Cómo armar un guardarropa cápsula para sobrevivir al calor extremo

Todo empieza por las telas. En días sofocantes, un material que respira vale más que cualquier tendencia. “No importa cuán lindo sea un diseño: si no transpira, te traiciona”, advierte la asesora de imagen. Por eso recomienda rodearse de aliados como el lino (que gana incluso arrugado), el algodón puro, las gasas livianas, la viscosa fresca, el modal de verano o las telas de bambú.

En cambio, los sintéticos gruesos, los poliésteres que recalientan o los elastanos que sellan el cuerpo quedan automáticamente descartados. “Con solo quedarte con cinco a ocho prendas en estos materiales, ya tenés el corazón de tu cápsula armado”, señala.

Después vienen los colores, que también pueden trabajar a tu favor. Las prendas oscuras absorben más calor —no es mito—, así que elegir una paleta clara es casi un acto de autocuidado. Tonos como el blanco roto, el arena, el celeste lavado, el verde agua o una terracota suave no solo se combinan entre sí sin esfuerzo, sino que generan un efecto visual fresco que suma más de lo que parece.

La silueta también importa. En el calor, la ropa ajustada se convierte en enemiga silenciosa. “El verdadero aire acondicionado está en ese pequeño espacio entre tu piel y la prenda”, resume Sofía. Vestidos amplios estilo túnica, shorts livianos de cintura elástica, camisas oversize, tops rectos y pantalones wide leg ultralivianos se transforman en héroes cotidianos.

Y suma un consejo clave: “Si una prenda te funciona bien en 40 °C, duplicala. Tenerla en otro color es puro sentido común”.

Con estas pautas, se puede armar un guardarropa cápsula funcional, realista y versátil para los días más sofocantes. La experta sugiere este combo esencial:

• Dos vestidos amplios (uno neutro y otro con textura)

• Dos tops frescos

• Una camisa ligera

• Un short comodín

• Un pantalón liviano

• Un mono cómodo

• Una pieza extra que eleve el look (kimono, chaleco liviano o remera especial)

“Con pocas prendas, bien elegidas, las combinaciones se multiplican solas. La clave está en que todas dialoguen entre sí”, destaca.

En jornadas de calor extremo, menos es más. Los accesorios deben acompañar sin recargar: aros livianos, un sombrero que realmente uses, lentes que combinen con todo y una cartera cómoda que no se vuelva una carga sobre la piel.

El calzado merece su propio momento, porque los pies también sufren. Las sandalias planas de cuero suave, las soft o tipo nube, y unas zapatillas de lona claras son aliados que no fallan. Para ocasiones especiales, “alcanza con un par liviano y elegante”, recomienda.

La consigna es clara: acompañar sin agobiar. “Los tonos neutros ayudan a que todo conserve esa sensación de frescura visual tan necesaria”, concluyó Sofía.