Y me puse a leer nomás, necesitaba hacerlo. Hace tiempo venía deseándolo pero nunca encontraba el hueco. Y cuando por milagro se daba ese recreo y abría el libro que tenía a mano, algo no fluía. Abandonaba el intento al rato, con un ligero dolor de cabeza y más ganas de indagar adentro (de mi cuerpo) que en cualquier otro lado.
Pero ayer, mientras leía algunos comentarios, llamé a mi marido y le dije: "Si algún día me querés hacer un regalo, sabé que quiero leer el libro "Comer, rezar, amar", de Elizabeth Gilbert". "¿El de la película?", me preguntó él. "Sí, ese mismo". Y no sé si lo sintió como una indirecta, o si estaba muy generoso de ánimo, pero cuando llegué a casa, el libro me esperaba adentro de una bolsa, arriba de un estante de la biblioteca.
Sí, era justo el libro que estaba necesitando. Una escritura que fluye, fácil pero profunda, emocional pero con algunos detallecitos divertidos e interesantes.
Quizás, antes de aventurarme a universos más complejos (si es que de verdad hubiere necesidad o ganas de hacerlo), deba romper el hielo con un best-seller fresco y contemporáneo.
Muy a tono, además, con TODO lo que veníamos hablando.
¿Y quieren que les confiese la mejor parte? Que son pasadas las 12 de la mañana, ya leí más de 50 páginas y no veo la hora de continuarlo al día siguiente. ¡Estoy felizmente atrapada por una historia de vida que nada tiene que ver con Tinelli! Quién les dice, si sigo dando en el clavo con lecturas mínimamente apasionantes, pueda evitarme el "Bailando" este año.
¿Y ustedes? ¿Cómo andan con la lectura y la tele? ¿Cómo vivieron, en particular, la noche de ayer? ¿Pispearon al que les jedi o siguieron su rutina como siempre?
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