De Jujuy a Atacama, para quedarse sin aliento

Fue una experiencia casi mística: corrí por la quebrada de Humahuaca, en Jujuy; me adentré en la planicie interminable de sal de las Salinas Grandes, a 3400 metros de altura, y por último desafié el desierto y las montañas, en Atacama, Chile. Casi 60 km a buen ritmo, en tres días.

El fin de semana último, junto con más de 450 intrépidos corredores, hice turismo muy activo en la segunda edición de la competencia de montaña Raid Columbia, organizada por el Club de Corredores. Porque además de afrontar las tres etapas de la carrera en terrenos extremos aproveché para descubrir paisajes que me dejaron sin aliento (y no sólo por la exigencia de correr en la altura).

De Tumbaya a Purmamarca, primera etapa. Fueron 22 km en ascenso hasta 2800 m, cansador, pero con una recompensa: compartir la travesía con corredores de los pueblos originarios y con los chicos de las escuelas de Tumbaya, que nos alentaban sin descanso.

Más de 12.000 hectáreas de sal a cielo abierto que encandilan por la sobredosis de blanco. El circuito no tenía desniveles, pero sí una altura de 3400 m sobre el nivel del mar en un recorrido circular de 11,50 km agotador por la falta de oxígeno.

San Pedro de Atacama, tercera etapa . Después de cruzar la Cordillera por el paso de Jama, fueron 27 km por el desierto. La largada, el pueblo de casas de adobe, quedó enseguida atrás: el cielo de un azul profundo enmarcaba las formaciones rocosas de la cordillera de Sal de color rojizas con manchones blancos. Era como estar recorriendo una pintura impresionista por la textura y los matices. El camino se continuó subiendo por las dunas hasta lograr una increíble vista del valle de la Luna chileno, y después sí el descenso hasta un túnel de unos 400 m, que anunciaba el fin de la aventura. El premio: una medalla realizada totalmente a mano por artesanos de Salinas Grandes y los paisajes que quedarán para siempre en el recuerdo.