"No vayas a contárselo a tus jefas de la revista", fue lo primero que me dijo mi madre apenas supo que estaba embarazada de mi segunda hija.
-¿Jefas? Editoras, mamá.
Mi madre me daba consejos sin entender que no sólo no tenía una relación de dependencia por definirse con ellas, sino que, además, el hecho de que estuviera embarazada no interfería en mi trabajo o tarea.
El caso es que la primera tarde que me crucé a la por entonces dupla de editoras (Soledad Simond y Florencia Monfort), hice justo lo contario de lo que "debía".
-Estoy embarazada... De pocos meses.
No recuerdo exactamente mi tono, sí el hecho de haber comunicado el dato. No porque sí. Tenía sentido. Tenía a hija menor de año y monedas arriba del cochecito, ellas le sonrían y probablemente, como suele hacerse, me hayan felicitado.
-¡Qué bueno! ¡Qué lindo!
Escuché de sus bocas las frases que brotan en una situación como ésas, charlamos un tema administrativo y a los 10 minutos nos despedimos.
Y si bien sabía en lo profundo que el consejo de mi madre no tenía asidero, le di un espacio. Llegué a dudar. ¿Habré hecho bien en contárselos? Duda que se evaporó un par de horas más tarde cuando atendí el teléfono.
-Hola Ine, soy Sole otra vez. Te cuento por qué te llamo: resulta que le comenté a Felicitas (Rossi) de tu estado y ella justo estaba buscando a alguien que se hiciera cargo de un blog, el blog de la embarazada. Sería algo fijo, no sé si te interesa. ¿Querés que nos juntemos?
Y sí, me interesó. Y se lo dije. Maternidad y escritura eran dos pasiones en mi vida que hasta ese entonces corrían por carriles paralelos.
En realidad en aquel momento estaba empezando a ablandar la escritura periodística, pero la otra, la que brota de las entrañas, estaba anémica, dejada a un costado. La propuesta del blog, de un espacio en clave personal, con una dinámica librada a mi deseo, me atrajo de una.
A la semana concretamos la cita. Felicitas, Soledad, el director de Medios Digitales y yo. Todos sentados alrededor de una mesa.
La consigna parecía más fácil de lo imaginable. "Escribí lo que te surja, si un día sólo querés tirar una pregunta, también vale". Se proponía una escritura espontánea, textos breves, en registro informal, de diario, con todas las licencias del formato blog.
"¿Y se supone debo contestar a las lectoras que me comentan?" "Bueno, sí, cada tanto estaría bueno que respondas. Podés hacerlo de manera general". Eso sí me dio vértigo. Tenía poco conocimiento del mundo web pero un par de días antes de la reunión había estado hurgando el sitio y acusé recibo del mucho tráfico de visitas, y de los muchos comentarios.
"¿Hasta cuándo?" fue otra pregunta. "Lo vamos viendo. Tal vez una vez que la bebé nazca, podés seguir escribiendo sobre otros temas".
"¿Y te interesa aparecer con nombre y apellido?", volvió Felicitas a preguntarme. "Sí, claro. Incluso puedo mostrar fotos. También de China". Cierto, los blogs que por entonces funcionaban lo hacían con seudónimo o nombre de pila. Ahí fue que surgió una modificación no menor al planteo que estaba recibiendo. "Yo ya soy mamá..." "Sí, sí". Después de lo cual acordamos que no sería el blog de una embarazada, sino el blog de una mamá embarazada. Hecho.
Salí entusiasmada, parecía un trabajo que salía con fritas, que fluía con la circunstancia. No puedo decir que eso no haya sucedido, pero... Nunca hubiera imaginado en aquel momento lo que me esperaba en los hechos. De haberlo sabido, no sé si me habría animado.
No imaginé ni la cantidad de lectores, ni mi necesidad de responder cada comentario, ni la exigencia de temas y de creatividad que con el tiempo después aparecería, ni la dificultad -embarazada y criando a una nena pequeña- para hacerme un hueco para escribir... ni el agotamiento propio del puerperio, oh, Dios, ya con un bebé colgado de mis tetas y una niña en pleno rebelarse de los 2 años, etcétera.
Pero lo que definitivamente me tomó por sorpresa fue el caudal de cariño, de gestos de cariño. Estaba abriéndome a otros, otros a mí, ustedes a mí, inevitable que termináramos afectivamente enredado/as.
Lo otro que fue impensado: lo que parecía el norte de un cuento, mi parto, resultó siendo el comienzo. Allí, en las dificultades de ese momento bisagra se soldaría una dinámica que empezaría a soltarse, a profundizarse con el correr de los meses. De los años.
Con todo el movimiento propio de la web, con la dificultad de sostener a diario conexión, profundidad, verdad, entretenimiento; con las crisis de los procesos creativos y vitales. Con ligereza de a ratos, con inconsciencia, con temores, con errores, con aciertos.
¡En fin!
Gracias por haber confiado en mí, por su respeto y afecto, por sus observaciones, por la frescura y espontaneidad en los comentarios, por su lucidez, por haber permitido, por haber participado, por haber hecho posible este espacio-encuentro.
¡MUY FELIZ 5 AÑOS DE BLOG!
Algunas de las fotos que a mí más me gustaron:
PD: ¡Muy buen arranque de semana! Y como siempre, si necesitan escribirme en privado, pueden hacerlo a mi email o por FB
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