Estoy necesitando re-habitar en el día a día una dimensión más... cómo llamarla, ¿una dimensión más espiritual?
Como decía la semana pasada, que la espiritualidad no sea un gasto más, uno entre los muchos, sino una manera de vivir la vida.
No quiero apretujar actividades para liberarme un hueco delimitado de "tiempo" (de un tiempo artificial, matemático, el del reloj) en el que ponerme a meditar, respirar, hacer-me reiki o estirar el cuerpo. O mejor dicho, bienvenidas esas técnicas, sí, pero hoy ya necesito que la totalidad de mi vida integre al espíritu (lo escuche, lo intente al menos, lo tenga en cuenta).
Por otro lado me recuerdo: cuando lo creativo se mecaniza deja de ser propiamente creativo. A veces Fede me pregunta "¿y entonces qué hiciste en ese tiempo?, ¿cómo qué no escribiste el texto?" Y no es que no tuve tiempo (en el sentido de minutos), sólo que no puedo forzar el ritmo natural de un proceso que no depende de mi voluntad individual en exclusivo.
Ayer entré a una Iglesia después de mucho. No soy creyente del dogma católico en el sentido más ortodoxo. Aun así, ese espacio, al menos ayer, albergaba una profundidad de silencio, un halo de misterio que me tiró una pista. "Ajá, algo de esto también necesito, busco. Necesito devolverle a mis vivencias este perfume". Cuando digo "misterio" me refiero a sentir, a tener presente en el cuerpo la consciencia de una Inmensidad, y de preguntas que probablemente jamás se resuelvan (en relación a un funcionamiento más sutil, a un origen y a un destino) y eso lejos de inquietarnos, nos eleva.
Me hizo bien recordar esa actitud de no-sabelo-todo, de no-sabelo-nada (o casi nada) y respirar hondo, y a seguir con mi vida, receptiva, atenta... a tientas.
¿Les resuena algo de todo esto? ¿Alguna comparte esta búsqueda?
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