
Cómo sobrevivir (juntos) a una mudanza
La relación venía viento en popa, peeeero... Desde que decidieron mudarse, todo es motivo de pelea y querés salir corriendo. Esperá, te damos algunos consejos para transitar este gran cambio sin que te lleve a la separación.
9 de diciembre de 2014


Si entendemos mejor las situaciones y emociones que nos provoca una mudanza, más fácil nos será transitarla sin arruinar nuestra relación de pareja
Estaban felices cuando tomaron la decisión de mudarse. Pero cuando finalmente "el lugar ideal" apareció, ¡vino con un combo de problemas que no te imaginabas! Y el tema de la mudanza y el armado del nuevo hogar empezó a tener más capítulos de drama que de novela romántica. Empezaron a discutir porque vos embalabas tus cosas y él seguía sin guardar ni una media. Después, el problema fueron las cosas que llevaban y las que no. Vos armaste enormes cajas con todos tus apuntes de la facultad y él te dijo que pensaba llevarse su colección completa de cómics (¡que son miles!). Días enteros peleando. Cuando finalmente lo resolvieron, ¡la discusión viró al uso del placard! Y ahora, a semanas de mudarse, el tema es que vos querés pintar las paredes de colores y a él le gusta el blanco inmaculado.
¿¿¿Y la delicia de armar el nidito de amor juntos, en dónde quedó??? Te sentís angustiada porque jamás pensaste que mudarse implicaría todas estas discusiones continuas por esto y aquello. Si bien sabías que no era fácil, tampoco pensabas que estarías todos los días peleando por algo, y a veces te dan ganas de cancelar todo y salir corriendo. Pero calma, mejor parar la pelota y no llegar al borde del abismo. Si entendemos mejor las situaciones y emociones que nos provoca una mudanza, más fácil nos será transitarla sin arruinar nuestra relación de pareja.
¿Qué nos pasa en una mudanza?
¡Estalla todo! Es una situación que nos provoca un montón de sentimientos encontrados, una mezcla de alegría y tristeza, ansiedad, angustia, nervios, nostalgia, y eso mismo también le pasa a nuestra pareja. Estamos dejando y desarmando un espacio familiar, cotidiano, que ya tenemos armado y establecido, y tenemos que volver a armar JUNTOS (¡SÍ, JUNTOS!) uno nuevo y diferente. Muchas de las cosas que tenemos ahora quedarán en el camino, o bien porque no entran, o bien porque sabemos que ya no da llevarlas (sí, tus fotos de Bariloche o de tus ex novios). También puede pasar que nos mudemos a un barrio nuevo y nos lleve un tiempo familiarizarnos. Son muchas cosas y cambios que, si bien son positivos, porque encaramos una nueva etapa, también nos generan incertidumbre, porque empezamos algo nuevo.
Pero, más allá de todo el tema emocional, son tantas las cosas en que tenemos que ponernos de acuerdo –remodelación, decoración, armado y desarmado, distribución de los muebles, ¡la falta de muebles!, que si hacemos todo con la camioneta de un amigo o mejor llamamos a una empresa de mudanzas, que yo prefiero esperar un mes más y él quiere mudarse ya– que los roces terminan siendo inevitables. Por eso, antes que seguir discutiendo, mejor es sentarse los dos juntos y aclarar algunas cosas.
¿Qué hacemos?
Negocien las prioridades. Vos querés mudarte cuando ya esté todo instalado: los aires acondicionados, las cortinas, los mueblecitos de la cocina, los sillones nuevos y las plantas en el patio, pero él te dice que el presupuesto no les da para tener todo eso listo ahora. Entonces, mejor sentarse juntos un día y anotar qué es prioritario para mudarse y qué puede esperar, así después no te frustrás porque no tenés la casa impecable en una semana.
¡Colaboración se busca! Que no recaiga todo en la espalda de ustedes. Busquen gente que les dé una mano. Si a vos te copa que venga tu viejo con la agujereadora ese mismo día a colgarte cuadros y estantes y que tu mamá y tu hermana te vacíen todos los canastos, genial, pero ¡a él tu familia lo pone nervioso! Entonces, para ahorrar un problema, mejor compartir el día D con amigos y más adelante convocar a la parentela.
Dividan los roles. No lleguen al gran día de la mudanza sin repartir tareas. A ver, vos quedate arriba mientras se van llevando los muebles y que él esté abajo viendo cómo los cargan. O que se encargue del tema de las conexiones eléctricas y vos llevá la plata para pagarle a la empresa de mudanzas. Quizá parezcan pavadas, pero en ese momento los dos estarán nerviosos y ¡mejor no pisarse! Que cada uno sepa lo que tiene que hacer. Igual, sepan que por más planificación que armen, hay que ser flexibles porque en el "vivo" surgen un montón de imprevistos y no es tan fácil mantenerse a raya con lo planeado.
En síntesis
Si los dos tiran para el mismo lado, si pueden sincerarse acerca de lo que les pasa y si tienen en claro que una mudanza mueve TODA la estantería (y no nos referimos solo a los muebles), es mucho más fácil transitarla y van a evitar un montón de discusiones que no ayudan para nada. A veces, la pelea parece ser por el espacio que ocupa tal o cual cosa, pero, si le dan una vuelta de tuerca y van un poquito más allá, es porque en el fondo quizá vos o él estén sensibles por otro tema, ¡y no por el espacio que ocupa un libro o no! Por eso, a bajar un cambio, sincerarse y hablar. Cuando todo se parezca más a una pesadilla que a un cuento de hadas, recuerden lo que les costó llegar hasta donde están hoy, todo el camino que transitaron, cómo se fueron dando las cosas y todo lo que lograron. Es importante no perder de vista que están dando un gran paso y que se están mudando a un nuevo hogar para seguir escribiendo más capítulos de su historia juntos.
¿Pasaste alguna vez por esta situación? ¡Contános cómo lo resolviste!
Experta consultada: Lic. Andrea Pallisé, Psicóloga-psicoanalista.
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