La imagen que tengo de la separación de mis padres es la de un puente hecho de troncos de maderas que une dos orillas de un río o un acantilado... y de un momento para el otro, zas, como en las películas de aventura o dibujos animados, empieza a romperse. No me pregunten cómo.
Yo apenas atengo a abrazarme a una de esas maderas, la cual, obvio, no me impide la caída. Súbita, estrepitosa... pero sí me servirá de apoyo, de balsa para vérmelas en un río caudaloso. A la deriva, en un primer momento. Navegando con elegancia -haciendo un mejor uso de esa libertad "arrojada"- con el correr de los años.
Y sí, soy de naturaleza insoportablemente positiva. Hasta las dificultades más extremas son leídas por mí, con el paso del tiempo y la mirada retrospectiva, como invitaciones para un desafío nuevo, para ese "crecimiento", famoso concepto.
Creo que en la primera charla que tuve con Kevin, hace varios años, mientras caminábamos por la calle, tocamos ese punto. Si las dificultades de infancia te jodían la vida o por el contrario, te daban un gran impulso.
Imposible responderse, me digo ahora. Habrá tantas respuestas como infancias y personalidades. Sí puedo hablar desde mi punto de vista.
A mí la dificultad y el dolor siempre me hicieron más fuerte. Me activaron "poderes", por decirlo en el lenguaje de mi hija. Me hicieron desempolvar herramientas que tenía guardadas y que no sabía que tenía hasta que no tuve que usarlas. O acaso inventarlas.
No es que el dolor sea bueno en sí mismo, sino que como alguna vez leí en una cita a una obra de Bartís, "te organiza". Te dice: "no, por acá no se puede... fijate por otro lado."
A veces son movimientos sutiles, tensiones menores, enrosques intrascendentes... pero qué maravilla que tengamos a ese gran alcahuete (el dolor, la molestia, la presión ligera) para replantearnos el modo, la manera. Para recordarnos que el bienestar personal (el ESTAR BIEN, con todo lo que ello implica) es el aceite del Universo y que sólo en la medida en que lo pido, lo recibo, lo asumo, lo ejercito´... sólo en la medida en que confío y me entrego... voy a estar no sólo ayudándome a mí, sino también al resto.
Puro teoría, puro planteo.
Y bueno.
¿Cuál fue el dolor más maestro de tu vida?
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