El ayuno es tan antiguo como la humanidad. Las razones para hacerlo son variadas, desde cuestiones de salud hasta motivos religiosos. ¿Pero son reales los beneficios? ¿Qué se busca al dejar de comer?
Mi vínculo con el ayuno es casi nulo. Cuando estaba en la secundaria hice la dieta de la luna con la idea de bajar algún kilo de más. Aquella que se practica durante veintiséis horas cuando la luna está en cuarto menguante o creciente. La verdad es que ahora sé algo que en ese momento sospechaba: no existen dietas milagrosas que se puedan sostener en el tiempo. Cuando uno come bien y en forma equilibrada, no importa contar calorías ni matarse de hambre, el cuerpo es sabio y responde a lo que consumimos. Por aquella época también leí Siddharta, del escritor Herman Hesse, y eso me acercó a conocer algunos aspectos de la cultura oriental. El ya clásico libro está basado en la historia real de Sidharta Gautama. El hijo de un brahmán que, descontento con su vida en el palacio, se despoja de todos sus bienes y sale a recorrer el camino. Primero busca la verdad y la perfección a través de la meditación y el ayuno, como un verdadero asceta, se cruza con otros seres iluminados pero después de un tiempo prefiere volver a la ciudad para experimentar los placeres de la vida mundana, ahí comprende que no puede ser igual a los demás, preocupados por el dinero y por asuntos que ya no tienen importancia para él.
Sobre el tema, Siddharta habla en tercera persona como el Diego:
-Pero permíteme: si no posees nada, ¿qué cosas quieres dar?
-Cada cual da lo que tiene. El guerrero da su fuerza; el mercader, su mercancía; el maestro, sus conocimientos; el campesino, su arroz; el pescador, sus peces.
-Muy bien. Y ahora dime ¿qué es lo que tú puedes dar? ¿Qué has aprendido? ¿Qué sabes hacer?
-Sé meditar, esperar y ayunar.
-¿Es todo?
-Sí, creo que es todo.
-¿Y de qué te sirve? El ayuno, por ejemplo, ¿para qué es útil?
-Es muy útil, señor. Cuando un hombre no tiene qué comer, lo más inteligente será que ayune. Si, por ejemplo, Siddhartha no hubiera aprendido a ayunar, ahora tendría que aceptar cualquier empleo, en tu casa o en otra parte, pues el hambre lo impulsaría a ello. Pero al ser como es, Siddhartha puede esperar tranquilamente, pues desconoce la impaciencia y la necesidad; puede aguantar el asedio del hambre largo tiempo, y encima reírse de él. Para eso, señor, sirve el ayuno.

Estatua de bronce de Siddharta Gautama - Créditos: Corbis
El camino de Siddharta es largo y complejo, el aprendizaje no es lineal, hay retrocesos y dolor hasta alcanzar el nirvana. De ese libro y de otras lecturas posteriores me queda claro que el despojo es una de las razones para ayunar. En el budismo es un camino hacia la purificación y el autocontrol. En el cristianismo se contemplan ciertos días de recogimiento y oración, también sagrados para el judaísmo. En el Antiguo Testamento Moisés ayunó en el Monte Sinaí: "Y él estuvo allí con Jehová cuarenta días y cuarenta noches; no comió pan, ni bebió agua; y escribió en tablas las palabras del pacto, los diez mandamientos". En el Islamismo la práctica del Ramadán (el noveno mes del calendario musulmán) implica ayunar desde el alba hasta que se pone el sol y abstenerse de las relaciones sexuales como una forma de adorar a Alá y buscar un estado de conciencia divina.
Dentro de la corriente del higienismo, el doctor Herbert Shelton recomienda el ayuno. "El reposo fisiológico o ayuno es valioso en todos los tipos de alteración de la salud, pero en los casos de indigestión, es el medio más seguro y eficaz, al dar descanso a un sistema digestivo agotado. Al ayunar, prácticamente todos los órganos reducen su actividad, por lo tanto descansan, con la única excepción de los órganos de eliminación (excreción), los cuales aceleran su ritmo de trabajo. De ahí que durante el ayuno, el cuerpo sea capaz de liberarse de la acumulación de residuos tóxicos. El descanso (mental, físico y fisiológico) constituye el medio ideal para facilitar la eliminación".
Pero aclara que no debe realizarse en el propio hogar, ya que es mejor no tener distracciones, y conviene hacerlo bajo la supervisión de una persona con experiencia, que le enseñe buenos hábitos de alimentación al finalizar el período de ayuno.
Según el doctor Gabriel Cousens, "la concentración parece mejorar, el pensamiento creativo se expande, la depresión desaparece, el insomnio se detiene, la ansiedad se desvanece, la mente se vuelve más tranquila y comienza a aparecer una alegría natural. Mi hipótesis es que, cuando las toxinas físicas se eliminan de las células del cerebro, automáticamente la función mental-cerebral mejora y las capacidades espirituales se expanden de manera notable".
Y ese es uno de los objetivos más interesantes que se logran con el ayuno. No se trata de una dieta, no es un juego para probar, ni una excusa para ocultar desórdenes alimenticios. Es una práctica que tiene efectos sobre la salud, una limpieza de toxinas y emociones negativas que para algunas personas puede significar un antes y después. Este post lo escribo como introducción al que viene, el relato de la nutricionista Mariela Tiboniy la experiencia de ayuno que realizó durante el mes pasado y que quiero compartir con ustedes.

En armonía con la naturaleza - Créditos: Corbis
Mientras tanto, les pregunto: ¿alguna vez ayunaron?
Los espero el jueves próximo, me pueden escribir a kariuenverde@gmail.com
Kariu
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