Dos experiencias aventureras de nuestras lectoras

Sonia Lombardozzi (36). Me esperaba una vida soñada en España, donde me había surgido un trabajo de médica justo cuando el que tenía en suelo porteño no prosperaba. Iba a ser en Madrid, la ciudad en la que siempre quise vivir, con un contrato laboral que me permitiría permanecer allí de forma legal hasta poder conseguir mi ciudadanía italiana. Pero siete días antes de mi anhelada vida, un llamado me informaba que no habría contrato, ni Madrid. Superado el shock inicial, vi que tenía dos opciones: hundirme en el llanto de no poder viajar o entender que algunas situaciones llegan para que aprendamos algo. ¿Qué me quedaba en Bs. As.? Un departamento puesto en alquiler, un gato y un pasaje ya pago. Decidí viajar igual, sin la seguridad de un salario, y así me embarqué en la aventura de obtener mi ciudadanía italiana, y con el dolor de dejar “un amor de almas gemelas”, al que conocí en los últimos meses pero abandoné por mi “as bajo la manga”. Mientras tanto, a bordo de un avión rumbo a Europa, aturdida del bullicio mental, suena “La donna é mobile” en mis oídos y pienso: quizá mi lugar no sea Madrid, o tal vez sí. Quizá sea el momento justo para que pueda abrirme de la medicina, no lo sé. Lo que importa es que tenía un sueño y vine a luchar por él. Este viaje no es a Madrid: este viaje se trata de quitarme mochilas, de dejar atrás un viejo personaje que me hace daño y de convertirme en quien verdaderamente vine a ser.

Braving the wilderness, Brené Brown. El nuevo libro de esta autora a la que amamos indaga sobre las experiencias que nos conectan con el coraje, la vulnerabilidad, el amor, la pertenencia, la vergüenza y la empatía.

Jesica Da Costa (31). Con 20 años, aún seguía en el secundario. Había algo que no me permitía concentrarme, estaba mal y mi cabeza no paraba, tenía que dejar de esconderme. Por suerte, justo conocí a Flavia y no pude mentirme más. Nos enamoramos, estábamos bien juntas y sentí que era fiel a mis sentimientos. Hablé con mi mejor amiga, y su respuesta fue: “No puede ser, vamos a salir a bailar y te presentamos chicos”. Ahí empezó una época difícil en la que supe que tenía que empezar a enfrentar a mi entorno. Una mañana, el inconsciente actuó por mí: quise enviarle un mensaje a mi novia y por error se lo envié a mi hermano, ¡enseguida lo tenía ahí interrogándome! Cuando la vi a mi mamá, supuse que estaba enterada de todo, pero no hablamos hasta la noche. Fue un momento muy duro, ella fue directo al punto y, entre llantos, le dije la verdad. “Ya sabía”, me soltó ella con la sabiduría que se adquiere con el pasar de los años. Con mi papá fue más difícil, nunca habló directamente conmigo, pero aseguró: “Esa chica acá no entra”. Fueron cuatro años muy duros, de ataques de pánico y terapias. No podía festejar mi cumpleaños en casa porque debía elegir entre mi novia y mi papá. Pero el paso del tiempo limó asperezas y finalmente pude volver a festejarlos. Hoy, doce años más tarde, seguimos juntas. Creo que solo hay que pensar que es amor y el amor no daña a nadie, sino que también nos vuelve fuertes para aventurarnos.

#Takeoverdelectoras Jimena Winger. 35 años. Periodista y social media manager.

Expertos consultados: Inés Dates. Nuestra psicóloga. Patricia Faur. Psicóloga de pareja. Dafne Schilling. Fundadora de Yoga Booty Ballet. Esteban Mosca. Psicólogo y orientador vocacional. Andy Clar. Creadora de @chicasennewyork y directora de ASCHEN SuperWoman.