
"Nunca te enamores de un Niño Cristal", me advirtió Alfredo muy serio. Estábamos comiendo ceviche en el Barrio Chino. Le fruncí el ceño como no entendiendo a qué iba y continuó: "los Cristal dominan a los Indigo". Ajá. Bueno, según Alfredo, yo soy Indigo, de la primera camada, eso fue lo que alguna vez -de las primeras que nos vimos- me había dicho. Y niño Cristal sería un niño al que yo cuidaba, del que justo estaba hablándole en ese momento.
No entendí mucho sus palabras, o no quise hacerlo tal vez. Igual hoy sólo cito ese momento como una excusa para hablar de él.
Alfredo era mi amigo, y en algún sentido lo sigue siendo. Pero hace más de 4 años que no nos vemos.
No entiendo por qué se ofendió, si es que está ofendido, o qué. Nunca comprendí de lleno sus motivos. De todos modos lo quiero mucho y siempre recuerdo que, cuando yo anduve a los tumbos, él supo darme un cachetazo. Y luego una mano.
Lo conocí en un programa de televisión, yo tenía 21. Era asistente de producción y además de redactar las preguntas del conductor, en el vivo tenía que atender y servir canapés y champagne al invitado de turno. Recuerdo que él me miró las cejas, que en esa época las tenía depiladísimas... y me dijo: tenés un Edipo fuerte con tu viejo. O una Electra.
Me podía haber dicho cualquier cosa y aún así, con mi credulidad a flor de piel, lo hubiera aceptado.
A partir de entonces empezamos una amistad rara, profunda, entrañable casi, idealizada. Podíamos pasar meses sin escribirnos ni vernos y de golpe, zas, por hace o por be, nos reencontrábamos. E íbamos a comer. Y él me tiraba frases célebres del estilo de las citadas, o peores incluso. En el mejor de los sentidos.
(...)
Sí. Alfredo me enseñó mucho. Y a veces te extraño, che.
¿Qué vínculos quisieran recuperar un rato? ¿Por qué se rompieron o enfriaron?
PD: Pintura de Laura Delgado. http://www.lauradelgado.com.ar
En esta nota: