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Boy Olmi: entre el Agua y la Tierra




Boy Olmi es un actor reconocido. Su versatilidad y el sello característico de sus ojos celestes pueden verse en numerosas películas del cine nacional. Hijo de un humorista del que tomó su apodo, dejó su nombre Carlos para darle lugar al chico que desde la película "Sentimental" de Sergio Renán en 1980, no paró de trabajar. También en televisión supo ganarse un espacio, interpretó a villanos y hombres bondadosos, víctimas y tramposos, pasó por el teatro y hasta se permitió correr los límites y ganar aun más popularidad como participante de "Bailando por un Sueño". Pero nunca dejó de ser la persona reflexiva que parece observar la realidad para después analizarla. Fue columnista de "El Parquímetro", el programa de radio del inolvidable Fernando Peña. Ahí Boy hacía monólogos filosóficos y autorreferenciales sobre temas de lo más diversos que creaban identificación entre los que lo escuchábamos. En algún momento el actor de ideas ajenas le dejó lugar al director, y pasó del otro lado para satisfacer su necesidad de contar otras historias, sus propias historias.
Nos encontramos en un bar de Puerto Madero, llegó elegante y puntual, dispuesto a darse unos minutos para charlar, en medio de los preparativos de su último documental, una apuesta fuerte con la que quiere llamar la atención de los espectadores y generar conciencia acerca del cuidado del planeta.
¿Pero cómo se produjo esa transformación? ¿Hubo un momento de despertar?
-Las cosas están muy entrelazadas en la vida, no es que haya pasado de un lugar a otro. Dentro de una trama voy incorporando o prestando atención a cosas que me importan más y que puedo elegir. Yo sigo siendo actor, a eso se agregó ser director, empezar a producir mis propias cosas, mis propias piezas audiovisuales. En los últimos quince empezó a aparecer una faceta de comunicación, en otro plano que la ficción, que empecé a desarrollar algo que tiene que ver con mis capacidades y con un lugar que como actor he construido, y es el de ser un referente para algunas personas que porque me conocen, escuchan lo que digo. Eso era una herramienta, una posibilidad que podía usar más que para el ego, para firmar un autógrafo o tener un trabajo en una novela.
-¿Con que te nutrís?
-Estoy bastante alerta. Soy curioso y abierto a las señales que van más allá de lo que dicen los libros, noticias o documentales. Tomo de todo y percibo lo que resuena en mí. La tapa de una revista puede resonar, o un capítulo me evoca algo que voy a buscar en otro lado, navego en internet, hablo con personas y cualquiera de esas señales se conecta con otras que están ahí abajo, en ese mundo que combina lo consciente con lo inconsciente.
Boy Olmi habla de las cosas que a él le resuenan

Boy Olmi habla de las cosas que a él le resuenan - Créditos: Prensa

Dice que siempre le pasó, eso de sentir que no había una diferencia entre él mismo y el resto -justo es algo en lo que está trabajando ahora con su documental-, que el contacto con la naturaleza está presente, aun viviendo en la ciudad.
- Todos lo tenemos: cuando vamos a la plaza, miramos el cielo, metemos los pies en un charco. La naturaleza está mucho más a la mano, el tema es percibir que está. Por supuesto que es lindo cuando vamos a la playa, salimos al campo, aparece de una forma más explícita. Pero está en nuestro propio cuerpo, en el fluir de nuestra sangre, en el latido de nuestras propias pulsaciones. No está fuera de nosotros, nosotros somos la naturaleza. El cuidado va de la misma manera que estoy atento al cuidado de mi cuerpo, de mi alma, de las personas que me rodean. No es que hubo un momento en que empecé a tener conciencia de que tenía que cuidar el planeta, siempre tuve conciencia de que lo que me rodea es algo que yo quiero. Uno ama lo que conoce, por eso protege a lo que ama. Trato de que eso sea parte del camino de crecimiento en el cual yo y lo que me rodea somos la misma cosa. En estos últimos años de reflexión empecé a percibir que lo que yo sentía como vocación también toma forma de cierta urgencia de temas que afectan al sistema humano sobre la Tierra y tiene que ver con el daño ambiental y social que se ha generado, vinculado con la forma en que vivimos hace cientos de años.

La responsabilidad de nuestra especie

Boy Olmi, con la pupila contraída por la luz del sol, habla de un momento en el que pareciera que perdimos el rumbo, cuando la Revolución Industrial generó un cambio en la historia y se puso en foco la posibilidad de producir en serie, y nos ganó la ambición:
-Esa forma de evolucionar económicamente, o involucionar, nos llevó a acelerar ciertos procesos. Tiene que ver con agotar ciertos recursos, profundizar las diferencias sociales. Con que hayamos llegado a una situación en que la diferencia entre ricos y pobres sea inadmisible, intolerable, injusta, pero también el deterioro que generamos en el ambiente que nos rodea es también inadmisible porque hace que las condiciones sean cada vez peores, y probablemente imposibles en poco tiempo.
Del descuido del que somos responsables como humanos parte su necesidad de usar el espacio público para brindar su aporte y compartir propuestas que podrían mejorar nuestra vida. Es su manera de contribuir con trabajos que integran la información con la emoción. Contrario a la objetividad, en sus películas no solo hay un relato, Boy Olmi es un puente entre el protagonista del documental y el espectador que quiere que le cuenten una historia.
En Puerto Pirámides. Chubut

En Puerto Pirámides. Chubut - Créditos: Boy Olmi

-El último documental es sobre Jane Goodall. ¿Qué fue lo que te atrajo para contar esa historia?
-Yo la conocí en el festival de Cine Ambiental, Green Film Fest –este año se hizo la quinta edición- en donde se presentaba una película que yo había hecho, Huellas en el agua. (Se puede ver online en Canal Encuentro). Es sobre una nadadora de aguas abiertas con la que estuve en la Antártida y en las Islas Malvinas, una experiencia de nado bastante insólita. Y en ese festival había una película que se llamaba "El Viaje de Jane" -Jane’s Journey- que cuenta la vida de ella que viaja desde hace tiempo trescientos días al año y se encuentra con líderes políticos y religiosos, compartiendo sus preocupaciones y propuestas con gente que impacta en el mundo. Ella estaba en Buenos Aires, vi su conferencia y su película, me maravilló y tuve gran deseo de colaborar y difundir su mensaje. También me encontré con referentes del mundo de las ballenas, que tienen sede en la Patagonia, y me propusieron hacer algo por las ballenas. Y se me ocurrió hacerlo con mi socio, Dylan Williams, que es un gran comunicador, experto publicista y hoy lidera las comunicaciones en vivo por internet de grandes eventos. Con él somos compañeros de la infancia, de campamento del colegio primario, de toda la vida. Nos propusimos usar algo de lo que teníamos como camino profesional al servicio de esta comunicación.
Entonces, a Boy Olmi y su amigo inseparable, Dylan Williams, se les ocurrió juntar a Jane Goodall con otro referente de la conservación. "Es el equivalente a Jane, porque Jane es la reina de la selva y él es el rey de los mares". Cuando habla de él, se refiere a Roger Payne y explica que fue quien descubrió el canto de las ballenas, el que hizo las grabaciones míticas que salieron del sistema solar después de navegar cuarenta años en la cápsula Voyager, llevando el canto de las ballenas y los saludos en muchos idiomas de la tierra a los habitantes de otras galaxias. Confluyeron en un mismo proyecto la ciencia y la poesía, que es lo que más le gusta a Boy.
Jane Goodall y su trabajo más valioso

Jane Goodall y su trabajo más valioso - Créditos: Corbis

-Les propusimos a Jane y a Payne que se habían admirado durante toda su vida pero nunca se habían encontrado, que viajaran con nosotros al campamento en donde Payne había vivido hace cuarenta años en la Patagonia, con sus hijos, estudiando el mar. Había creado un refugio científico en Puerto Pirámides, alejado de cualquier población, es un lugar mágico. A ellos les gustó mucho la idea de combinar la energía de un hombre y una mujer, el Agua y la Tierra para crear un discurso único.
-Yin y Yang.
-Como la energía del Yin y el Yang se complementan, como el símbolo: son la Tierra completa, esta energía de Marte y de Venus. Además son dos protagonistas con un carisma muy particular, a sus ochenta años son dos personas de una capacidad de comunicación y un carisma únicos. Entonces yo quise contar esta historia de amor entre el Agua y la Tierra. Ellos son como los representantes que tienen que juntarse para crear las soluciones que la Madre Tierra está pidiendo, necesitando. Este es el tema de "Jane y Payne", que va a estar listo en pocos días y va a empezar a girar en los festivales, en los canales del mundo que lo quieran pasar.
El documental una vez terminado, saldrá en algún canal de cable, aire o internet, la idea es llegar a la mayor cantidad de gente posible, el objetivo es que lo vea todo el mundo. "La voz de estos sabios merece ser escuchada", dice Boy, con entusiasmo. Ambos son muy conocidos, sobre todo en el hemisferio norte. Cuenta que ella aparece como protagonista en un capítulo de Los Simpsons, que los dos dirigen instituciones muy prestigiosas con miles participantes.
-Buscan crear conciencia y buscar soluciones, y son muy concretas. Todo lo que tiene que ver con el uso del agua, el ahorro de energía, la conservación y protección de los bosques, del uso responsable de los recursos, del cuidado de los animales, de la naturaleza. Son cosas que todos sabemos pero pensamos que no podemos hacer porque le damos la responsabilidad a los gobiernos, a las grandes empresas, a los que hacen grandes movimientos. Ha llegado un momento de la historia en que la responsabilidad es de todos juntos. Lo que dice Payne con claridad es que la acción individual cuenta, si nosotros elegimos hacer menos basura, usar menos plásticos, apagar las luces, ahorrar el agua, elegimos a qué empresa estamos apoyando cuando sacamos dinero del bolsillo para comprar comida, ropa. Con el dinero que gastamos todos los días, podemos apoyar ciertas causas que tiene que ver con formas de producir saludables o no saludables. Tienen que ver con el trabajo esclavo, el maltrato a los chicos, con el impacto ambiental de esa actividad económica está tomado en cuenta o no. Estamos metidos en una trama en lo que cada uno hace afecta al otro.
-¿Viviendo en la ciudad con qué causa te comprometés en forma personal?
-Yo creo que con todas las que tienen que ver con crear un mundo mejor, y esto va desde el terreno espiritual al económico, desde el terreno de la alimentación hasta el diseño gráfico, de la indumentaria o del hábitat, la arquitectura, la filosofía, la meditación. En todos esos terrenos hay cosas que podemos hacer en nuestra vida cotidiana para impactar favorablemente en el mundo.
-¿En tema alimentación, sería consumir orgánico?
-Consumir orgánico, saber qué es lo que consumimos, a quiénes apoyamos. No es lo mismo gastar dinero en una empresa que sabemos que contamina, que trabaja en malas condiciones sociales con sus empleados. Y esa es información que si uno presta atención está a la vista, porque son bastante transparentes algunos de los discursos, lo que no es transparente la publicidad. Pero sí existen nuevos sistemas económicos, que en sus estatutos incorporan el impacto social y ambiental que genera su propia actividad económica, hay ejemplos como Natura, que empiezan a crear con otras condiciones las cosas.
Un compromiso gratificante
Hace algunos años Boy se fue a la selva para contar la iniciativa de una empresa productora de yerba mate que se llama Guayakí. Cuenta que se interesó por ese proyecto porque el objetivo de la empresa, además de generar ganancias, era regenerar sesenta mil hectáreas de la selva paraguaya en la frontera con Brasil. A un empresario (Alex Pryor) se le ocurrió incluir como nuevos agricultores a los Aché, una etnia que había sido perseguida, cazadores nómades afectados por la deforestación que pudieron volver a trabajar y mejorar su calidad de vida. Explica que esa yerba se cultiva en la sombra del bosque por lo cual las condiciones ideales son protegiendo el bosque. El documental se llamó "Los guardianes de la selva".
Boy Olmi demuestra su compromiso de varias maneras. Cuando filma, tiene algo parecido a una doble vida. Es un hombre de ciudad, pareja de la actriz Carola Reyna y padre de dos hijos, que continúa con su trabajo como actor. Pero su otro amor -uno que no divide- está en el proceso de contar algo con toda su energía al servicio de la historia. Por eso vivió una temporada en la selva, en Paraguay y otra en la Patagonia argentina, viajó por otros países para participar de festivales y volvió siempre a su sede, que está con su familia, su verdadera casa.
-Voy a donde hace falta, y lo mismo, las causas que abrazo van cambiando, son las que hacen falta, en las que puedo colaborar en la comunicación. Eso es lo que aprendí a hacer como actor, como comunicador, director, productor.
-Lo que te gratifica también.
-Lo hago con mucha felicidad y mucho placer, porque hago lo que me gusta. Cuando uno tiene una vocación y tiene la posibilidad de ejecutarla para que sea una fuente de ingresos, es muy placentero trabajar. Creo que es un privilegio trabajar, porque hay mucha gente sin trabajo, y creo que es un mayor privilegio trabajar en lo que te gusta. Ahora estoy mezclando el sonido de una película y es tan divertido como ir a una fiesta o a un partido de fútbol porque la paso muy bien. Cuando uno hace algo que es bueno para uno y bueno para los demás, la felicidad es mayor. Y eso es algo que he ido descubriendo con los años y que tengo muy claro. No alcanza con ser feliz, también es bueno colaborar en la felicidad de otros.
-Que no tiene que ver solo con el entorno.
-Cuando tomás conciencia de eso te das cuenta de que el entorno no tiene que ver con el alcance de nuestra mirada. Ni el barrio en el que vivimos, ni la ciudad, ni el país. Un habitante de África o Chile o Vietnam está en la misma, todos somos habitantes de la Tierra, y cuando empecemos a resolver estos problemas, juntos, van a desaparecer.
-El tema es ¿cómo hacer para que se entienda que eso es más importante que la ambición?
-En la medida en que encontremos esta posibilidad de dialogar, de compartir (esto que hacemos ahora) compartir una idea, algo nuevo puede salir, una flecha dirigida a los que nos lean, y que les resuene para que pasar a la acción. Podemos consumir de manera más responsable, la basura se puede reciclar, no es que tenemos que trabajar en una ONG. Así como ellas impactan, los ciudadanos impactamos permanentemente y de nuestro accionar depende muchísimo. Para mucha gente la alimentación es por donde entra a ser respetuoso pero se trata de integrar, no ser solamente, por ejemplo, vegetariano y después maltratar a la gente en la calle y tratarla con violencia. No se trata solo de respetar, uno no empieza a trabajar específicamente en algo, empieza a ser coherente con la totalidad de la vida. Y si uno es coherente el mundo adquirirá otra coherencia.
¡Muchas gracias Boy Olmi!

¡Muchas gracias Boy Olmi!

Espero que les haya parecido interesante la entrevista. Recomiendo ver los documentales disponibles en la web y si les gusta, difundirlos, que es también una manera de colaborar.
Me encuentran en kariuenverde@gmail.com
¡Abrazo grande!
Kariu

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