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Comprometida




Y son tantos los interrogantes que me hago (todo esto antes de escribirles y recibir sus valiosos comentarios) que mi cabeza estalla, o casi. Decido que lo mejor será cerrar la netbook y salir del café en el que estoy a tomar aire. Casi sonámbula, llego a la librería Yenny, lugar al que muchas veces recurro en estados similares, y le pregunto al empleado: ¿tenés el segundo libro de Elizabeth Gilbert?
El joven chequea en su computadora y me responde: "no, no me quedó ninguno. "Comprometida" se llama". "¡¿Comprometida?! ¿Así se llama el libro siguiente de nuestra heroína autosuficiente?", pienso y me quedo dando vueltas en el local, viendo si pesco por fortuna algún título que me rescate. En eso siento mi celular sonar. Tengo 6 llamadas perdidas de Fede (marido).
"¿Dónde estás?", me pregunta alborotado. Y yo que acabo de proponerme ser independiente, autónoma y defender con garras mi territorio personal, le respondo reticente: "eeeh me vine a una librería, ¿por qué?" "Ah, bueno, nada... Tenía una sorpresa", me dice. "Estoy en Havanna, te vine a buscar", agrega. "Uh, qué pena", y le explico que me sentía pésimo, razón por la cual había optado por dar una caminata. "Bueno, todo bien", continúa él, "sólo que saqué entradas para el cine, para las 5 y media. Y arreglé con Claudia para que cuide a las nenas... ¿Tenés ganas?"
Sí, por supuesto, ¿cómo no voy a tener ganas de ir a ver la última de Woody Allen ("Medianoche en París"), director que admiro, y cómo no voy a tener ganas de escaparme al cine, ritual que no practico hace años? También es cierto que justo en este momento estaba ejercitando fuerte mi soledad, el encuentro a cara lavada conmigo misma... pero bueno, viendo que la oferta es tentadora, me siento como esas mujeres que planean una dieta y luego la patean para el lunes, dado que el sábado tienen un gran fiesta (con muchas tortas). O algo similar. O quizás esa búsqueda de independencia, como algunas de ustedes piensan, pueda hacerla aún en compañía de otra persona.
Lo cierto es que después de 4 años vuelvo a meterme en una sala de cine por placer, por el placer de ver una película equis. Y me entrego. Me entrego al viaje como hace tiempo. Un viaje fascinante, encantador, reflexivo, bello. La película me transporta por partida doble: al viaje de base (del espectador en relación a la historia) se suma el viaje delirante -hacia el pasado- del protagonista. Salgo de la sala en éxtasis, no pudiendo entender qué hago caminando de noche en la ciudad de Buenos Aires. No porque no me agrade, sino porque estoy tan en la ficción que tardo en volver a mi presente.
Pero tarde o temprano vuelvo, transformada. Y con una certeza de lo más grata: sabiendo que el cine, la escritura y dirección de una película es mi objetivo vocacional en este momento. Que aunque la cosa me lleve trabajo e implique mucha fuerza (todavía más), son coordenadas en las que me hallo, me veo, y a las que, al igual que este espacio, también me debo.
Gracias, marido, y gracias a ustedes, MUJERES, por todas las reflexiones de ayer.
¿Cómo se llevan ustedes con el cine? ¿Cuál fue la última película que vieron? ¿Pochoclos, pancho, gaseosa o chicles? ¿Acompañados o solos? ¿Día o noche? ¿Películas de acción, comedias románticas o cine de autor? ¡¿Miércoles o fin de semana?!
PD: ¡Felicidades, Vane!

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