Despertar un domingo

La noche anterior me había costado dormir, en parte por una salida al teatro y en parte por las expectativas ante lo desconocido. Con cuatro horas de sueño emprendí el viaje hacia Ramos Mejía y a las 10 de la mañana llegué a la casa que reconocí por las fotos que había visto.

Al entrar me relajé y apagué el celular, supe que estaba en el lugar correcto. Desde que conocí a Natalia Amengual por medio de un amigo que me habló de ella, sentí que podía ser una buena guía en cuanto a todo lo relacionado con la alimentación y el naturismo. En la entrevista que me dio en enero, me pareció interesante la idea de transitar un camino hacia el consumo consciente en donde nos movamos al ritmo de la naturaleza y los cambios de estación. Y de eso se trataba la Jornada, de pasar por el cuerpo la experiencia ampliada de lo que en algunos casos ya habíamos aprendido y en otros, todavía nos faltaba descubrir.

Cuando estuvimos todos reunidos pasamos al parque. Un solo hombre –como en la clase de pastelería–se destacaba entre las mujeres, pareciera que somos mayoría en ocuparnos de nuestra alimentación. El cielo se veía despejado y prometía buen clima, aunque todavía estaba fresco. Nos descalzamos para estar en contacto con la tierra, recibir los rayos de sol y agradecer su energía en un círculo en el que además sembramos intenciones: lo que cada uno quería trabajar en su vida.

Es increíble como ese tipo de ejercicios puede modificar la predisposición para encarar cualquier actividad. Prueben sentarse unos minutos en un parque, sacarse los zapatos, sentir el viento y percibir los sonidos que los rodean. Por la mañana temprano o al mediodía, antes de comer. Hace un tiempo yo trabajaba en una oficina en la zona de Pacífico y a veces me iba hasta los bosques de Palermo o al Botánico y meditaba un rato. Eso me cambiaba el día.

Una vez energizados pasamos al salón para empezar a ver los alimentos saludables, su combinación y posibilidades. Lo básico es consumir todos los nutrientes a través de los vegetales que deberían ocupar el 60% del plato y el resto completarlo con cereales y legumbres. Pueden ver las opciones en el post La Decisión . Además conocimos los beneficios de la comida viva, y de consumir brotes, semillas, hierbas y suplementos como la maca andina que funciona como energizante natural.

Y hablamos de las leyes de la permaculturay sustentabilidad aplicadas a la alimentación.

Pero lo más importante de todo creo que fue la propuesta de tener en cuenta que cuando un come no sólo se ocupa del cuerpo, sino también de la mente y el espíritu, o como sea que quieran llamar a nuestra esencia. Entonces, tomar conciencia de nosotros, y de nosotros en relación al entorno, significa el aprendizaje de un nuevo paradigma –o de uno antiguo que estuvo siempre ahí, al alcance de la mano–, saber que existen otras formas de comer y de vivir diferentes a las que estamos acostumbrados por haber nacido en un determinado lugar y tiempo, y porque la industria se ocupó de dictarnos nuestros deseos, y respetar a todos los que no opinan como nosotros ya que se trata de un camino que cada uno puede elegir de acuerdo a su organismo, sus ideas y necesidades. Pensar en lo que uno consume, cómo lo hace y por qué, dejar de hacerlo mecánicamente, es parte del proceso del despertar.

Cerca de las 13:30 frenamos la clase teórica para cocinar y tomamos nota de lo que vendría, unas "Albóndigas arcoíris" compuestas por todas las verduras que nos esperaban sobre la mesa, procesadas y sin cocinar, unidas sin ligante, sólo con la presión de nuestras manos y pasadas por una mezcla de germen de trigo, levadura nutricional y semillas de amapola.

Compartimos una linda charla al sol y fuimos a la sala para hacer uno de los ejercicios que más me gustaron, uno de visualización para reconectarnos con nuestro niño interior, acompañado por cuencos y cantos de ícaros y mantras con tambores. Fue muy fuerte y emocionante, y creo que no fui la única que terminó lagrimeando.

Cuando nos despejamos volvimos a hablar de alimentación, esta vez para referirnos al desayuno y la merienda. Natalia recomendó tomar limón por las mañanas que es un cítrico que ayuda a alcalinizar el organismo, al contrario de los alimentos ácidos que se encuentran por lo general en los productos industriales y que le restan calcio a nuestros huesos. Por eso recomienda consumir lo integral y que las dietéticas sean nuestras aliadas para evitar en lo posible harinas y arroz blanco, sal y azúcar refinados. Y tomar leche o jugos vegetales de semillas o frutos secos.

Como demostración y casi sobre el final tomamos la merienda: crumble de frutas de estación y leche de coco que también compartimos al aire libre.

Acá les dejo la receta del Crumble de frutas de estación:

1) Cortar bananas, manzanas, peras y kiwis.

2) Agregar a gusto canela, jengibre, cardamomo, coriandro, clavo de olor y dejar reposar unas horas.

3) Tostar levemente 150 grs de castañas de cajú, ¼ de semillas de girasol, ¼ de sésamo y agregar una cucharada de azúcar mascabo y mezclar hasta que se caramelice.

4) Servir las frutas y en la parte superior colocar las semillas y frutos secos caramelizados.

Se puede consumir en el desayuno o la merienda y aporta mucha vitalidad.

Fue una jornada muy intensa y rica en todo sentido. Agradezco a Marina Pinelli por brindar el espacio y la organización para que la "Jornada para el Despertar" fuera posible, a las dos chicas que colaboraron y estuvieron pendientes de que todo saliera bien, al grupo que enseguida se integró, y a Nati que transmite mucha paz y sabiduría cuando habla.

Encuentran a Natalia Amengual en su Facebook , y si les interesa participar de las jornadas, la próxima es el sábado 14 de Junio de 15.30 hs a 19.30 hs.

Cualquier consulta me la pueden hacer en kariuenverde@gmail.com

¡Les mando beso enorme!

Kariu