Wow. Sentía una garrapata gigante colgada de mi espalda, nutriéndose de la mala sangre que me hice estos últimos días y después de hora y media de meditación sub-acuática, logré limpiarla.
Son las 12.05 de la madrugada y me siento como nueva.
Valió la pena.
¿Meditación sub-acuática? A ver, Inés, date a entender. Bueno, sí, preparé la bañera con sales y me eché a respirar y relajar célula por célula. Tomando consciencia de cada centímetro cuadrado de mi cuerpo, anclándome bien a Tierra desde el centro bajo y las piernas y destapando los canales varios, sobre todo el principal que entra/sale por la coronilla y entra/sale por dicho centro bajo.
"Anclar a Tierra" suena volado, aunque signifique todo lo contrario. Anclarse a Tierra, en mi caso, es tan simple como no dejar de estar PRESENTE en los chakras/centros inferiores y sentir en todo momento la conexión de ellos con el sub-suelo. O más aún, con el centro del Planeta, con esa bola de fuego donde se cocina la Vida Nuestra.
Todo esto lo digo "como puedo", con las escasas herramientas conceptuales que tengo a mano. Y lo expreso porque quizás en algún momento pueda servirte para algo.
Pero ante todo lo digo con la intención de contagiarte el placer por el viaje, por la indagación profunda, intuitiva, autodidacta... de esta humanidad compleja, sensible, delicada, llena de agujeros (que vamos siendo).
¿Y el tema de hoy? El tema siempre sos vos. Las consignas son excusas para que me hables de tu vida. Hoy voy al grano de nuevo. ¿Cómo te estás sintiendo últimamente? ¿Qué te está doliendo? ¿Por qué motivos? ¿Y cuánto estás disfrutando, si es que estás pudiendo hacerlo?
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