendo también la metáfora deseada: hacer un poco la plancha y dejarnos fluir con su energía. 

María, que volvió a sorprendernos con un coprotagónico brillante en la segunda temporada de "El encargado", es, desde hace algunos años, astróloga. Y aunque ella se autodenomina "antiastróloga", estamos convencidas de que es la persona ideal para hablar de energías, de nuestra conexión con lo que pasa en el cielo y también, por qué no, del poder que tenemos todos de frenar, observarnos y redescubrirnos. Eso hicimos juntas: frenamos en medio del caos de diciembre para contemplar la naturaleza, sus ritmos, los nuestros, y pensar un 2024 conectadas con lo que deseamos.

¿Cómo venís llevando el éxito de El encargado
Me entusiasma y me pone contenta que se esté viendo tanto, el nivel de exposición es casi el de una tira en prime time de hace algunos años. Lo que sí me pasa es que por momentos soy bastante exigente. De hecho, haría un montón de cosas distintas. Lo hablaba con una amiga y me decía: “Sos una hinchapelotas, estás re bien”. Tengo eso que me sale de la megaexigencia que no puedo evitar. Tal vez a cada una de las personas le pasa con su laburo, yo siempre veo lo que podría haber sido mejor, no puedo controlarlo...

¿Y si no te ves?
Pero lo que me pasa también es que me ha servido mucho verme. De hecho, cuando veo El encargado, si yo ahora tuviera que hacerlo, hay mil cosas que corregiría y que las puedo corregir porque las veo. Entonces también le doy una utilidad a verme, necesito saber qué hice.

¿Sos de revisarte en la vida con tus acciones y tus decisiones?
Tengo una costumbre malísima, pero no la puedo evitar: me autoescucho los audios. Espero que alguien más lo haga y se pueda sentir identificado con esta cosa horrible. No todos los audios. Pero a veces, cuando mando un audio importante, necesito escuchar de afuera qué dije, cómo lo dije. En general digo “ah, ok, está bien, comuniqué lo que quería comunicar”. Quizá sea algo que me quedó de escucharme en las sesiones de astrología, que siempre las grabo. Tengo un disfrute en escucharme de afuera o escuchar a otra persona. Hay cosas que digo “¡ah!” cuando las escucho decirlas, digo “¡mirá!”. Lo siento mucho más claro.

Me hacés acordar a Eliseo (Francella en El encargado), que se manda mensajes de audio (risas). Hoy, además de actriz, sos astróloga, ¿cómo llegaste a la astrología? 
Fue en 2016, después de los 30, o sea, después de mi retorno a Saturno. A mí la astrología me gustó siempre, pero muy de oído, y en un momento me encontré con un amigo de la secundaria que no veía desde hacía mucho, me dijo que era astrólogo y fue tipo: “¡Ah, mirá qué loco! ¡Tenés que mirar mi carta!”. Y en el momento agarró la compu, puso mis datos y dijo dos boludeces. Le dio muy en el clavo a lo que me estaba pasando. Yo hago terapia desde que tengo 11 años con padre y madre psicoanalistas, imaginate... Viste que hay gente que nunca le dijeron nada y tal vez le dicen algo y de pronto es como un despertar. En mi caso no fue así, pero de pronto me tiró dos puntas que fue como ¡¿qué?! Le pedí que me hiciera la carta y ahí empecé como consultante a tener un vínculo con la astrología. Después hice un curso de cuatro meses y terminé estudiando la carrera en Casa XI. Me pasó que la astrología me empezó a disparar otras cosas que a mí me interesan, como mitología griega, psicología junguiana y cosas que estuvieron en mi vida siempre, y de pronto entendí el link que había entre la astrología, la manera de nombrar y el lenguaje.

“Lo que me dio la astrología es una manera de nombrar patrones de comportamiento de una 
manera mucho más simple y directa”.

También habla mucho de los comportamientos, que en lo actoral te suma.
Eso está buenísimo. La astrología es una manera de nombrar un comportamiento humano con la contradicción necesaria que los actores necesitamos para interpretar. Cuando yo pensaba en Lucila Morris (su personaje de El encargado), lo más lindo de ella es que no piensa que es una hija de puta. De verdad cree que lo que está haciendo está bien. Esa es la riqueza del personaje.

¿Le ponés un signo a cada personaje?
Sí. Lo hago muy al principio, en general, y después me lo olvido. Ahora, me decís cómo era la carta de Morris y ya me olvidé. Pero como que lo hago en el momento porque me sirve para pensar características. Es más de la previa.

