Como anticipé el lunes, el viernes pasado también salí de farra (expresión bien de abuela).
¿Primera señal de que estoy desacostumbrada en relación a esta movida? Que al llegar todos los sillones -cómodos- estaban ocupados, entonces mi amiga tiró: "Mejor así, nos sentamos en la barra". Y cuando yo le sugerí estar atentas para atacar el primer hueco que se hiciera, ella afirmó: "No, Ine, pero es mucho mejor estar acá sentadas".
Ok, "columna con fiaca, estate erguida", me dije y procedí a elegir el trago que me tomaría. Paula en eso se decidió y como yo soy todo lo copiona que me jacté de no ser, le dije al barman: "Dale, danos 2".
Dos caipirinhas que ni bien fueron servidas, lo temí: "Mi cuerpo se mama". El primer sorbo lo reconfirmó pero no sé cómo, ése fue el momento en que, como diría amiga, yo me puse los pantaloncitos y entré a jugar el juego.
Y voy a decirles más: sin fingirlo.
Se dieron 2 o 3 conversaciones en sucesivo con amigos de amiga, con unos franceses, con otra amiga... y yo fui surfeando. Dejándome llevar por la marea humana. Abriéndome, oh, sí, y también recibiendo lo que había para compartir (para contar) del otro lado.
No sé si técnicamente me divertí mucho. Las situaciones de risa, como decía en el anterior post, fueron a raíz de intercambios con amiga. Pero lo otro, el estar ahí, viviendo la noche, fue interesante y ameno. Con pantalones puestos y trago en mano (ah, sí, pequeño detalle). Trago que más rápido de lo que imaginé se habría terminado y en eso alguien, una amiga del grupo, nos obsequiaría a mí y a Paula un segundo. Un segundo trago. "Ay, Dios, me voy a agarrar un p*..."
Y no llegaría a ser para tanto, porque no soy amiga de los estados alterados de conciencia, pero confieso: el piso -un poco- se me movía y en la primera caminata que hice al baño tuve que pedirle a mi amiga: "Por favor, decime: ¿se nota que estoy mareada?"
-Naaaah
Y sí, ya sé, puede que en ese contexto estuviera bárbara, apenas un poco más suelta o más verborrágica que normalmente... a tono con la mayoría. Ahora, cuando se me dio por salir a la calle (todo fuere por seguir observando la fauna nocturna) y una joven me paró y me dijo: "¿Vos sos Inés del "blog de la mamá"?" Ahhh, mamita, qué papelón, ahí sí me di cuenta de que estaba un poco corrida de mí misma. Quiero decir, adentro podía decir cualquier gansada, estaba en código, pero afuera en la calle y frente a alguien que me conocía de un ámbito para mí tan sensible y delicado... oh. Oh.
El otro momento en que me sentí ya no aparata, sino poco cuidadosa de mí misma, fue cuando entré a mi departamento, de vuelta. Marido me diría: "Si querés tomar, hacelo, pero tenés que ir acostumbrando el cuerpo". Y sí. Qué sé yo. No pensé que un trago y medio y unas horas de pláticas varias me dejarían el marote tan dolido y los oídos, ay, Dios santo, así zumbándome.
Y bueno.
Doy gracias que tengo un compañero a mi lado, que me cuida y me quiere... y se ríe de mí, de mis aparatosidades y de estas salidas "independientes".
¿Cómo se llevan ustedes con los tragos? ¿Tienen cultura alcohólica? ¿Cuándo fue la última vez se "entonaron"?
PD: ¡Un abrazo de fuerza para Susana Trimarco!
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