Creo que la última vez que me pasó fue en el viaje de egresados.
Ayer amanecí sin voz. Afónica. Tomé frío del mejor. Frío patagónico. Salí de Aeroparque el viernes con sensación térmica de 30 grados y a las dos horas aterricé en un Bariloche nevando como loco. Amo ver nevar, estuve mucho afuera, caminando, sacando fotos y bueh...
Mandé mensaje de texto (porque no podía llamar por teléfono) a mi fonoaudiologa que me escribió lo siguiente:
"No hablar! Ponete un pañuelo, de seda en lo posible, hacé los ejercicios de vocales sin sonido y toma un ibuprofeno. No hables para nada, cualquier cosa que alguien me llame".
Qué feo, esto es un castigo pensé. No me puede doler una pierna? Justo hablar tengo prohibido?
Así pasé el domingo, susurrando, haciéndome entender con señas. Sintiéndome La Sirenita cuando le roban la voz.
Justo "no hablar"... a mí. No se dan una idea lo raro que es escuchar. Nunca escuché tanto en mi vida como ayer. Escuchar y no opinar, no intervenir, no interrumpir. Rarísimo.
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