Conocí la historia de Roberto Bubas en el lugar menos pensado: una revista ajada en una sala de espera de Buenos Aires. Quedé impactada por las fotos y los testimonios, pero también por el lugar en donde se transcurría. La nota decía que en Península Valdés había un hombre que se comunicaba con las orcas.
Hace más de veinte años Roberto Bubas tiene contacto con los enormes cetáceos que se acercan a la costa para alimentarse, ellas lo reconocen, juegan, le tienen confianza. El hombre que pasó su primera etapa de guardafauna en una casilla rodante, se estableció en una casa al norte de la ciudad aunque pasa sus días en El Doradillo, un lugar pedregoso donde la profundidad del mar permite ver a pocos metros, y con un poco de suerte, a orcas, ballenas y delfines.
Roberto no puede precisar el momento exacto de la primera orca pero recuerda el impacto que le produjo ese encuentro:
-Se fue dando porque yo empecé a tomar registro del monitoreo que estaba realizando de las orcas de Patagonia Norte, que consistía en identificar animales conocidos y seguirlos. Averiguar cuál era su dinámica social y sus estrategias de caza, la transmisión generacional de esas habilidades.
Eso fue en el 92, las orcas que analizaba y clasificaba le comenzaron a llevar algas hasta su puesto de observación. Él comprendió que se trataba de una especie de juego y eligió jugarlo. Se metía en el agua con ellas y disfrutaba en secreto del contacto con las mascotas gigantescas que golpeaban la superficie con sus colas. El tiempo afianzó la relación.

Roberto Bubas en contacto con las orcas. Foto: Foto: Gustavo Maldonado.
Nació en 1970 y de chico ya soñaba con el mar. En épocas en que la Aventura del Hombre aún no era sinónimo de exploración oceánica, él ya recibía en fascículos los viajes de Jacques Cousteau y desde Esquel se transportaba en su imaginación al buque Calypso para ser parte de los tripulantes.
Pensaba que su futuro sería la biología marina, recorrer océanos y estudiar sus especies. Pero en el camino hubo un desvío, se enamoró de la península agreste y de la soledad del trabajo de guardafauna. Y por más que atravesó desiertos y montañas, visitó países exóticos y conoció diversas culturas, adoptó Puerto Madryn como su lugar. El vínculo con la naturaleza estuvo siempre presente.
-A los siete años amansé mi primer caballo. Fue en el campito de mi abuelo, en lago Rosario. Mis padres y abuelos siempre me dijeron que, desde chico, yo tenía una forma muy especial de acercarme a los animales, una especie de don.
Tenía veinte cuando hizo un recorrido en una balsa de madera de ciprés, construida por sus propias manos. La bautizó Rai Mapu, en mapuche: gente de la tierra. Su expedición desde el Lago Cholila hasta Puerto Limonao, unos 120 Km en la provincia de Chubut, quedó documentada en un pequeño libro y un video que registra sus avances y caídas en las aguas heladas de la Patagonia.
Ese viaje iniciático fue una especie de confirmación de muchas cosas -asegura- de que en una vida simple están resumidas todas las verdades. Las personas que conoció en el camino lo ayudaron a comprender que su reto no era contra la naturaleza, que era soberbio pensar que podía desafiarla.

