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Amor sano*




*Texto escrito por María (29 años, Comunicadora social, lectora del blog y participante de mi taller), a raíz de mi post del viernes. La idea es ir publicando distintas experiencias y puntos de vista en relación al tema violencia de género. Todavía no pudimos hacer la entrevista prometida, por una complicación humano-técnica. Ya en breve la estaremos realizando.
"Ay, ¡pobre chica! Qué duro, qué difícil, qué momento tan de mierda". Eso pensaba cada vez que veía una noticia en los diarios o en la tele. Cuando alguien me contaba: "A Fulanita le pegó el novio", yo ponía cara de espanto, de horror, pero no podría decirse que hubiera empatía con esas mujeres. Porque muy adentro de mí pensaba que eso era algo que le sucedía a otras. No a otras como yo, sino a chicas y mujeres que no tenían la capacidad de darse cuenta a tiempo del monstruo que tenían a su lado. Y no las entendía: "¿Cómo no lo denuncia? ¿Cómo no agarra sus cosas y se va?"
Preguntas que caían en el vacío, como vacía era mi experiencia al respecto.
Recuerdo que en ese momento pensaba que "violencia de género" era violencia física. Claro, todas las noticias son sobre víctimas fatales, chicas que murieron o quedaron gravemente heridas.
La tele no me contó que existían cientos de miles de mujeres que sufren violencia de género en sus casas, todos los días, "silenciosamente". Hasta que lo viví en carne propia.
A Juan lo conocí hace cuatro años. Empezamos a salir, y a los tres meses de relación me fui a vivir con él.
Profesional, con proyectos, buen pasar económico, lindo, entrador. Simpático y a la vez arrollador. Qué paradoja... terminó arrasando con mi vida.
Los comentarios empezaron desde el primer momento de convivencia. Siempre estuvieron ahí, pero yo me negaba a verlos.
"¿Por qué hoy no lavaste la ropa? ¿Siempre tengo que hacer todo yo? ¡A eso yo lo hago mejor! No quiero ver esto en la tele, miremos lo que me gusta a mí."
Y comencé a sentirme "menos", a hacerme cada día más chiquita.
Paralelamente, comencé a notar que en cada reunión con amigos tomaba de más. No había una sola reunión en la que no volviera borracho, y terminábamos discutiendo porque yo era "una controladora, una mala onda que no lo dejaba disfrutar de la vida". Para él, disfrutar de la vida era tomar sin medidas.
Les juro que llegué a creérmelo y a sentir que tenía que dejarlo ser.
Su convicción, su tono de voz, su postura hacían que creyera que siempre la equivocada era yo.
Un verano arranqué con dolores abdominales muy fuertes, y terminé haciéndome chequeos médicos para ver qué estaba pasando. No era nada grave, sólo gastritis.
Ese día me dijo que me hacía la víctima para llamar la atención, que tenía que aprender a disfrutar de la vida. Para él yo todo lo hacía mal, siempre me faltaba un poquito para llegar a la "perfección" que él exigía.
Y fue esa tarde, completamente sobrio, que me pegó por primera vez. Me pegó fuerte y me gritó "puta".
Todavía lo escucho, con la cara roja y arrastrándome por el piso.
Puta.
Por supuesto que esto también se manifestó en el sexo. Nunca era completo: no le alcanzaba, era poco, no servía.
No servía.
Servir, como si una fuera un objeto útil, con una finalidad.
La situación se desgastó con el paso de los meses. Yo hice silencio, no le conté a nadie lo que había pasado. Me daba vergüenza. Había noches en que, abrazada a la almohada, lloraba y me culpaba por hacer que él se enoje.
Yo, la mina más inteligente del planeta, creyendo que tenía la culpa de que un enfermo me pegue.
En ese momento no lo sabía, no era capaz de ubicarme como una mujer golpeada. Eso es algo que les pasaba a otras, no a mí.
Otra tarde, a casi dos años de convivencia, me dijo: "Encima que los pantalones fuera de la casa me los pongo yo, al menos ponete los pantalones vos adentro y hacé bien los quehaceres domésticos".
Yo, también profesional, con dos trabajos y la misma cantidad de horas fuera de casa que él.
Fue entonces que algo que se activó en mí, y empecé a reaccionar.
Lo enfrenté y le grité de la misma manera, y la situación terminó con un segundo golpe. Un cachetazo en el pómulo que todavía me duele.
Y me va a doler para siempre, porque desde ese momento no volví a ser la misma.
La relación se terminó una semana después, cuando luego del cumpleaños de mi cuñada, otra vez borracho, se puso a gritarme que "yo no era nada, que él me había dado todo". Me encerré adentro del baño y él pateaba la puerta con una fuerza descomunal, mientras seguía gritando.
Salí del baño, lo miré a los ojos, y le dije: "Antes de que me pongas otra vez la mano encima, me voy. Esto se terminó".
Así fue como lo dejé, hace dos años.
Fue el momento más difícil de mi vida, y aún hoy sigue doliendo.
Y vuelve a doler cada vez que escucho que "a Fulanita el marido le pega", o veo situaciones de agresión en parejas amigas o familiares.
Porque hay que entender de una vez por todas que VIOLENCIA DE GÉNERO no es solamente recibir un golpe. Violencia de género es escuchar todos los días de la boca de quien amás que no valés, que no sabés hacer tal cosa, o que no lo dejás vivir en paz.
PAZ.
Es difícil salir. Lo más difícil es darte cuenta de que elegiste mal, de que tenés que volver a empezar, maquillar los golpes, mentir (no sé por qué es un tema que no se cuenta. Nadie dice abiertamente en una reunión "me separé porque me pegó").
Pero hay que hablar. Con una amiga, con un analista, con tu mamá.
Yo no pude hablarlo con nadie hasta que me separé, y aún hoy hay noches que tengo que medicarme para evitar ataques de pánico.
Quizás en este momento estés escuchando a tu novio decirte "pelotuda" y a vos te parezca lo más normal del mundo. Hay que saber escuchar y poner luz roja frente a estas actitudes que muchas veces los hombres las hacen sin pensar, porque repiten patrones o porque no prestan atención. Muchas otras, las hacen completamente conscientes. En cualquier caso, a esto debemos decirle BASTA entre todas.
PAZ y AMOR para todas.
Amor bálsamo, amor que respeta, amor que camina de la mano, sin mirar desde arriba. Amor compañero, amor que no daña, amor sano.
¿Qué piensan? ¿Vivieron alguna experiencia similar? ¿Cómo la resolvieron? ¿Se vieron en alguna ocasión agrediendo ustedes a su pareja? ¿O vivieron situaciones de violencia fuera de la pareja (con su familia, amigos, trabajo, etc.)?
PD: Quien quiera contactarse por privado: inessainz@msn.com

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