¿Y ejercés la astrología o lo tomás como un hobbie?
No hice la carrera pensando en ejercer. Lo que pasó fue que el último año me coincidió con la pandemia y, como todo lo actoral estaba medio en pausa, estudié mucho, me metí. Una amiga que tenía un programa de radio en El Destape me invitó a hacer una columna de astrología y surgió la posibilidad de hacer cartas a la gorra; como yo todavía no me había recibido, me pareció bien. Me escribió un montón de gente y entrené fuerte. De pronto me di cuenta de que me copaba, entonces terminé la carrera y me animé a hacerlo. Después volvió a explotar cuando hice Casi feliz con Seba Wainraich y, hablando de astrología, me invitó al programa y terminé siendo columnista un año y medio. Empecé a tener una cantidad de trabajo ridícula, entonces se aceleró mucho el proceso. En 2023 me pasó que estuve todo el año ensayando para el San Martín [está haciendo la obra Cyrano], que fue un queme hermoso, pero fue un nivel de demanda desconocido para mí. Empezamos a ensayar en mayo y estrenamos el 15 de noviembre. Y fueron ensayos larguísimos, de un tipo de energía muy fuerte. Entonces este año hice solamente algunas consultas sueltas que me pedían, pero casi nada. 

Más allá de un nuevo laburo, ¿qué le trajo la astrología a tu vida? ¿Alguna revelación? ¿Qué aprendiste de vos?
Re. Yo empecé a trabajar de muy chica, estaba en Montecristo, fui la revelación, los premios, las nominaciones. Me fue bien muy rápido, antes de buscarlo. Pero siempre tuve una dualidad. Si me llamaban para hacer un programa juvenil, no aceptaba, me daba la sensación de quemar etapas o de encasillarme en un lugar. Me encantaba actuar, había una parte mía que lo quería, obviamente, pero después había otra parte que no quería lo masivo, que prefería algo más íntimo, teatro independiente, dar clases, estar menos expuesta. Esto pasa con la profesión, pero después lo podría trasladar a otros aspectos de mi vida, donde hay veces que una María quiere una cosa y otra quiere otra. Entonces la astrología puso en palabras algo que necesitaba escuchar: hay una parte mía que tiene ciertos deseos o anhelos y otra que ni en pedo. Y eso no es necesariamente un problema. Las dos son auténticas. 

Blusa y short de lino (Lissié, $36.000 y $48.000), Sombrero (Wihelmina, $130.000).

Blusa y short de lino (Lissié, $36.000 y $48.000), Sombrero (Wihelmina, $130.000). - Créditos: Mica Bianchi

“Hay una parte mía que tiene ciertos deseos o anhelos y otra que ni en pedo. Y eso no es necesariamente un problema. Las dos son auténticas”.

¿Qué te pasaba con esa dualidad antes de entenderlo?
Había una sensación mía de tener que ordenar, de creer que lo que hacía era autoboicotearme, de pensar que se estaba equivocando la que ponía palos en la rueda. Ahora sé que las dos son partes mías y tengo que encontrar la manera de darles lugar a las dos. Lo que me dio la astrología es una manera de nombrar –porque la astrología la pienso como un lenguaje– patrones de comportamiento de una manera mucho más simple y directa. Yo estaba más acostumbrada a un lenguaje psicoanalítico y había algo de esa forma más volada que hacía que no lograra entender. La astrología me lo trajo muy visual, con imágenes, con cosas muy concretas, identificables, y algo de eso me sirvió mucho. Pude reconciliarme con zonas mías que yo sentía que estaban mal, que tenía que cambiar.

¿Sentís en algún punto que astrología y psicoanálisis se complementan?
Hay algo lindo en el complemento de los dos. Es más, hubo un tiempo que no hice psicoanálisis y ahora hace un par de años, ya astróloga, volví a la terapia. Es que si solamente te basás en la astrología, aparece un límite de cuánto podés profundizar, necesitás otras herramientas. El psicoanálisis u otras terapias te ayudan a trabajar sobre eso que nombraste con la astrología.

