
Hoy iba a tocar un tema DENSO, difícil, duro... Llegué a escribirlo incluso, pero cuando terminé, le pregunté al I-Ching si correspondía hablar de ello (qué manía la mía de andar preguntándole todo al I-Ching) y me dijo: ¡No! ¡Ni se te ocurra! ¡No vayas tan lejos!
Así que aquí estoy, intentando cumplir con ese mandato de perfil bajo (que me pide el texto). Improvisando sobre la marcha, recurriendo a mi comodín de lujo. ¡Los Pensamientos Mínimos!
Ah, sí, Uds. creeían que los seguiría abombando con pensamientos abstractos, noooo. Hoy me estoy mordiendo la uña del dedo anular mientras escribo esto (¡no, no, y no!), tengo un lavarropas que ir a rescatar a la terraza del edificio (bueno, me expresé mal. No un lavarropas, sino un montón de ropa lavada) ¡y dejá de morfarte los muffins de Disco! ¡Ya fueron tres en un rato!
Sigo trabajando en mi sorpresa bella, linda, traviesa (paciencia, amigos) y a la tarde me toca verle las caras (sí, basta de tanto fantasma) a las personas con las que trabajo. Voy a la productora, eso. Paulina, Néstor, Magu, Guada, Guada, uy, sí, si me leés, acordate de mí, ayer olvidé mandarte email, no sé si te dijo algo mi hermano.
¡En fin! Soltemos todo lo que ande dando vueltas. Gritemos, digamos pavadas, hagamos ruido o mucho silencio. ¡Y observemos a los niños!
La vida es bella. Sólo se trata de hacer bien la gimnasia. Y ahí cuando detectás el pensamiento de miedo (¿y si pasa esto?! ¿y si pasa aquello?) lo cambiás por uno de deseo: ¡Ojalá sea un Día de Magia!
¡Los quiero!
¡Bienvenidos sus Pensamientos!
En esta nota: