Creo que el chino pasó a ser mi lugar favorito del barrio.
Sábado a la noche salgo un rato a comprar víveres de último minuto sabiendo que no tenía ni medio limón en casa y nada para el domingo. Una vez más me encuentro al vecino en la góndola enlatados. Él estaba en las mismas, en traje de baño y ojotas, recién llegado de una quinta y con una heladera en ruinas.
-Ya sé que tengo que elegir al agua, atún al natural. El de la latita azul.
-Eso. Sos rápido, eh.
Y le dediqué enorme sonrisa mientras me acerqué a darle un beso.
Charlamos un rato mientras íbamos con nuestras canastitas. Cualquiera que me viera la cara de chocha pensaría que yo paseaba por una playa del Caribe.
-¿Planes para esta noche, vecina?
Podría haber mentido, dicho que tenía una hot date con apuestísimo joven pero claro, mi pinta dejaba mucho que desear (jeans deshilachados, una musculosa blanca rotosa y ojotas). Imposible.
-Cero. ¿Vos?
Y así es como de la forma más natural el vecino y yo terminamos comprando todo para una picadita perfecta y dos botellas de un vino rosado (una de las cuales nos tomamos helada mientras charlábamos en su living y media más con Enamorándome de mi ex en DVD). El vecino tiene una carcajada contagiosa o la película era muy divertida o el vino me había pegado pero la cuestión es que no paré de reírme en toda la noche. El vecino es de lo más charlatán, simpático y buena onda.
En sus idas a la cocina yo daba vueltas por la casa. No había rastros de la rubia más que una foto que vi pegada en su heladera cuando llevé de vuelta las copas vacías.
-¿Y tu novia?
-Uh, esa foto sigue ahí. Nunca me acuerdo de sacarla.
-Pregunto nomás, eh.
-Ya sé, ya sé... Nos separamos. Hace tres meses ya. Está viviendo en su departamento anterior.
-Uy, que garrón. ¿Y vos cómo estás con el tema?
El daño no parece ser tan grave. Dice que venían mal hace bastante y pospusieron el corte porque ella tenía su casa alquilada. Después cambió de tema y yo no quise insistir.
A las 3 de la mañana levanté con esfuerzo mi cuerpo del sillón y me tomé el ascensor a casa. Un viajecito corto, seguro y baratísimo. Nos despedimos con beso en la mejilla en la puerta del ascensor con un nos vemos en la semana.
Lindo fin de semana. Me divierte mi nuevo amigo.
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