En tu casa, con madre y padre psicoanalistas, debes haber mamado mucho de ese palo, ¿lo llevás de cierta forma a la consulta para profundizar ahí?
Mi manera de abordar la astrología es re psicológica. Tengo muy entrenado el oído. En mi casa se hablaba del inconsciente todo el tiempo, creo que incluso lo sé desde antes de saberlo. No lo sé porque lo leí, lo sé, estaba ahí. Después de hacer tantas cartas, siento que hoy mi laburo cuando estoy ahí es escuchar a la persona, lo que dice y lo que no dice. Y entender adónde ir y lo que yo le puedo decir. Porque en una hora y media tengo que intentar abrirle una pregunta que después pueda llevar a otro lado para que profundice. Yo no le voy a resolver la vida en una hora y media ni mucho menos. Nadie te resuelve la vida, vale aclarar. Pero soy especialmente consciente de la limitación que tengo. Entonces, mi valor como astróloga es sembrar una semilla.

Dejarte pensando en algo.
Dejar una puerta abierta, que eso te sirva a vos para después entrar a algún lado. Mi laburo, como en el psicoanálisis, es, sobre todo, escuchar. 

Estamos arrancando el año, ¿sos de hacer balances? ¿Analizás astrológicamente cómo viene el año nuevo? 
Miro un poco mi carta. Más o menos voy viendo qué revolución solar tengo. Igual, cada vez menos. Ahora no le doy tanta bola como al principio, que estaba medio fanatizada. Lo que sí, todas mis amigas me preguntan (risas).

¿Te divierte, igual?
Sí, me gusta un montón, me divierte. Y me divierte mucho sobre todo con personas que tal vez no están tan metidas. Y de pronto ofrezco, a veces. Me divierte la astrología. 

¿Y sos de fijarte cómo viene el año más a nivel general? Decís: “Bueno, 2024 viene revolucionado porque van a pasar tales cosas”. 
Eso es astrología mundana, así se le dice a la más colectiva. Ahí tengo como cierta resistencia. O sea, lo puedo leer, y conozco personas que lo hacen súper bien. Pero a mí me parece muy general. Porque lo que tiene de hermoso la astrología es que trabaja con la ley de correspondencia, lo que vos ves son sincronicidades. Lo que mira la astrología es la sincronicidad entre el cielo y la tierra. Pero para mí está bueno no predecirlo, porque, en realidad, no sabemos bien qué es lo que va a pasar. Para mí, lo interesante es decir “mirá lo que está pasando en la tierra, mirá cómo está el cielo, ¿qué relación encontramos?”. Pero la realidad es que no lo sabemos, porque el universo es mucho más creativo de lo que imaginamos. Yo sí puedo decir “che, está esta energía disponible, ¿a qué nos dispara?”. Pero decir que porque está esta energía va a suceder tal cosa me parece muy reduccionista. 

¿Qué deseás vos para este año?
Quiero volver a dar clases de teatro y también hacer más cartas, tener más tiempo para hablar de estas cosas. Este año estuve muy al palo, necesito más de lo otro.
 

Top y pantalón de crochet (Whydonna, $79.000 y $131.250), sandalias (Mishka, $91.000).

Top y pantalón de crochet (Whydonna, $79.000 y $131.250), sandalias (Mishka, $91.000). - Créditos: Mica Bianchi

¿Cómo te resuena nuestro especial “somos agua”?
La verdad es que no soy una persona que está en conciencia permanente. Si digo eso, miento. Pero sí hice un cambio en el último tiempo. Antes tenía cierto prejuicio con los ambientalistas. El típico “preocupate por el pibe que está muerto de hambre más que por el arbolito”. Hoy me doy cuenta de que era una boludez pensarlo así. 

Es mucho más que el arbolito. 
Exacto. Siento que soy de las que tienen que aprender. La diferencia es que tal vez en otro momento lo miraba más como algo ajeno. Y me parece que hoy es algo de lo que todos tenemos que aprender. Informarnos y dejar de subestimarlo como algo que no está en lo inmediato. El problema es pensar que tiene que ver con las generaciones futuras. Está pasando hoy. Ya no podemos hacernos las boludas. No darle importancia a la crisis ecológica es absolutamente omnipotente, soberbio y poco conectado con el mundo. Así como en algún momento, en alguna parte mía tal vez me parecía como de un lugar de privilegio preocuparse por el medio ambiente cuando hay otras cosas más urgentes, hoy me parece hasta egoísta y un desperdicio de privilegio no hacerme medianamente cargo de lo que está pasando.

