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Cambio de vestuario




Hoy también me decreto un gran día. Disculpen que caiga recurrentemente en este tipo de decretos, pero por muy interesante que pueda ser el trabajo que me toca, si no le imprimo a la vida esta intención a diario, todo puede tonarse muy desabrido, muy monótono.
Siempre estoy a la espera de sorpresas, de imprevistos positivos, de descubrir pequeñas satisfacciones en lugares impensados a priori.
Y hoy, mientras voy digiriendo todos los comentarios que ayer escribieron, voy a hablarles de mi hija mayor y contarles acerca su nuevo "hábito". Resulta que de un tiempo a esta parte, Chini se cambia de ropa cada 2 horas, por tirar un tiempo aproximado. Se desvive (se desviste) por ése CAMBIO.
"¿Me pongo la bashasha rosa que me regaló Lalá? ¡Me pongo ahora el vestido con florcitas, sí?! ¿Me pongo el palón con coranzoncitos? ¿Se secó la bashasha de corazoncitos de colores? Me quiero poner una musculosa, mamá."
Así, tal cual. Yo me niego a que la niña se vista y desvista todo el tiempo, pero aún así, me está costando que ella acepte el límite. "Que la ropa se arruina, que da trabajo lavarla y secarla, que usamos una ropa por día y en todo caso, nos la cambiamos a la noche, etc." Todas explicaciones en vano para ella, que incluso cuando me pongo firme (NO, NO y NO), se resiste, me hace piquete, arma grandes berrinches.
Y ahí me quedo, con la cabeza gacha, yendo al súper o viniendo a trabajar y recordando que alguna vez leí a Osho, hace tiempo, que hablaba pestes de esos miles de "Noes" (de las madres) que matan el impulso espontáneo, lúdico, inocente de la infancia.
¿Qué piensan Uds.? ¿Qué hábito tirado de los pelos tienen sus tiranos?

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