Dejó de fumar, empezó a andar en bici y creó una marca de mochilas para ciclistas

Cuanto le preguntan cuándo se le ocurrió la idea de crear Circo Limón, Toia Islas cuenta que nació como un sueño, casi como una fantasía lejana. Aunque estudió sistemas y fotografía, nunca pudo de dejar de tener presente su amor por todo lo que se pareciera a un bolso, cartera o mochila, esos que de chica dibujaba con cartulinas y llamaba "cateítas". Así fue que un buen día decidió que era momento de vivir ese sueño y tirarse a la pileta: participó de montones de cursos y talleres de diseño, moldería y confección de marroquinería para tener más en claro de qué se trataba eso de hacer carteras, hasta que finalmente se lanzó en una ardua búsqueda de proveedores. Fue en el medio de todo eso que se dio cuenta de que a su idea le faltaba "algo más". Hacía ya varios años que se había enamorado de la bicicleta, un medio de transporte con el que logró mejorar su calidad de vida y abrir sus pulmones después de haber fumado muchos años, y fue uniendo esos dos amores que su cabeza finalmente hizo "click". Fue bicicleteando que se dio cuenta de que al mercado le estaba faltando algo: "Voy a hacer bolsos que las chicas puedan llevar mientras pedalean y que después puedan usar como un bolso más cuando se bajan de la bici" se dijo Toia, y se lanzó con el emprendimiento.

"La idea es que nadie se dé cuenta de que te acabás de bajar de una bici y que los bolsos sean multifunción, para que acompañen a las mujeres a donde quieran llegar" cuenta entusiasmada. Luego de las averiguaciones de rigor, Toia eligió dos talleres para que la acompañen en la aventura y arrancó con el negocio, que ya está por cumplir un año y con el que ya está produciendo más de 40 mochilas por mes en distintos colores. Como si eso fuera poco, para principios de 2020 tiene planeado lanzar nuevos prototipos de bolso con enganche oculto, que por estos días está testeando en primera persona. En ese sentido, el testeo, dice, es una de las principales dificultades. "Una de las cosas que nadie te dice cuando empezás a emprender por primera vez es que es un camino en el que hay muchísima prueba y error. Tampoco te dicen que a veces puede ser un recorrido muy solitario, ya que lo que te pasa es todo nuevo y a veces puede ser muy frustrante" cuenta Toia. Por eso mismo para ella fue fundamental haber participado de las clases de Ohlalá Makers: "Me ayudaron a darme cuenta de que hay un mundo emprendedor femenino muy fuerte que se apoya, escucha y ayuda mucho. Aunque estemos en diferentes lugares del camino, algunas empezando como yo, y otras ya con años de experiencia, todas pasamos por lo mismo. Te nutrís de las experiencias de las demás y la conexión es automática. Además, con cada encuentro se te disparan miles de ideas, sobre todo cuando escuchás a los speakers, que te hablan de proyección, planificación y comunicación y te dan herramientas fundamentales administrar tu emprendimiento, además de para disfrutarlo". Después de un año de aprendizajes, Toia dice que se siente más segura, con más recursos y más confianza en ella misma. Lo que más le sirvió, cuenta, fueron los módulos de planificación y organización, además de los consejos prácticos en los que los expertos les sugerían tomarse las cosas con calma: "Aprendí a no engancharme tanto en que todo tiene que pasar ya".