Con los años he logrado ejercitar "destrezas" que ni loca imaginaba de chica.
La lista es larga.
He podido parir hijas, he podido criarlas (estoy pudiendo), he podido desentrañar acertijos varios, entre ellos, qué deseaba hacer de mi vida (a nivel trabajo), y no sólo saberlo, sino además llevarlo a la práctica.
He logrado volverme paciente, tolerante hasta lo ridículo... he ganado una tremenda capacidad intuitiva. He aprendido a escuchar a otros, a ponerles el hombro, a darles consejos, a sostenerlos, anímicamente y en lo concreto; he aprendido a renunciar, a soltar, a soportar... (ahora estoy aprendiendo a poner un límite y soportar menos).
En fin, he aprendido mucho en estos años, pero si algo YA NO PUEDO, como sí hice desde mis tres a mis veinte, es despertarme bien temprano.
No puedo, entre otras cosas, porque mi trabajo no me lo exige; tampoco lo prohíbe. En realidad, deja que el sueño se organice libremente.
Y en esa organización libre veo cómo cada vez me acuesto más tarde (¿cómo fue que me volví tan nocturna?), tiendo a hacer un parate de lectura y té a eso de las 4 a.m. (Sí, leyeron bien. Tengo un desvelo de una hora mínimo con el que ya no me peleo) y por la mañana, temprano, mientras los despertadores suenan en hogares vecinos, yo duermo. Y no puedo evitar rendirme a ese sueño mañanero.
Duermo y sueño, tengo un nivel de actividad onírica entre las 6 y las 9 de la mañana que nunca había tenido en mi vida.
Y me siento a mis anchas en ese estado, entre imágenes, vivencias en otro plano, el cuerpo recuperándose, reparándose. Creo que deben ser uno de los momentos privados que más atesoro. Cuando por fin el sueño profundo se decide (recuerden que vengo de un desvelo de 4 a 5.30 a.m.) y me atrapa, me retiene, me envuelve... me pierdo en él sin resistirme.
Pero tengo hijas y en la semana duermen todos los días conmigo y no quiero funcionar de manera tan desfasada. No sólo quiero estar en su despertar, sino que, además, la lucidez de la mañana, para ciertas tareas, es incomparable. Soy hiperactiva e hiper-responsable... y por mucho que esté disfrutando del dormir, las obligaciones pesan.
Ahora bien, hay dos días, dos días en los astros se alinean y yo puedo, están todas las condiciones dadas para hacer lo que hacían mis amigas cuando eran adolescentes (cosa que entonces me parecía imposible): dormir hasta (casi) el mediodía.
Eso es para mí el fin de semana.
Dormir hasta las 11 de la mañana... casi 12 del mediodía.
No necesito dormir siesta. Si recibo el obsequio divino de dormir hasta que el cuerpo diga BASTA, INÉS (¿Vieron qué lindo cuando el cuerpo avisa: "ya descansé bien, ahora necesito activarme y tomarme un café"?)... ya no necesito dormir más por esa jornada.
Ya puedo a entregarme a disfrutar la otra parte:
Cocinar, escribir, limpiar, visitar amigas.
¿Qué es lo que más disfrutan ustedes del fin de semana (que no pueden hacer en la semana)? ¿Cómo se llevan con el sueño mañanero? ¿Desayunan en la cama? ¿Duermen siesta? ¿Cuál es la actividad que más las descansa?
Compañero de desvelo (que no tiene mi problema).
PD: ¡Buen fin de semana! ¡Que disfruten el partido! Como siempre, para escribirme por privado, me encuentran en inessainz@msn.com
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