Cómo cuestan los cambios
Cerrar un ciclo y empezar uno nuevo viene con una sensación de vértigo que nos hace dudar sobre lo que estamos haciendo. Te pasamos tips para que transites mejor este proceso
2 de julio de 2014 • 00:15
En el fondo, queremos garantías de que todo va a estar bien - Créditos: Corbis
La historia es así: nos quejamos de la rutina, pero cuando vienen los cambios no sabemos qué hacer con ellos. La incertidumbre y animarse a soltar, resultan un combo poco tentador para todos. Entonces, ¿cómo nos adaptamos a lo nuevo sin que el caos se apodere de nosotros? Con ustedes: ¡la pregunta del millón!
Los cambios no son fáciles para nadie y no es porque tengan mala prensa, sino que todos sabemos que pasar por ellos no es tarea simple. Siempre que cerramos ciclos y nos toca arrancar uno nuevo, viene una sensación de vértigo que nos hace dudar sobre lo que estamos haciendo. Nos agarra miedo de tener que hacerle frente a algo que no conocemos. Esto despierta un terror principal: no saber si estaremos a la altura de todo lo que implica lo nuevo.
No saber, acá esta el causante de todo ¡NO SABER! (así con mayúscula y signos de admiración). En el fondo, lo que queremos, es que al tirarnos a la pileta, nos dijeran de antemano si hay agua, y si es posible que temperatura tiene, queremos garantías de que todo va a estar bien. Por eso, nos cuestan tanto, porque no tenemos un modelo de cómo van a resultar las cosas. Nos falta la opción "preview" de Windows, esa que nos permite estar seguros de los cambios a realizar, en la vida somos nuestro propio tester.
¿Qué hacemos con los miedos? ¿Cómo trabajamos esa falta de seguridad? Elaborar esto implica empezar a aceptar la incertidumbre, entendiendo al cambio por lo que es, un proceso, y como tal va a exigir tiempo. Las certezas son necesarias, pero no se dan de forma espontánea, las vamos a ir construyendo de a poco. Querer entender todo de entrada con la ilusión de controlar la situación no es más que un intento de nuestra ansiedad por asimilar la novedad. Una película que lo grafica muy bien, es la italiana El último beso, en la cual los personajes muestran lo complejo de asumir los momentos de transición. Al menos, ya sólo por eso, vale la pena verla.
Es bueno aclarar que no todos los cambios son iguales. Están los que decidimos y sentimos que debemos hacer, pero también están los que no elegimos, los que un día aparecen en nuestra vida y sin darnos mucho changüí tenemos que transitar. Ambos, en distinta intensidad, apuntan a lo mismo, a nuestra capacidad de #adaptación, a poner a prueba nuestro nivel de reestructurarnos en condiciones distintas.
Hasta acá, teoría, teoría, ¡¡y más teoría!! Pero, ¿cómo logramos adaptarnos sin querer salir corriendo como Forrest Gump? Eso no es teoría es más bien práctica, y tiene que ver con nuestro comportamiento hacia ellos.
Conductas que nos ayudan a manejar los cambios:
- Vencer la resistencia: Soltar el lema "todo pasado fue mejor" y actuar en función de lo que está sucediendo, liberarnos de la idea de que todo sea como fue siempre.
- No transformarnos en los pesimistas del cambio: no ser los típicos que lo tiran abajo de entrada y sin causa. Es necesario aumentar nuestra flexibilidad hacia lo nuevo.
- Centrarnos en la idea de oportunidad: salir de lo conocido nos empuja a probar cosas distintas, a no hacer siempre lo mismo. En otras palabras, no deja de ser un proceso de aprendizaje.
Lo que debemos comprender es que los cambios son una parte fundamental de nuestra vida. Resistirnos a ellos no hace más que demorar el proceso de adaptación. Evitarlos, es imposible, porque querer que todo se mantenga igual es ir en contra de nuestro crecimiento, de nuestro propio desarrollo. Cambiar también puede ser una posibilidad de evolución, y como dice el novelista inglés Hanif Kureishi: evolucionar es una afirmación de que las cosas pueden ser no sólo diferentes, sino mejores.
¿Y vos? ¿Cómo afrontás los cambios?
Gabriela Palleros es Lic en Psicología, especializada en Clínica infantil sistémica, con posgrado en management sistémico empresarial.
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