Empezamos la semana en una zona muy íntima, el martes anduvimos casi desesperadas, el miércoles nos pusimos jocosas, primaverales, ligeras y ayer apareció la maestrita ciruela (o la voz de la conciencia).
¿Y cómo la terminamos? No sé ustedes, pero yo hoy me siento muy en paz conmigo misma y vacía en un buen sentido; en el sentido de haberle permitido a mis emociones y sentimientos circular libremente.
Confieso que en un momento, viendo la efectividad del tono adolescente, me tentó la idea de seguir en esa sintonía hasta que el chiste se agotara, pero elegí ser honesta con lo que estaba sintiendo. El humor también se toma su tiempo (al igual que la Primavera).
Aprovecho para contarles, además, que esta semana estuve con trabajo extra. Que si bien fue breve, me hizo bien que llegara... ¡finalmente!
Mañana voy a estar pintando el aula de China en la escuela, y los muebles de la sala de música (¿no me digan que no es un buen programa?!) y luego, bueno, la rutina de los fines de semana.
Y por último, les dejo una frase que leí anoche en un libro que siempre ando hojeando al tuntún, medio caprichosamente: "lo que piensas de ti mismo es lo que piensas del mundo". A mí me gusta leerla a la inversa: "lo que piensas del mundo es lo que piensas de ti mismo."
No vamos a ponernos a analizarla (no hoy), sólo la tiro para que cada uno en silencio tome de ella lo que quiera, y lo que no, lo suelte.
¡Los quiero! Y los invito a que liberen sus pensamientos, sentimientos, emociones, sensaciones, pequeñas, grandes, medianas, intensas, ligeras... en este día viernes.
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