En marzo de 2010 fui a Cuba para hacer una investigación acerca de Radio Rebelde, la mítica radio de la revolución cubana. Fue una de las experiencias que más me marcó y disfruté, con su gente cálida y culta, su historia política y un toque de modernidad en ciudades que se quedaron en el tiempo. Gracias a ese viaje conocí a Tobías un alemán con el que encontré más cosas en común que desacuerdos. Quedamos en contacto pero por esas cosas de la distancia y el idioma, los mensajes se fueron espaciando. Hasta la semana pasada. Con horas de diferencia yo le envié un mail mientras él me buscaba por Facebook. La razón era lógica: nuestros países habían llegado a la final.
Todavía es difícil escribir con las lágrimas frescas, increíble que el fútbol pueda provocarnos tantas emociones. Los análisis deportivos los dejo en manos de los especialistas, aunque debo decir que no pude dejar de leerlos. Pero los que más me llegaron fueron los textos de dos personas que supieron captar la esencia de eso que hace que un juego colectivo trascienda el deporte para convertirse en un fenómeno mundial. Uno es de Hernán Casciari, el responsable de revistas como Orsai y Bonsai, revista para niños y grandotes, que mis sobrinos adoran. Su post ¿El domingo en casa? que también se puede escuchar acá, muestra un sentimiento que nos define a los argentinos, tan acostumbrados a los antagonismos. El otro es de un periodista español, Jesús Terrés, que días antes de la final dijo que hincharía por nosotros, entre otras razones, "porque los lunes son Alemania y los viernes Argentina".
Yo rescato que viví el Mundial más lindo y épico de los que recuerdo, casi como una de esas series adictivas, pero con hombrecitos con camisetas de colores y una pelota como protagonista. También, que tuve la oportunidad de compartirlo con mi familia, en vivo, por teléfono o whatsapp, y con mis amigos, en casas o bares, conectados siempre a través de las redes sociales y comentando todo, cada vez más ilusionados. Estuvieron muy presentes los otros Mundiales, los que seguí con mis papás en una tele chiquita, o el que vi en Puerto Madryn, los que grité como ahora pero con menos conciencia del tiempo. Quién sabe en dónde –y con quién– lo vea cuando se juegue en Rusia, cuatro años es una eternidad.
También destaco el ejemplo que dio esta Selección, representada por la garra de Mascherano y su frase que quedará en la historia: "hoy te convertís en héroe", y por esa carrera desaforada cuando le ganamos a Holanda, que demostró que el festejo era en verdad colectivo. Y Messi, la pulga que más quiero, que se empezó a desdibujar y sacrificó su protagonismo, según Mourinho -que de esto sabe algo- por el bien del equipo. El sábado, mientras intentaba trabajar a la noche y fracasaba en mis intentos de escribir, volqué pensamientos y deseos en mi blog personalpara agradecerle a Lionel Messi, por su talento y valor. El resultado no cambia para nada todo lo que pienso.
Como decía en el post anterior, espero que algo de este sentimiento que nos unió a lo largo de un mes permanezca de alguna manera, que entendamos que de un juego y de un deporte se puede aprender también. Que aspiremos a obtener resultados con la constancia y el trabajo de Alemania pero con nuestra propia idiosincrasia. El de Sabella es un proceso que recién empieza y ya dio buenos resultados. El compromiso en equipo, y la entrega individual –dejar todo en la cancha– son buenos espejos para mirarnos. Y si no se da el resultado esperado, que está dentro de las posibilidades, no tiene sentido buscar chivos expiatorios, ni acusar lo que hasta hace dos minutos nos parecía genial.
Hoy no hablaré sobre alimentación, pido disculpas a los que hayan entrado buscando otra cosa o a los que no les interese el fútbol, en el próximo post volveré a tratar esos temas, así de variable es este blog. Con respecto a Tobías, el alemán, les cuento que cerca del final del alargue me dijo que su ciudad había quedado muda, ellos también lo sufrieron. Apenas Götze marcó el gol, él me envió un video de sus festejos y yo en respuesta le envié una foto del Obelisco repleto, antes de que nuestra fiesta fuera empañada por algunos inadaptados. Sus héroes, todavía en la cancha, alzaban los brazos mientras que los nuestros no podían disimular su tristeza, replicada en todo el país. Recién hoy pude felicitar a Tobías como corresponde, recién hoy volví a tener el control total de mi cerebro y pensé en lo que seguimos teniendo en común. Agradezco a la Selección Argentina por el Subcampeonato, pero aún más por acciones como la de haber donado dinero al Garrahan. Vivimos más de un mes intenso y feliz, para muchos de nosotros, inolvidable. Como dijo Javier Mascherano, fue el Mundial en el que volvimos a creer.
Créditos: Archivo La Nación/ Fabián Marelli
Espero sus comentarios y recuerdos sobre lo que les dejó esta Copa del Mundo.
También me pueden escribir a kariuenverde@gmail.com
Abrazo enorme.
Kariu
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