No le hice regalo a Fede por el Día del Padre (sí por el cumple). Regalo con volumen, a eso me refiero. Los que me leen hace tiempo, ya saben que no soy muy afecta a los "días de"... que tampoco me peleo con ellos, pero que los vivo con desapego.
Sí, estoy justificándome porque era domingo por la mañana y marido tuvo que recordarme que era su día, y que estaba esperando algún tipo de agasajo.
La vida terminaría sorprendiéndolo con una sobremesa-obsequio mucho más significativa que cualquier prenda u objeto. Pero como yo me sentía en deuda y todavía el mediodía estaba en pañales, opté por sumarme a la propuesta de hijas y dibujarle... echada sobre el piso de mi suegra.
Por la noche, cuando me fui a dormir, descubrí que el único dibujo que mi marido había guardado era el mío. Bah, por lo menos éste apareció -mágicamente- sobre mi mesita de luz, a salvo del resto del caos.
Y ahora lo miro, acá, adelante mío y pienso:
Salvo por un par de collages improvisados que hice en el 2010, desde el secundario que no me entrego a un trabajo plástico.
Entrega, tiempo, dedicación... No digo que el domingo lo haya hecho.
Fue otro garabato. Soy una "garabatera" empedernida, sí. En los seminarios de Filosofía cuando la exposición se pone muy compleja, o acaso aburrida, no puedo reprimirlo.
Tengo inclinación a garabatear flores y árboles. Vaya uno a saber por qué se me dio por la flora. Y por los círculos... unidos entre sí... esa es otra imagen que siempre reproduzco, sin pensarlo, como catarsis.
En el colegio sí era "buena" en dibujo. Aplicada, correcta, siempre fui correcta, no importara la materia.
De habérmelo propuesto, podría haber salido más plástica de adulta. Con mucha voluntad. Sí, no nací para dibujar, pero de haber elegido ese camino, qué sé yo... quizás le hubiera podido encontrar la vuelta.
Y ahora se me viene palabras de Sonia, ilustradora, que habla de su arte en términos similares a los que yo uso para la escritura: "todos podemos dibujar, todos sabemos hacerlo". Sí, sí, por supuesto. Lo entiendo. Tampoco es que yo valore el dibujo en tanto correspondencia con lo real, eso pasó de moda el siglo pasado... pero bueno, no sé, quizás confunda falta de técnica con no sentir el goce de la mano funcionando, trabajando de esa manera. Lo mío es dibujar palabras... manos apuntándolas... dedos tecleando letras... como ahora, en este momento... aunque lo haga mal... en este ejercicio me hallo, en este ejercicio me siento plena.
No fue un gran regalo, admito. Pero aquí sí aplica: lo que vale es la intención
Sólo disfruto garabateando árboles
Y de yapa, un caracol dibujado por hija mayor
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