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30 horas en tránsito: lo que aprendí viajando a EEUU a través de Foz de Iguazú


Cuando el precio es muy tentador y la comodidad no es opción

Cuando el precio es muy tentador y la comodidad no es opción - Créditos: Shutterstock



"Saliendo de Foz de Iguazú y volviendo a Ezeiza" es una figurita muy repetida para los que nos obsesionamos con los vuelos baratos. Es que no es solo estar atentos, es tener notificaciones en la aplicación de Turismo City, entrar a Promociones Aéreas de lunes a domingo y recibir en el mail todas las ofertas que Despegar, Al mundo y sus amigos pueden ofrecernos.
Hace un año estaba en ese plan con mi novio, buscando un vuelo accesible para irnos en el invierno argentino a Italia a visitar a una amiga. Ahí ya habíamos roto la primera regla de los buceadores de pasajes: ser flexibles con el destino y con las fechas.
Un domingo a la mañana hicimos la coreografía de la oferta (fuimos de página en página) hasta que encontramos un vuelo que salía de Foz de Iguazú, pasaba por Nueva York un par de días y volaba a Milán. Diez días después, la vuelta era a Ezeiza pasando otra vez por la gran manzana.
Como tenemos familia y amigos que nos podían hospedar en Estados Unidos, nos pareció un gran plan y lo sacamos. ¿Cuánto pagamos? Poquito más de 11.000 pesos cada uno. A eso tuvimos que sumarle un vuelo a Cataratas (volar a Foz sale más del triple y no hay directos). Esa parte nos salió alrededor de 2.000 a cada uno. O sea que toda la vuelta cerró en 13.000 por saltar a dos continentes.

La ida

Salimos de casa a las 8:00 de la mañana para estar en aeroparque a tiempo. La primera parte iba a pasar rapidísimo. El vuelo dura dos horas y el clima cambia totalmente: estábamos en la jungla. Para cruzar la frontera y llegar al otro aeropuerto tomamos un remis que había recomendado el genio de Sir Chandler en su blog por 400 pesos. Lo habíamos contactado una semana antes por WhatsApp y nos estaba esperando con un cartel cuando aterrizamos. Ahí también habíamos leído todos los consejos para saber qué esperar. El trayecto dura 40 minutos y el trámite para cruzar a Brasil se hace rapidísimo. Hay que bajarse del auto, pero todos los choferes saben perfectamente que es parte del trayecto.
Acá ya empezó la parte tortuosa. Hay por lo menos 10 vuelos por día a Puerto Iguazú, pero no quisimos arriesgarnos a llegar justo para el segundo tramo así que terminamos teniendo como 5 horas de espera en un aeropuerto que apenas tiene dos restaurantes y una máquina expendedora de flores. Para evitar eso, muchos eligen quedarse unos días, ver las cataratas, tomar un poco de aire tropical y seguir. Pero hay que tener mucho más presupuesto y, de haberlo tenido, hubiéramos optado por un vuelo directo a Roma.
Las rutas de Puerto Iguazú a Foz, lejos del agua de las cataratas

Las rutas de Puerto Iguazú a Foz, lejos del agua de las cataratas - Créditos: Shutterstock

Almorzamos unos guisos de dudosa procedencia y a eso de las 17:00 nos subimos al segundo vuelo hacia San Pablo de otras dos horitas. Facilísimo. Al lado del de Foz, Guarulhos es Disneylandia con millones de terminales, jardines internos, tiendas y más ofertas de comida que Epcot. Pasamos por Pizza Hut y seguimos. Teníamos menos espera, dos o tres horas. Y salimos hacia Estados Unidos.
¿Directo a Manhattan? ¡Claro que no! El único tramo largo de la odisea fue hacia Miami y por supuesto que nos tocó un bebé al lado. Después de ocho horas de sueño zombie tuvimos un par más de espera en la ciudad de Ricardo Fort y salimos finalmente a Nueva Jersey. ¿No era a Nueva York? Técnicamente no, el punto final era el Newark que por lo menos tiene una vista muy linda de la isla.
Teníamos planeado tomarnos un tren y subtes para llegar a Brooklyn pero, después de 30 horas en tránsito, tres transbordos en el calor húmedo de la ciudad y sentir el peso de la ropa de invierno porteño, resultaba una pesadilla de esas que tenés solo con 40 grados de fiebre. A eso hay que sumarle el malestar estomacal culpa de haber tomado malas decisiones en las escalas. La próxima: agua y lechuga. Pedimos un Uber de 40 dólares y llegamos apenas con vida. El primer día en Nueva York caminamos poco, cenamos temprano y dormimos como bebés.

La vuelta

Una vez que se pasó el jetlag, tuvimos lindos días en Estados Unidos y disfrutamos el triple el vuelo directo a Milán. La vuelta volvió a ser tortuosa pero no se sufrió tanto después de 10 días comiendo pasta y tomando sol. Tuvimos ocho horas de escala en Nueva York y hasta intentamos tener un día productivo: nos tomamos el subte hasta Prospect Park en Brooklyn y nos acostamos en el parque hasta que otro Uber nos buscó para llevarnos al tramo final.
Nueve meses después, seguimos buscando vuelos accesibles pero evitamos todo lo que incluya más de dos escalas y un cambio climático.

¿Por qué Foz?

Casi todos los días hay una oferta nueva que empieza en Foz de Iguazú. Sin ir más lejos, el último lunes salió una muy interesante para hacer Londres, Tel Aviv y El Cairo. Federico Jäger, Country Manager de Despegar Argentina, explica que no es azaroso: "En primer lugar hay varios factores que influyen en la conformación de la tarifa, que van desde la estructura tarifaria de cada aerolínea en función del punto de origen del vuelo, la disponibilidad que tengan las aerolíneas sobre los pasajes (donde el país, la ciudad y el aeropuerto cobran relevancia) y también la oferta comercial en términos competitivos que se decida llevar adelante en cada ciudad". Foz de Iguazú al estar en un país con mucha oferta de vuelos, se convirtió en una escala relevante desde donde y hacia donde se puede viajar.

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