Me gustaron mucho los comentarios del post de ayer, pero quisiera terminar de leerlos en su totalidad antes de arribar a alguna conclusión... ¡Mañana volveremos sobre el tema!
Hoy quiero ponerlos al corriente de lo que me ocupa estos días casi exclusivamente: el cumpleaños de China.
Ella cumple sus 4 añitos este viernes (¿festejamos?) pero la fiesta será el domingo, para que su padre y otros adultos amigos estén presentes.
Y por primera vez, alquilamos saloncito. Confieso que en un primerísimo primer momento no teníamos muchas ganas de hacerlo (de hacerlo de ese modo, digo, fantaseábamos con dar con un espacio cercano, de algún pariente, para organizar el evento como nosotros quisiéramos), pero viendo que ese otro ámbito no aparecía y que nuestro el departamento era/es demasiado pequeño (y sus paredes, demasiado blancas), finalmente nos decidimos por lo típico.
También le teníamos un poco de idea al cliché (la nena entrando con la torta toda disfrazada de princesa...) pero ya ahora eso nos ne frega. China está tan pero tan ilusionada/entusiasmada/fascinada con la movida que sería desagradecido y snob de nuestra parte estar buscándole el pelo al huevo, ¿no?
Ayer ya dimos las invitaciones a la salida del jardín y compramos los souvenirs para los niños. Por la noche seguimos repasando la lista de invitados (jaja, todas mis listas son mentales, me río de mi misma) como para no olvidarnos de nadie... y hoy continuaremos ultimando detalles.
Admito que me siento un poco extraña en el rol de organizadora de eventos... pero es parte de la magia que traen los hijos: que uno pela cualquier herramienta oculta para complacerlos en su deseo –siempre y cuando esté a nuestro alcance y sea bueno/sano (o eso pensemos).
¿Qué piensan?
Y yendo específicamente al tema, ¿cómo fue la experiencia de pasar por el salón de fiestas?
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