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Competencia salvaje




Se ha desatado una batalla campal entre mis nenas. Una competencia salvaje, un tironeo en el que no pueden parar de medirse. Compiten. Compiten y se pelean. Se han llegado a decir barbaridades.
Sí, ya sé. Son hermanas, ya las escucho diciéndomelo. Que es normal, en cierta medida, que es orgánico, común y corriente. Puede que lo sea.
¿Los motivos?
Que a una le toca una figurita de My Little Pony con brillo y a la otra, ninguna (con brillo). O que a una le toca una figurita de Aviones "de nena" (una figurita de un avión femenino, sí, yo tampoco las entiendo). O que una tiene la pata de pollo más larga que la otra. O más carnosa. O un bife con más grasa. A veces demoran el momento de llevarse el bocado a la boca, no vaya a ser que la hermana tenga más hamburguesa o más puré. También compiten por mi mirada, que la miro a Lupe cuando China pelotea con la paleta (y Lupe hace la medialuna), o viceversa. La lista nunca termina.
Ojo, así como se agarran, se reconcilian. En ocasiones, sin mediación del adulto, ellas resuelven el pleito con salidas equitativas, justas. "Vamos a poner todas nuestras figuritas en esta lata y las dejamos en la casa de papá" (sí que son graciosas).
Ahora bien, la verdad, la verdad verdadera, entre nos, no puedo evitar hacer un mea culpa.
Cuestionar el ejemplo que les doy o les estuve dando en este último tiempo. Y sí. Mamaron escenas de conflicto. Más de las deseadas. Si bien con el padre no competíamos por objetos ni por el amor de un tercero, había discordia, había tensión, aun cuando nada se dijera.
Por otro lado, ayer me preguntaba: ¿soy competitiva yo? ¿Es la competencia algo propio de nuestra naturaleza humana –por no decir animal- o un mal necesario del sistema capitalista?
No me animo a responder esto último, sí lo primero. Y debo aceptarlo, muy a mi pesar. Sí, lo soy. Yo también compito. Todavía hay inseguridad en mi vida; todavía, cada tanto, cada tanto (por suerte, cada vez menos) me veo monitoreando lo que hace el vecino... y me comparo.
Y la verdad verdadera, entre nos, tengo las pelotas llenas de esto. ¿Por qué mierda y de una buena vez no entiendo que en este mundo hay lugar para todos, para que cada uno se exprese; que cada uno de nosotros es único e irrepetible y a la vez estamos JUNTOS; que venimos en equipo y nos vamos del mismo modo; y lo, más interesante, lo más interesante es lo que sucede cuando soltamos los temores y nos fundimos con el otro (o los otros)?
¡¿Qué piensan ustedes?! ¿Se encuentran compitiendo secretamente con amigas, compañero/as de trabajo, o incluso con su pareja? ¿En qué se comparan? ¿Cuáles son sus puntos más débiles?
NOTA: Tengo un agradecimiento (que hacer) pendiente y lo más importante, anunciamos un espacio nuevo.
PD: Sigue abierta la inscripción al taller de expresión escrita (a distancia). A quien le interese: inetaller@gmail.com Y quienes me quieran sumar en FB, me encuentran en Ine Sainz

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