Roberto Bubas cabalgando entre las dunas con su fiel amigo Rigel. Foto: Andrés Bonetti.
Comportamiento animal
El mensaje que Roberto Bubas quiere transmitir es acerca del respeto por la naturaleza, cuestión que lleva como bandera y aparece con frecuencia en sus libros. Desde su Facebook escribe en contra de la megaminería, recomienda leer la encíclica del Papa Francisco como un material valioso para generar un cambio de conciencia, y promueve causas urgentes. Hace varios años es uno de los activistas que encabezan el proyecto de liberar a la orca Kshamenk que desde 1992 vive en cautiverio en Mundo Marino. A través de un programa de rehabilitación, se la podría trasladar a las aguas de Mar del Tuyú. Hoy la decisión es política y depende del Gobierno de la Provincia de Buenos AIres pero el apoyo de la gente es necesario para que se produzca.
En Orcas del Chubut escribe:
"Las orcas y los hombres somos compañeros de viaje en un mundo donde todo está íntimamente relacionado. Y en este sentido, tal vez el vínculo que las orcas y yo establecimos signifique algo más que un ejemplo curioso de empatía entre dos especies diferentes. Quizá se trate ante todo de un símbolo que nos permita recordar que no estamos solos ni por encima de los otros seres vivos en el mundo. Que compartimos la misma casa, y que no podemos por lo tanto desentendernos de una verdad definitiva: lo que sea que le ocurra a las orcas o a cualquier otro ser vivo en el planeta, nos ocurrirá tarde o temprano a nosotros".
Las orcas tienen una estructura social compleja y sus costumbres varían de acuerdo a las características de su entorno. Tanto el dialecto cómo las técnicas de caza, dependen de su ubicación, esto significa que las que habitan los mares de Japón, no emiten los mismos sonidos que sus pares de Canadá.
Sólo en Península Valdés, se usa la técnica de varamiento intencional. Consiste en permanecer sobre la orilla algunos minutos para atrapar a las crías de lobos o elefantes marinos, con el riesgo de no regresar al mar. Por eso antes de intentarlo, las hembras pasan horas enseñando esta práctica a sus descendientes elegidos. Es un espectáculo tan imponente como difícil de ver por los turistas más ansiosos que llegan a Punta Norte. De una población de veintisiete, cinco hembras lo realizan. Por razones todavía desconocidas, la técnica podría desaparecer.
Las orcas pertenecen a la familia de los delfines y son los animales más inteligentes del mundo marino. No son ballenas asesinas, pero se alimentan de ellas (de ahí la equivocación, donde dice killer whales debería decir whale killers). En estado salvaje no hay registros de ataques a los hombres y podemos quedarnos tranquilos; no formamos parte de su dieta.
-Nos asombra, y en realidad, si comparamos la evolución cerebral de la orca con un perro, la orca le gana por muchísimos cuerpos. El cerebro de una orca, desde un punto de vista fisiológico, es sólo comparable al del ser humano. Si un perrito te hace fiestas y le enseñamos a buscar el palito, imagináte una orca con un nivel evolutivo cerebral sin parangón en el mar. Lo que nos llama la atención es que hay un tipo que se mete al agua y juega con las orcas, que son animales salvajes.
Su inteligencia es muy diferente a la nuestra. Para empezar, no contaminan el medio en el que viven, se adaptan a él.
Jane Goodall, especialista en comportamiento animal, le dedicó un capítulo especial al extraordinario vínculo de las orcas de Valdés y el guardafauna en Animal Planet. En las imágenes, la comunión es perfecta, el ritmo lo impone la naturaleza.
Él cuenta que cuando les tocó canciones con una armónica, ellas reaccionaron al sonido, se acercaron para escucharlo. Hoy está en marcha una convocatoria para llevarles una ofrenda el día de la Primavera, Canto Universal a la Vida tiene el fin de acercar ambos mundos y sellar nuestro compromiso con el medioambiente.
Tal vez Roberto Bubas haya sido el primer hombre que se acercó a ellas de forma amistosa, sin pensarlo demasiado. Espera que en el futuro haya más gente que logre hacerlo. Hay otros casos en el mundo de interacción con las orcas, pero no de un vínculo tan estrecho. El humano les causa curiosidad.
El faro de las Orcas
Cuando se difundieron las fotos que lo mostraban acariciando a Mel, una de las orcas más populares y longevas que solía visitar las costas de Punta Norte, se armó un escándalo. Es que el guardafauna debía dar el ejemplo y atenerse a la ley que prohíbe tocar mamíferos marinos en áreas protegidas del Chubut.
-Logísticamente es difícil acercarse a una orca. En mi caso yo me atengo a mis propias leyes y pagaré las consecuencias como las pagué alguna vez con sumarios y al límite de que me echen. Confío en que lo que estoy haciendo, obedece a normas que van más allá de las hechas por los hombres, supongo que esas normas son las que me defienden.
Corría el año 1997 y las autoridades provinciales lo amenazaron. Estaba en riesgo su trabajo y podía terminar en la cárcel. Los denunciantes eran operadores turísticos que creían conveniente sacar del medio al hombre que ponía trabas a la explotación de la reserva. "Nosotros necesitamos guardafaunas, no científicos" decía el subsecretario de Turismo provincial, Emilio Balado.
Entonces hubo una reacción inesperada. La revista de un diario importante publicó la noticia y el gobernador Carlos Maestro comenzó a recibir cientos de cartas que exigían que se garantizara la continuidad en su puesto de Roberto Bubas. El asunto se les había ido de las manos, semejante popularidad logró anular la medida.
-Así fue como me vio Agustín, un chico hipoacúsico con conductas autistas que le impedían relacionarse con los demás, con los chicos de su edad e incluso con su familia, y que nunca había hablado en su vida y se le apareció a la mamá con una de esas revistas abiertas a doble página, en donde yo estaba tocándole la armónica a las orcas y dijo sus primeras palabras.
El encuentro en la reserva de Punta Norte conectó al chico con otros seres vivos y fue el punto de partida para que Roberto escribiera Agustín Corazonabierto, un relato de fantasía acerca de una orca que se convierte en niño y llega a la península con una misión.
Cinco años más tarde el director andaluz Gerardo Olivares Asbell recibió el libro de la mano del productor José Mari Morales y decidió llevar la historia del guardafauna al cine. La productora española Wanda se asoció a las argentinas Historias Cinematográficas y Pampa Films del argentino Luis Puenzo. El Faro de las Orcas es una ficción basada en hechos reales y mantiene la idea original de lo que sucedió aquellos días entre Bubas, Agustín y las orcas. Será protagonizada por Joaquín Furriel y la española Maribel Verdú.
Olivares, con una extensa carrera en documentales, ya filmó gran parte de la película en la que quiere mostrar la vida salvaje en los escenarios naturales de Chubut. Roberto Bubas cree que además de ser una forma de promocionar la provincia, la película contiene un mensaje de respeto por la diversidad y por la vida.
Mientras tanto, si visitan el área protegida de "El Doradillo", cerca de la ciudad de Puerto Madryn, tal vez puedan ver al hombre que, reconocido en el ambiente científico por su aporte al conocimiento de la fauna patagónica, elige pasar su días al lado del mar.

Concierto para orcas. Foto: Juan José Arregui.
Espero que les guste haya gustado esta historia de vida. Agradezco a Roberto por su charla y su contribución valiosa al medioambiente. Me pueden encontrar en kariuenverde@gmail.com
Abrazo grande.
Kariu
En esta nota: