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¡Ay!




Ay, chicas, ayer fui una contracción viva. Uf, no podía ni pensar, y encima el calor que hacía (que sigue haciendo)!!!
"¡Me tiene las pelotas llenas!", escucho que le dice mi vieja a mi abuela (creyendo que ya había cortado el celular). Jaja.
Perdón, mamá, perdón, familia. Juro que no quiero joderlos con este tema, pero es que por momentos la inminencia del parto es tan intensa que no puedo pensar de un modo muy racional. Y en ese instante en el que el calor se cruza con la emoción, el cansancio, la espera, en ese instante se me aparecen las palabras de la obstetra: "recién con 37 semanas deja de ser prematuro". ¡Ahhh!
Una vez más: "será lo que deba ser", ya fue.
Lo bueno de este tiempo-paréntesis que estoy viviendo, que estamos viviendo, es que todos algo aprendemos. Es muchísimo el movimiento hogareño. Con buenos consejos, algo de ingenio y un poco de solidaridad vamos ordenando de a poco, cambiando el piso del cuarto (de las nenas), limpiando en los lugares menos pensados (y más).
Y encima mi marido viene esmerándose en cocinarnos rico y sano. Ya se animó con la pizza casera (para chuparse los dedos), con unas ensaladas de los más raras y unos postres frutales super originales: mango con chocolate derretido y hojitas de menta, pelón con salsa de membrillo, etcétera.
¿Cómo son ellos en la cocina? ¿A qué se animan? ¿Saber cocinar (o tener interés por la cocina) es un ítem más de la nueva sensibilidad masculina? ¿Cuáles serían los restantes? ¿Qué nos gustaría que ellos aprendan? ¿En qué aspectos -todavía o por suerte- son de madera?
PD: Anoche tuve pesadillas. ¡Dios, por favor, que mi hija sea sanita!

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