¿Sos culposa? 
¡Uh, re! ¿Querés que hagamos terapia? (risas). Creo que con el tiempo me volví un poco menos culposa. Pero sí, en general soy una persona culposa. Soy culposa con lo que puedo decir o hacer, me da miedo la posibilidad de lastimar a otro. Tengo una tendencia a querer cuidar. Mi preocupación está en que se sientan contenidos. Hay algo de lo empático, del "te estoy escuchando, no te estoy juzgando". Porque me parece que eso muchas veces permite una apertura. Porque, más allá de que cada persona es un mundo, el aprendizaje que tuve en la cantidad de cartas que hice en este tiempo –y es medio fuerte lo que voy a decir– es que a veces una da por sentado que todos tuvimos una familia muy cariñosa, muy amorosa. Yo he sido una niña muy escuchada, muy amada. Con mil reveses y problemas, pero tengo una base afectiva clara, con una mamá y un papá que me dijeron “che, estoy acá y te quiero”. Después se podían equivocar. Pero muchas veces los que tuvimos una infancia feliz damos por sentado que eso es algo normal. Y la realidad es que no lo es. La realidad es que estamos muy rotos afectivamente. Entonces, es re importante en el espacio que yo construyo traer algo afectivo. No me parece una boludez. Creo que es algo que no abunda y que a mí me gusta hacer, me hace sentir bien. 

También das clases de teatro, ¿ahí también te pasa de buscar generar estos espacios de contención?
Ahora justo no estoy dando, pero extraño, así que el año que viene voy a empezar a dar de nuevo. Pero sí, me pasaba mucho con mis alumnos de teatro también, siempre priorizo en mis clases que sean un espacio donde haya contención, un lugar amoroso. Creo que eso lo heredé un poco de mi viejo, o lo vi en mi papá. No me gusta nada la cosa fría o violenta en lugares de jerárquica. Mis clases de teatro son re horizontales. No es que digo “esto es lo único que está bien”, quizá otro profesor necesita otra cosa. Pero para mí, cualquier aprendizaje que se haga siempre es mejor con contención y con amor. Durante un montón de tiempo hubo una bajada con relación al aprendizaje en el teatro, sobre todo, ¿no? Como el exponerte, que un profesor te pueda maltratar o que haya situaciones de violencia. Yo he tenido profesores más exigentes y he aprendido muchas veces de esos profesores, pero hoy por hoy no comulgo con esas formas y me parecen innecesarias. 

Vestido de punto, collar (Wihelmina, $89.000 Y $22.600).

Vestido de punto, collar (Wihelmina, $89.000 Y $22.600). - Créditos: Mica Bianchi

“No podemos hacernos los boludos. No darle importancia a la crisis ecológica es absolutamente omnipotente, soberbio y poco conectado con el mundo”.

Estamos en la era de la empatía. Ya no debería hacer falta gritar ni maltratar para que se nos respete.
Siempre tiene que haber otro camino que no sea el maltrato o la violencia. En las clases de teatro eso me pasa un montón, a mí me interesa que la persona se vaya a encontrar con algo que quizá si estuviese sola no encontraría. Para eso, tenés que sentir red, porque si no, eso automáticamente se va para adentro. 

Hacer la plancha, dejarse fluir... ¿te sale eso o te cuesta? 
Me cuesta. Lo intento y cada tanto consigo unos momentos. Soy bastante activa y encuentro refugio en hacer, accionar, estar, hablar. Soy mucho aire en mi carta. Soy bastante inquieta. También tengo mucha agua, soy agua y aire. Pero me cuesta frenar. Soy más del “si querés que las cosas sucedan, tenés que mover”. Me gusta la idea de la plancha porque creo que hay velocidades distintas. El agua va a una velocidad, trae el mundo de las emociones y tiene un tiempo mucho más lento que el de la mente, del aire. Entonces, muchas veces una en su cabeza va hacia un lugar y el cuerpo, la emocionalidad, todavía no llegó. Y para mí, en ese sentido, la metáfora de la plancha, la estoy pensando ahora, me parece linda porque también es darle tiempo a que eso que está en tu mente llegue también al cuerpo. 

Si tuvieras que elegir en ese sentido, ¿sos más mental o más emocional?
Me considero una persona bastante sensible y emocional. Con el tiempo, creo que hubo un momento de mi vida donde me puse una coraza y ahora estoy volviendo a reconectarme con un lugar más sensible. Quiero recuperar algo de la sensibilidad, pero muchas veces le pongo la mente incluso a esa sensibilidad. Últimamente, estoy intentando que mi sensibilidad sea más real, más caótica, no tan controlada. Porque la sensibilidad real no tiene mucho orden. Tengo ahí un laburo que estoy intentando hacer de tener menos control. Al final, hay algo de soltar el control y hacer la plancha. •

Maquilló y peinó Jor Antico.

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